_
_
_
_
_

Carlsen y Caruana, igualados (4-4) en una final apoteósica

El noruego crea una obra de arte, y ambos asombran por su calidad y brillantez en partidas rápidas

Leontxo García

Los dos mejores ajedrecistas del mundo han empatado (4-4) un combate memorable, muy espectacular, de gran calidad y belleza, a pesar de que es un torneo de partidas rápidas, por internet, con la fórmula termostato (dos de las partidas puntúan doble; y otras dos, triple). La final entre Magnus Carlsen, cuya victoria en la 3ª es una obra de arte, y Fabiano Caruana terminará este domingo.

Carlsen estaba muy contrariado tres minutos después de perder la 6ª partida, última de la jornada: “Me siento totalmente frustrado, aunque debo reconocer que los dos hemos luchado muy bien. Pero no ganar esa última partida me deja muy dolorido”. El comentarista Maurice Ashley, quien además es el inventor de la fórmula termostato, decidió pinchar al campeón con su siguiente pregunta –“¿Qué debe hacer mañana para ganar?”-, y el noruego soltó la ira acumulada: “Creo que soy mejor jugador que él, y normalmente juego mejor que él. De hecho, en esa sexta partida él no había entendido nada de la filosofía de la posición y estaba completamente perdido. Por eso estoy tan enojado, aunque debo reconocer que Fabiano es un gran luchador, y tiene mucho mérito que haya dado la vuelta a esa posición”.

Pero la última partida fue solo el colofón de un duelo apoteósico. Carlsen lo afrontó con los colmillos muy afilados, a juzgar por su juego, con blancas, en el asalto inaugural, renunciando al enroque y avanzando más tarde los peones que protegían a su rey. Objetivamente, tenía cierta ventaja, pero con cinco minutos menos que Caruana en el reloj. Sin embargo, el campeón del mundo demostró que lo es, haciendo muy bien lo más difícil con muy poco tiempo, lo que le llevó a una posición totalmente ganada. Pero es probable que justo ahí -cuando, además, su rival ya le había alcanzado en el consumo de tiempo- pecase de exceso de confianza, porque su ventaja se evaporó en un pis pas, y se firmó el empate.

La 2ª partida fue técnicamente formidable, como si ambos hubieran tenido un par de horas para pensar. Sin embargo, apenas produjo emoción alguna para un aficionado de nivel medio, porque, en ajedrez, sin errores casi nunca hay belleza. Pero, en realidad, esa calma fue de las que preceden a una gran tormenta. ¡Y qué tormenta!

En la 3ª, Carlsen hizo algo muy habitual en él, salir cuanto antes de los caminos más trillados. En la jugada 10 se desvió de una partida entre el polaco Gajewski y el español Miguel Santos, de la Liga Alemana 2019, pero no logró ventaja alguna. Sin embargo, fue el ítalo-estadounidense quien esta vez se confió en exceso: su jugada 24 permitió un golpe tan elegante como letal de Carlsen, quien a continuación actuó con tal precisión y belleza que esta partida puede considerarse entre las más brillantes de su carrera.

Fabiano Caruana, durante el torneo del Grand Chess Tour en Londres 2018
Fabiano Caruana, durante el torneo del Grand Chess Tour en Londres 2018Grand Chess TourSpectrum Studios

Esa obra de arte ponía el listón de la calidad muy arriba, pero Caruana estuvo a la altura en el plano de la excelencia técnica. El siguiente asalto no fue brillante, pero sí formidable. El estadounidense, con blancas, se apuntó a una moda dictada por el programa revolucionario AlphaZero, y seguida con frecuencia por Carlsen y otros: avanzar un peón de torre (el que protege al rey) en plan kamikaze hasta donde le dejen llegar. Y le salió muy bien. Manejó mejor el reloj, como en todo el duelo, adquirió ventaja, la llevó a un final de torres y la convirtió con enorme precisión. El marcador quedaba igualado en las puertas de las dos partidas que puntúan doble.

La fiesta de ajedrez excelso continuó en el siguiente asalto. Caruana se desvió con negras en la décima jugada de una de las partidas del Mundial entre ambos de Londres 2018. Y en la 21 hizo una jugada tan buena como arriesgada, muy difícil, incluso en ajedrez lento: entregó uno de los peones que protegían a su rey, que Carlsen capturó además con jaque, a cambio de ganar armonía para sus piezas. Las máquinas decían que esa decisión había sido correcta. Pero en la 45, cuando todo indicaba un empate, Caruana sucumbió a la presión del reloj con un error táctico mortal.

Esa derrota no corresponde al tipo de las más dolorosas -como varias de Aronián en la semifinal ante Carlsen-, y por tanto cabía esperar una reacción del americano. Y la hubo, en otra pelea a navajazos, que Carlsen jugó como los ángeles, con ideas increíbles en ajedrez rápido, y estuvo muy cerca de ganar pero, siempre más apurado de tiempo que Caruana, acabó perdiendo tras un vibrante intercambio de golpes hasta la jugada 54.

Caruana recalcó que hubiera cuatro victorias en seis partidas: “Y el marcador indica que, pase lo que pase mañana en las cuatro primeras partidas, las dos últimas [que puntúan triple] serán las decisivas. Supongo que los aficionados no pueden pedir más emoción”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_