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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca
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La muy digna y curiosa historia del torero colombiano Juan de Castilla

Viajó a España con el apoyo económico del artista Fernando Botero, trabaja en una empresa de paquetería de Coslada, y el 19 de mayo lidia por la mañana en Francia, y por la tarde, los ‘miuras’ en Las Ventas

Juan de Castilla, el pasado 19 de septiembre en Las Ventas.
Juan de Castilla, el pasado 19 de septiembre en Las Ventas.Alfredo Arévalo
Antonio Lorca

Dice que se levanta a las 3 de la madrugada en Guadalajara, donde vive con su esposa, viaja en su coche hasta el barrio madrileño de Coslada, y entra a trabajar a las 5 en una empresa de reparto de paquetería. Finaliza su jornada a la 1 del mediodía, y, hoy, media hora más tarde, ha acudido puntual a su cita con EL PAÍS; finalizada la entrevista corre al gimnasio, almuerza después algo ligero, y dos horas más tarde comienza el entrenamiento de toreo de salón. Llega a su casa sobre las 9 de las noche, con el tiempo justo de darse una ducha, cenar y meterse en la cama.

Y así un día y otro, y no tiene queja; asegura por el contrario, que se siente afortunado porque tiene un trabajo que le permite “vivir en torero” en España, aunque todavía no pueda vivir del toro.

Se llama Juan Pablo Correa Sánchez, nació en septiembre de 1994 en la localidad colombiana de Medellín, es torero y se anuncia en los carteles como Juan de Castilla, como homenaje a sus padres, originarios como él de ese barrio donde nació. “Y también como un gesto de rebeldía”, explica, “porque la primera vez que toreé, tendría 14 años, noté malas caras entre los asistentes cuando dije que había nacido en Castilla, que es verdad que ha sido un barrio difícil, de donde salieron muchos sicarios del narcotráfico, pero yo procedo de una familia muy buena, humilde y trabajadora, de la que me siento muy orgulloso”.

Gracias a Botero, el torero y su maestro vivieron durante un año y siete meses en Sevilla, “y me preocupé de mantenerlo informado de mis progresos en España”

Juan de Castilla está anunciado el próximo 19 de mayo en la Feria de San Isidro en el cartel de la corrida de Miura, un puesto que se ganó en Las Ventas el pasado 19 de septiembre ante un complicado toro de la ganadería de Sobral. La oferta le llegó cuando ya se había comprometido para torear ese mismo día por la mañana en la localidad francesa de Vic Fezensac. Una casualidad dificultosa, sin duda, pero que ha debido aceptarla. “En mis circunstancias no puedo decir que no”, afirma, “por lo que una corrida en Madrid pueda representar para mi vida”.

Una vida, la de Juan de Castilla, nada fácil. Se hizo un nombre como novillero en Colombia, pero, a su juicio, los triunfos carecían de trascendencia. Junto a su maestro, el matador de toros Fernando Arango, pensó en la posibilidad de salir del país para que su carrera no quedara estancada. “Pero no teníamos medios para ello, porque mis padres no podían costearme el viaje y la estancia en España, que era nuestra ilusión”, afirma.

Entonces, Arango tuvo una idea: escribir una carta al afamado pintor y escultor colombiano Fernando Botero, que había sido mecenas de jóvenes artistas. Y el maestro les contestó; nunca había apoyado a un torero, pero decidió apostar por Juan de Castilla, y le concedió una beca para que durante un año pudiera abrirse camino en España.

“Al final, don Fernando nos pagó a mi maestro y a mí durante un año y siete meses un piso en la localidad sevillana de Espartinas, la comida, el transporte, la ropa, y aún nos quedaba un poco de dinero para ahorrar”. “Fue muy generoso conmigo”, añade el torero, “y yo me preocupé de mantenerlo informado de mis progresos en España gracias a su apoyo”.

Juan de Castilla, al natural en la plaza de Las Ventas.
Juan de Castilla, al natural en la plaza de Las Ventas.Alfredo Arévalo

Juan de Castilla solo tenía 17 años cuando cruzó el Atlántico en 2012. Tiempo atrás había conocido en su país a Iván Fandiño, quien se comprometió a ayudarlo y lo invitó a ingresar en el CITAR (Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento), situado en Guadalajara, y hasta allí viajó el aspirante tras su etapa sevillana.

“Entré como alumno y comencé a trabajar, y entonces fui ‘todero’ más que torero; es decir, que hice de todo: albañil, mayordomo en una finca, camarero, pegador del carteles, obrero del campo, ayudante de cacería…”.

Hasta que el 1 de febrero de 2022 fue contratado por la empresa Sending, dedicada a la paquetería urgente y logística, donde Juan de Castilla gestiona las incidencias de los repartos de Madrid. Dice que está muy agradecido al empresario, que le ofrece facilidades para torear, asistir a tentaderos y le permite disfrutar sus vacaciones en Navidad, que es cuando se celebran festejos taurinos en su país.

Tomó la alternativa en 2017 en su localidad natal, y desde entonces solo ha participado en unas 30 corridas, y solo 7 de ellas en España.

“He sido ‘todero’ (he trabajado de todo) antes que torero, y aún no vivo del toro, pero me mantiene una fe ciega”

“Ha habido años en los que no he tenido ni un tentadero”, cuenta el torero; “por eso el comienzo de este 2024 es tan ilusionante, el pasado enero he triunfado en Manizales, vuelo a Perú el 12 de mayo y estoy anunciado en Francia y en San Isidro. No tengo más, pero me siento muy afortunado, y estoy encantado”.

Juan de Castilla es consciente de que los toros que tendrá que lidiar no son, en principio, los más aptos para el lucimiento, “pero prefiero sufrir con la muleta en la mano que estar cómodamente sentado en el sofá de mi casa”, asegura; “y para ello me preparo cada día, para asumir estos retos con la mayor dignidad posible”.

“Lamentablemente, todavía no vivo del toro”, añade, “y ello me impulsa a que cada vez que me visto de torero lo haga por convicción, y animado por una gran fuerza interior”. “Me siento agraciado porque puedo vivir de mi trabajo, pero lo que hago es más duro que pasar fatigas en el ruedo con la muleta entre las manos”, concluye.

Está convencido de que solo ha podido mostrar hasta ahora una pequeña parte de su concepto torero: “Me considero combativo, aguerrido, dispuesto siempre a no dar la espalda a las complicaciones y a disfrutar cuando las supero”. Y califica su trayectoria como “una carrera de lucha y sacrificio constantes, que no ha sido explosiva, pero cada peldaño que he subido no lo he bajado”.

Pregunta. ¿Alguna vez ha pensado en afianzarse en la empresa y abandonar los toros?

Respuesta. “Nunca. A veces, lo paso mal viendo que los demás torean y yo no, pero me mantiene una fe ciega. Me asaltan, es verdad, momentos de debilidad, pero tirar la toalla, nunca”.

P. Pero la vida que lleva…

R. “Este plan de vida no lo podría mantener dentro de cinco años. Duermo poco y me esfuerzo mucho. Por eso, mi meta es triunfar antes de ese plazo de tiempo. Y a ello dedico mi vida”.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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