_
_
_
_
_

Rafael Navarro de Castro, autor de la novela ‘Planeta invernadero’: “Le hemos declarado la guerra a la naturaleza... y lo malo es que vamos ganando”

El autor, que dejó Madrid para vivir en Sierra Nevada, utiliza la historia de una ingeniera agrónoma que toma conciencia para relatar los problemas de contaminación, salud o explotación laboral que provoca la agricultura industrial

Rafael Navarro de Castro, autor de ‘Planeta Invernadero’, posa en su finca de Monachil (Granada), el 15 de abril de 2024.
Rafael Navarro de Castro, autor de ‘Planeta Invernadero’, posa en su finca de Monachil (Granada), el 15 de abril de 2024.
Sergio C. Fanjul

En el cambio de siglo, Rafael Navarro de Castro (Lorca, 56 años) vivía en el madrileño barrio de Malasaña, epítome de lo urbanita cool, donde trabajaba en el sector del cine y la publicidad como técnico de luces. No le iba nada mal. Pero se hartó. “Vendí mi buhardilla de 30 metros cuadrados y me compré un terreno en la montaña de 10.000″, cuenta divertido. Desembarcó allí con un camión lleno de maderas y se construyó una casa. Concretamente en Monachil, Granada, donde sigue viviendo, muy contento, en contacto directo con la naturaleza. “No creo que todo el mundo deba irse a vivir a la montaña, eso es imposible, pero sí que deberíamos tener una relación diferente con ella, con los animales, con las plantas, con lo que comemos”, cuenta.

Navarro de Castro se licenció en Sociología y se diplomó en Extensión y Desarrollo Rural; ahora, en la falda de la Sierra Nevada, además de a escribir, se dedica a la agricultura tradicional, a la fontanería de montaña o a la cría de gallinas ponedoras. Es alto y flaco, de piel morena por la vida campestre, enérgico al hablar e indignado con una situación medioambiental que conocemos de sobra pero que no llegamos a tomarnos en serio. El cambio climático lo ve ante sus ojos, en su casa: “Este año he perdido cinco nogales. Cerca de mi casa había un bosque de miles de nogales que se han secado. Antes podían vivir sin riego alguno, durante 100 años. Ahora es imposible”, cuenta.

Escribe precisamente de nuestra relación con el mundo natural. En 2019 publicó La tierra desnuda (Alfaguara), donde trataba la agricultura tradicional, la vida campesina, en un texto en el que algunos vieron destellos de John Berger, Miguel Delibes o Rafael Chirbes, y que ha vendido cuatro ediciones. Ahora publica Planeta invernadero, en la nueva colección Voces de Alianza Editorial, una novela de 700 páginas (viene unirse a otros libros gruesos de esta temporada como Los Escorpiones de Sara Barquinero o La península de las casas vacías, de David Uclés), donde trata, y critica, la agricultura industrial. Una escritura ágil, directa a la trama, sin floritura pero muy detallista, que heredó de cuando escribía guion cinematográfico.

Rafael Navarro de Castro, con sus gallinas ponedoras en su finca de Monachil (Granada), el 15 de abril de 2024.
Rafael Navarro de Castro, con sus gallinas ponedoras en su finca de Monachil (Granada), el 15 de abril de 2024.Fermin Rodriguez

“El cultivo bajo plástico es la metáfora perfecta del mundo moderno. Si titulo el libro Planeta invernadero es para que no se entienda el cambio climático como un problema local o de un territorio: es un problema planetario”, dice el autor. La Tierra no tiene un plástico que la recubra, pero sí gases que hacen el mismo efecto: conservar el calor. El relato sucede en el año 2019, uno que fue fecundo para la concienciación medioambiental, con la presencia del Greta Thunberg o del movimiento Fridays for Future: “Parecía que el mundo despertaba a esta problemática, que llevaba muchos años rondando, pero a la que no se le prestaba atención suficiente”, dice Navarro de Castro. Luego esa ilusión fue opacada por la llegada de la pandemia (aunque la pandemia también estuviera relacionada con el calentamiento global).

Sara, la protagonista de la novela, es una ingeniera agrónoma que se acerca a los 40 años y que vive el mismo proceso de concienciación que vivió el autor. A través de ella conocemos lo que pasa debajo del mar de plástico de los invernaderos: se contamina el agua, se contamina el suelo, se gasta una energía desproporcionada y los trabajadores migrantes sufren una explotación laboral que roza la esclavitud, sin que a nadie parezca importarle demasiado. “Producir más es un indudable logro científico, pero el precio que pagamos es demasiado alto”, dice Navarro de Castro. Habla de fertilizantes, de pesticidas, del aumento del cáncer. De cómo los acuíferos españoles son esquilmados o contaminados, de la destrucción del agua dulce. Habla del DDT en nuestra sangre (a pesar de que lleva años perdido), de los microplásticos dentro de nuestras células. La verdad, hablando con este hombre se le quitan a uno las ganas de comer nada. “Una ensalada es la comida más sana que hay, pero está llena de cosas que no querríamos comer”, dice, “todo el mundo sabe que la comida y el agua están contaminadas, pero consumimos de todos modos”.

Los invernaderos que rodean la localidad almeriense de El Ejido, fotografiados en 2019.
Los invernaderos que rodean la localidad almeriense de El Ejido, fotografiados en 2019.PACO PUENTES (EL PAÍS)

El hecho de que la protagonista sea una mujer tiene una razón clara: son mujeres las que más han hecho por divulgar los horrores de la industria alimentaria. Ejemplos: Rachel Carson, que cambió el curso de la historia y logro un despertar ecologista en los años sesenta con su libro Primavera silenciosa, donde denunciaba el uso de DDT, que luego fue prohibido. Pero también Petra Kelly en los ochenta en Alemania, o Vandana Shiva, o Isabelle Saporta, o Marie Monique Robin. “Tienen un patrón de vida muy similar: han escrito libros criticando la tecnología en la industria alimentaria y por ello han sido insultadas, acosadas y agredidas”, dice el escritor. Un patrón que se repetirá en la protagonista.

Para el autor, adoptar el pensamiento y el habla de una mujer, y, además, de una ingeniera repleta de conocimientos científicos, no resultó fácil. Sobre todo si tenemos en cuenta que comienza la novela poniéndoselo difícil: con el relato de la operación de implantes de pecho a la que se somete Sara. “Era un reto, pero también una buena forma de empezar, porque iba a hablar de la relación entre lo natural y lo artificial, lo orgánico y lo sintético, del cuerpo y la química”, dice.

Protestas de agricultores

El lanzamiento del libro coincidió con las protestas de los agricultores que se echaron a la carretera con sus tractores. “Escribí mi anterior libro en defensa de los agricultores, pero eran otros agricultores”, dice el autor. “Yo siento que los agricultores tienen derecho y el deber de quejarse, tienen que salir adelante, les debemos todo, porque nos dan de comer cada día. Pero muchos no enfocan el problema adecuadamente: quieren que les dejen contaminar más”, añade. Explica cómo la agricultura está acabando con los acuíferos en Andalucía para sobrevivir, pero, paradójicamente, ese uso también la pone en peligro. Habla de la cantidad de recursos que se necesita ahora para cultivar olivos, o aguacates en Almería, donde hay poca agua. Habla del poder de las grandes empresas que les venden las semillas mejoradas a los agricultores y de las que depende toda la industria alimentaria.

Varios tractores circulan por el Paseo de la Castellana en una nueva concentración de agricultores y ganaderos en Madrid, el 17 de marzo de 2024.
Varios tractores circulan por el Paseo de la Castellana en una nueva concentración de agricultores y ganaderos en Madrid, el 17 de marzo de 2024.Sergio Pérez (EFE)

Y habla de la casi esclavitud bajo el plástico: para documentarse para el libro visitó el mar de plástico, habló con los trabajadores. “Sin la gente migrante los invernaderos tendrían que cerrar”, explica, “cuando llegas allí se te cae el alma a los pies: me imaginaba que la cosa era dura, pero es que no te lo puedes creer. Les obligan a fumigar sin guantes o mascarillas. Les pagan 20 euros por 10 o 12 horas de trabajo. Luego los agricultores lo niegan todo”.

¿Qué hacer? Navarro de Castro cree que con solo cambiar nuestra forma de comer, primando los productos de temporadas y los producidos en España, para evitar que los alimentos recorran 4.000 kilómetros antes de llegar a nuestro plato, se produciría un enorme cambio. No son cambios tan difíciles, sí se puede. “Le hemos declarado la guerra a la naturaleza y lo malo es que estamos ganando”, concluye.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_