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“Tenemos el derecho a ser tan turbias [en los deseos] como los hombres”, Maruja Torres y Clara Serra debaten sobre sexo y poder

La charla se celebró dentro del ciclo ‘Conversaciones de futuro: pensar en español’, organizado por EL PAÍS y la Fundación Ortega-Marañón, que reúne a pensadores y periodistas hasta el 20 de abril

Isabel Valdés

“La musicalidad de estas tres palabras”, dijo la escritora Joana Bonet en el Círculo de Bellas Artes la tarde de este martes. Sexo, deseo, y ley, en ese orden. Un orden que quizás debería cambiar. Porque si en algo han coincidido la periodista Maruja Torres y la investigadora y expolítica Clara Serra, sentadas una a cada lado de Bonet, es que el deseo debe ir primero. Siempre debe ir primero. Han hablado de deseo más que de cualquier otra cuestión. Pero han estado de acuerdo en todo lo demás. Que ese deseo puede ser a veces “desconocido incluso para una misma, para uno mismo” y a veces “oscuro, con pliegues y dobleces”, como el sexo. Que es difícil, y tal vez nunca sea posible, dar con la “fórmula exacta” para definirlos y acotarlos en una ley. Sobre eso, y sobre porno, violencia sexual, feminismo, masculinidad y amor romántico han ahondado Torres y Serra durante hora y media, moderadas por Bonet, en el segundo de los debates de una nueva edición del ciclo de conferencias llamado Conversaciones de futuro: Pensar en español, que organizan EL PAÍS y la Fundación Ortega-Marañón.

“Depende”, aclaró Torres. “Estoy con Maruja”, se sumó Serra. Ese “depende” se refería a cómo el deseo cambia con la edad. Y el sexo, “mucho”. “Siempre digo que con los años no te acuerdas tanto del sexo como de la ternura”, apuntó la periodista. “¿Y cómo regular todo eso en una legislación?”, les preguntó Bonet, que se refería a la ley del solo sí es sí. “Legislar en el terreno de la sexualidad nos pone ante preguntas complicadas”, según Serra, contraria a que se le pida al deseo de las mujeres “la claridad” con la que han de redactarse las leyes.

“A veces no sabemos lo que queremos y lo que deseamos. Parece que ahora todas tenemos que conocer el deseo, y pedirlo, y contarlo, y negociarlo, y yo quería cuestionar un poco esta exigencia de transparencia, cuestionar si esta exigencia de claridad es tan liberadora y empoderadora. ¿No estará habiendo un poco una trampa? Parece que la solución mágica a la violencia es que lo sepamos contar y así no seremos violentadas, pero quizás tenemos derechos a no ser violentadas sin saber muy bien cuáles son nuestros deseos”, arguyó la investigadora. “En los años 70 este debate ya se tenía, no con este vocabulario, lo reducíamos a ‘soy una mujer, tengo el mismo derecho a sentir deseo y a expresarlo que los hombres’, pero es un debate que el feminismo siempre plantea. Quizás puede arrasar el deseo tanta comunicación”, le siguió la periodista. También la “infantilización”, a veces, de ese deseo en las mujeres.

Las dos reivindicaban “el derecho a ser tan turbias [en los deseos], como los hombres”, a la fantasía, a ver porno sin señalarlo siempre como “gran causante” de la violencia sexual cuando “el machismo se aprende en la realidad del día a día, todos los días”, y a que en la sociedad el deseo “no se convierta en objeto de consumo”.

También que el feminismo se abra al debate sobre el que Torres ha recordado que escribió Serra hace unos días, en este diario. Ella misma ha leído en voz alta parte del último párrafo de ese texto: “Si esta sociedad va a prometer a las mujeres seguridad sexual a cambio de anular la interdependencia que comporta el sexo, si librarnos de la violencia va a implicar, como contrapartida, no poder atravesar la opacidad de nuestros deseos, ese pacto no merece la pena y debemos rechazarlo”.

Serra apelaba, ya al final, a “ese depende” del que hablaba Torres al principio, a que una ley entienda “la exploración” que supone el sexo y que la ley “entre donde hay violencia, tomándose en serio la complejidad del terreno en el que entra”. Contra la violencia sexual, en cualquier caso, “hay que legislar”, coincidían ambas. “Donde hay violencia, el Estado tiene que entrar”.

“¿Y el deseo romántico?”, las interpeló Bonet. Y contestó Torres: “Ese sí que nos ha perjudicado, eso sí que es un constructo opresor. El final feliz”.

Los seis debates que quedan se celebrarán durante dos semanas, de lunes a jueves, hasta el 20 de abril en la Fundación Ortega-Marañón, el Instituto Cervantes, el Círculo de Bellas Artes y el Ateneo de Madrid. En este tono de reflexión pausada y abierta, cada día tendrá lugar un coloquio entre dos personalidades relevantes de la actualidad española, como el periodista Iñaki Gabilondo, la escritora Marta Peirano, el presentador y periodista Jordi Évole o la escritora Laura Restrepo. En las conferencias abordarán algunos temas clave del futuro que ya se tratan en el presente, como el feminismo y los cambios legales que este movimiento está generando, la industria digital y las redes sociales o los nuevos derechos.

Todas las charlas se celebrarán de 19.00 a 20.30 y se retransmitirán en directo a través de la web de la Fundación Ortega-Marañón. Las personas que deseen acudir presencialmente a los encuentros pueden reservar plaza de forma gratuita a través de la web.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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