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‘Argentina, 1985′, cine para cerrar la grieta de la polarización política

Santiago Mitre y Ricardo Darín hablan del debate que la película, la única latinoamericana que aspira al Oscar, ha generado entre los espectadores en tiempos de división

Santiago Mitre y Ricardo Darín, el pasado 13 de febrero.
Santiago Mitre y Ricardo Darín, el pasado 13 de febrero.Chris Pizzello (Invision/AP)
Luis Pablo Beauregard

Segundos después de haber ganado el Globo de Oro a Mejor Película de habla no inglesa, Ricardo Darín subió al escenario junto con Santiago Mitre, director de Argentina, 1985. El actor habló después de Mitre y una música comenzó a llenar el espacio en el hotel Beverly Hilton, el inequívoco gesto que Hollywood usa en los premios de cine para que el “talento”, como se les llama a las estrellas, despeje el micrófono. Presionado, Darín se apuró a comparar el galardón recibido con la gesta de Messi y los suyos en Qatar. “Este tipo de cosas demuestra claramente la necesidad que tenemos los argentinos de festejar cosas”, ha dicho el actor sobre el gesto, que calificó de broma el gesto (aunque en los premios Goya hubo otra referencia al 10 de la albiceleste).

Darín está estos días volcado en colocar el nombre de Argentina nuevamente en la cima. En esta ocasión no se trata de una competición deportiva, sino de los premios de cine más famosos, los Oscar. El actor participa estas semanas en la que es su cuarta campaña para conseguir la estatuilla de la Academia. Esta vez es diferente, dice, de las que hizo en favor de El hijo de la novia, El secreto de sus ojos y Relatos Salvajes. “En esos casos mi trabajo se remitía a mi colaboración como actor en cada una de ellas, en este caso, al ser también productor, hay una conexión con esta película muy desde antes de comenzar a rodarla”, explica Darín vía remota desde Nueva York. A su lado está Mitre, el director y guionista de este drama de tribunales apoyado por Amazon que recrea el primer juicio en democracia a la Junta militar.

Las campañas rumbo al premio de la Academia están formadas por una inversión en publicidad que tiene como objetivo que los miembros vean y voten por la película. Darín recuerda que en la primera, en 2001, El hijo de la novia era la amplia favorita hasta que el melodrama bosnio No Man’s Land (En tierra de nadie) se quedó con el Oscar de película extranjera de manera sorpresiva. “Era razonable que el mundo estuviera muy interesado en ella, a pesar de que estábamos muy orgullosos con El hijo... que yo considero muy buena peli”, afirma.

Santiago Mitre y Ricardo Darín luego de ganar el Globo de Oro.
Santiago Mitre y Ricardo Darín luego de ganar el Globo de Oro.RICH POLK (Getty Images)

Argentina, 1985 es la solitaria representante de América Latina en una categoría llena de cine europeo: la épica cinta alemana de guerra Sin novedad en el frente; la belga Close, la polaca EO y la irlandesa The Quiet Girl, que ha arrasado en varios festivales y se convirtió en la película que más ha recaudado en su país. La película llevó a más de un millón de personas a las salas en Argentina. También provocó una discusión sobre la decisión de Mitre de no convertir en un personaje de la ficción a Raúl Alfonsín, el presidente que dio el visto bueno a que los militares fueran sentados en el banquillo de los acusados. El exmandatario solo aparece con su voz, lo que fue criticado por algunos en el centro político.

“Al juicio había que entrar de a poco, entender quién era Julio César Strassera [el personaje de Darín, basado en un fiscal de la vida real], su contexto familiar y la época que se vivía en Argentina, que recién había recuperado la democracia”, indica Mitre. El director escribió el guion junto a Mariano Llinás. Ambos se centraron en el fiscal Luis Moreno Ocampo y en Strassera, una figura burocrática que su madre, quien trabajó en tribunales, conoció y consideraba un buen personaje. Su filmografía deja clara su apuesta por los temas políticos. En 2017, el director convirtió a Darín en un presidente ficticio que acude a una cumbre de mandatarios en La cordillera. Años antes, su pluma creó otro de esos personajes de clase media y conciencia social que tan bien encarna Darín. Fue en Elefante Blanco, de Pablo Trapero, donde el actor hizo de un sacerdote que trabajaba en un cinturón de miseria.

“Argentina fue el único país de la región que tomó la decisión de enjuiciar a los dictadores después de la dictadura. Ese es mérito de Alfonsín y es un mérito enorme de su Gobierno”, añade Mitre. Darín, en cambio, se dice sorprendido por el hecho de que esa omisión voluntaria haya causado tanta atención en su país. “Me parece un rasgo de mucho gusto para la época en la que vivimos, donde la injerencia de un poder está a la orden del día sobre otro poder. Cada poder, el Ejecutivo y el Judicial, se ocupa de lo que se tiene que ocupar. En realidad, se agiganta la figura de Alfonsín. Imagínate una escena donde un actor hace de él... Para nosotros era una imagen tan grande...”, señala el protagonista. La película tiene también entre los productores a su hijo, Chino Darín, y a Victoria Alonso, una cineasta porteña que es la encargada de producción física para los estudios Marvel.

En la conversación, Mitre y Darín hablan de la polarización política que viven los argentinos, un fenómeno que en apariencia parece local, pero que está presente en muchas sociedades. Esta conexión se probó con el aplaudido paso de la cinta por Venecia y San Sebastián. “El éxito de la película expresa la posibilidad de que esa grieta se desdibuje un poco y que los argentinos puedan verse reflejados en algo que está bien, que fue un triunfo de la sociedad”, apunta Darín. “Es un triunfo de la democracia y creo que ir a verlo en la sala, rodeado de gente, había una sensación de que ese periodo de la democracia se expandía. La gente aplaudía en la sala. Fue un hecho que revivió la catarsis que significó ese juicio”, dice el director, quien convirtió en personajes principales a los fiscales de la causa judicial.

Mientras se preparaba para rodar la película, Mitre revisó La historia oficial, una célebre película estrenada el mismo año en el que se desarrolla Argentina, 1985. La película dirigida por Luis Puenzo protagonizada por Norma Aleandro y Héctor Alterio sirvió al cineasta, que entonces iba al kínder —preescolar—, para conocer cómo se vivía en su país. Aquella cinta también habla de uno de los excesos más inhumanos de la dictadura. Podría Argentina, 1985 tener más coincidencias con ella si gana el premio de mejor película de habla no inglesa en la ceremonia del 12 de marzo. La historia oficial fue la primera ganadora de un Oscar para Argentina. La segunda llegó en 2010 con El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella, que triunfó en la 82ª edición. Pero Mitre se define muy cabulero. No preparará ningún discurso para la gran noche, para “no tirarle a la mala suerte”.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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