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Crítica | Tori y Lokita
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Tori y Lokita’: los Dardenne muestran cómo Europa le da la espalda a los menores subsaharianos

Los cineastas belgas golpean con su cine esencial a través de la historia devastadora de dos chavales sin papeles en un cruel primer mundo

Tori (Pablo Schils) y Lokita (Joely Mbundu), en una imagen de la película de los Dardenne.
Elsa Fernández-Santos

Pocas filmografías contemporáneas han perseguido con tanto ahínco y resistencia el deshumanizado subsuelo de la acomodada sociedad europea como la de los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne. Su último puñetazo se titula Tori y Lokita, y pasó como una apisonadora por el festival de Cannes de este año. Cuando ya nadie espera sorprenderse con unos cineastas que abrieron nuevas rutas dentro del cine realista y social, que además lo han logrado todo o casi todo —ganadores de sendas Palmas de Oro por Rosetta (1999) y El niño (2005), además del Gran Premio del Jurado por El niño de la bicicleta (2011) o los premios de guion y dirección por El silencio de Lorna (2008) y El joven Ahmed (2019) respectivamente—, los Dardenne se alzaban con el Premio Especial del 75º aniversario de Cannes gracias a una película incontestable en la que recuperan la ferocidad de su mejor cine.

Una de las figuras más influyentes en el inicio de los Dardenne fue el poeta, dramaturgo y escritor francés Armand Gatti, cuyo magisterio sobrevuela algunas de las estrategias más militantes de un cine-denuncia capaz de resolver muchos de los dilemas morales que hay ante la representación del lado más miserable de la realidad. Cuando Gatti estrenó su obra La pasión del general Franco, censurada por Charles De Gaulle en 1968 tras un conflicto diplomático con el régimen franquista, lo hizo con emigrantes españoles sobre el escenario y un patio de butacas sin sillas para que los espectadores estuvieran de pie, activos e incómodos. Se trataba de una decisión destinada a evitar que se “consumiera” cómodamente una obra que hablaba de una guerra fratricida y una dictadura fascista. Esa premisa, la de un patio de butacas incomodado con rigor e inteligencia ante una realidad que es mejor no ver, está en la concepción de todo el cine de los Dardenne, que, cuando logra lo que persiguen, como en esta desconsolada Tori y Lokita, funciona como un rotundo alegato político que enfrenta al espectador con lo que subyace en su confortable vida y sus insalvables contradicciones.

Una vez más, dan voz a los más débiles de un sistema incapaz de ofrecer respuesta a sus mayores dramas, ni siquiera cuando se trata del trágico destino de muchos inmigrantes menores sin papeles. Tori es un niño de 12 años y Lokita una adolescente de 16 que han llegado a Bélgica desde Italia. Son niños africanos condenados, de entrada, a las pateras y a las mafias para encontrarse después perdidos en una alegalidad que les impide trabajar como personas y les obliga a vivir como esclavos, haciendo lo que haga falta en el mercado negro de turno, en este caso el de la marihuana. Tori es listo como el rayo, un niño lleno de vida y energía que adora a Lokita, buena y fuerte en su insondable soledad. Quieren que les reconozcan como hermanos porque, desde que se declararon amor incondicional en la isla de Lampedusa, lo son.

Todas las decisiones formales que toman los Dardenne a la hora de contar esta historia son siempre desde el respeto a los dos personajes y a los admirables críos que los interpretan, Pablo Schils y la maravillosa Joely Mbundu, cuya melancólica mirada cuesta olvidar. Son pequeños héroes invisibles interpretados con una delicadeza y verdad desarmantes, en una película que se mantiene firme en su narrativa concreta y sencilla, capaz de generar una angustia insoportable desde su realismo y desnudez, sin caer en florituras y mucho menos en la sordidez gratuita que pueda denigrar a sus actores-personajes. Tori y Lokita nos obliga a mirar de frente la crueldad de este mundo desde los ojos transparentes de dos niños para que no olvidemos que lo esencial, eso que alimenta el mejor cine de los Dardenne, se parece en su conmovedora pureza a la canción infantil que estos dos pequeños náufragos aprendieron a cantar juntos el día en que sellaron su hermandad en la inhóspita Europa.

TORI Y LOKITA

Dirección: Jean-Pierre y Luc Dardenne. 

Intérpretes: Joely Mbundu, Pablo Schils, Claire Bodson, Batiste Sornin. 

Género: drama. Bélgica, 2022. 

Duración: 88 minutos. 

Estreno: 11 de noviembre.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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