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Javier Marías en seis lecturas

Un intento de sugerencias para quienes deseen recorrer uno de los orbes novelescos que mayores recompensas proporciona

Javier Marías, fotografiado en su despacho, rodeado de libros, en 1992. Foto: CHEMA CONESA | Vídeo: EPV

No es frecuente que los años de plenitud de un escritor alcancen el medio siglo. Los de Javier Marías lo han rebasado, pese a su prematura muerte a sus 70 años. Desde su debut novísimo con Los dominios del lobo (1971) hasta la reciente Tomás Nevinson (2021), la producción narrativa de Marías ha configurado una de las aventuras literarias más fascinantes de las letras en español y una lección sostenida de cómo el máximo rigor compositivo y la honda penetración en la naturaleza humana pueden armonizarse con la capacidad de llegar —y cautivar— a cientos de miles de lectores. Estos conocen bien la prosa pensativa del autor, sus perturbadoras inquisiciones morales o su quirúrgico análisis de un ademán o una acción, conocen su audacia de injertar en la ficción el ambiguo yo autobiográfico o arrastrar a ella las cuentas sin saldar de la memoria histórica. Para quienes deseen recorrer uno de los orbes novelescos que mayores recompensas proporciona, me atrevo a sugerir seis puertas de acceso. Una vez dentro, el itinerario, sea cual sea, no dejará de producir un formidable enriquecimiento cognitivo —por decirlo como el viejo Harold Bloom— a cualquiera que lo acometa.

‘El siglo’ (1983)

Después de dos novelas de aventuras (Los dominios del lobo y Travesía del horizonte) y un libro híbrido de relato y ensayo (El monarca del tiempo, 1978), Marías encara por primera vez la indagación en una conciencia corrompida: la del juez Casaldáliga, que agoniza junto a un lago inmundo como su memoria. Mediante una introspección morosa, los capítulos pares nos sumergen en la culpa del anciano, responsable de una delación al final de la guerra —como la que sufrió Julián Marías, a la que volverá en Tu rostro mañana—, mientras que en los impares un narrador omnisciente va refiriendo los términos de aquella infamia. Pero del ensamblaje de unos y otros resulta una fábula sobre la posibilidad de forjarse un destino y la irrupción indefectible del azar. El estilo de Marías empieza a respirar en una sintaxis ensanchada y flexible.

‘Todas las almas’ (1989)

Pieza seminal cuya arquitectura mezclaba la novela de campus con el relato de misterio y en cuyo protagonista inyectó Marías abundantes datos de su biografía, empezando por su estancia en Oxford como lector y siguiendo por sus reflexiones sobre el acto de rememorar y contar lo vivido. El narrador autobiográfico que cuenta y piensa —un avatar estilizado o figuración del autor— convierte su evocación de los años oxonienses en un discurso errabundo, plagado de excursos, que sustituye con ventaja a la trama clásica. Entre la flemática población universitaria (los profesores del college son correlatos de hispanistas reales) van esbozándose enigmas y misterios, como los que rodean la figura del escritor John Gawsworth, que saltarán a la obra futura de Marías y a su propia vida.

Javier Marías hojea un ejemplar de 'Corazón tan blanco'. Con él, Amaya Elezcano y Miguel Munárriz.
Javier Marías hojea un ejemplar de 'Corazón tan blanco'. Con él, Amaya Elezcano y Miguel Munárriz.gorka lejarcegi

‘Corazón tan blanco’ (1992)

El Macbeth de Shakespeare le dio el título, y la historia de este narrador, que no quiso saber, pero acabó sabiendo por qué se suicidó la segunda esposa de su padre al volver de su luna de miel, hizo que se le rindieran los mercados internacionales. La primera frase amarra al lector y lo empuja al discurso de un narrador que forcejea entre el temor a desvelar el pasado y la necesidad de conocer, que se enfrasca en una meditación sobre el daño, el fingimiento y la culpa y que se enfrenta a su propia vida presente, en la que su padre, Ranz, parece proyectar una sombra ominosa. Traductor de profesión, el narrador interpreta actitudes, palabras e indicios, para construir el sentido allí donde parece no haberlo.

‘Negra espalda del tiempo’ (1998)

La novela más controvertida, acaso la peor entendida de las suyas. Marías narra en primera persona, sin embozos ficcionales, las consecuencias inverosímiles que tuvo para él la publicación de Todas las almas. La crónica adquiere visos de invención cuando se revela que el escritor John Gawsworth era rey del islote de Redonda en el Caribe y que el propio Marías ha sido nombrado heredero de la corona. Esta «falsa novela» —así la consideró— puso en cuestión la frontera entre fabulación y realidad en la escritura novelesca, problematizó el empleo de un yo que remitiera al autor y, en cierto modo, contribuyó a la torrencial cosecha posterior de autoficciones.

‘Tu rostro mañana’ (2002-2007)

Esta obra maestra sin paliativos es otra derivación de Todas las almas, si bien ahora regresando al narrador original, Jaime Deza, que ha sido captado por el servicio de inteligencia británico por su habilidad para leer en el habla y gestualidad de cualquier individuo su deslealtad futura. Deza se convierte en un detector de traidores, como los que delataron a su padre tras la Guerra Civil. Las tres partes de la novela, Fiebre y lanza, Baile y sueño, Veneno y sombra y adiós, componen un friso narrativo colosal de una complejidad imposible de resumir, en cuyo centro se sitúa el problema de la manipulación y fabricación de la verdad y, por tanto, la incertidumbre que pesa sobre el conocimiento de la historia y de los otros. Nada es lo que parece y lo que parece es siempre otra cosa. Por eso no debería uno contar nunca nada, como cree Deza en su primera frase.

‘Tomás Nevinson’ (2021)

La última novela de Marías, como la anterior Berta Isla (2017), de la que es continuación, es una historia de espías que logra el perfecto equilibrio entre suspense argumental y reflexión moral, donde la prosa llena de meandros, a ratos contemplativa o especulativa, con chispazos de humor, se amolda sin estorbo al desarrollo de la intriga. El espía angloespañol del título es reclamado por el servicio de inteligencia británico, años después de retirarse, para que identifique, entre tres sospechosas, a una terrorista del IRA colaboradora de ETA y responsable de atentados como el de Hipercor. La misión implica adoptar una personalidad falsa y ejecutar a la elegida aun sin pruebas. El desasosiego que transmite el brete moral de Nevinson solo era posible contarlo con la extraordinaria escritura de merodeo y asalto, con la prosa envolvente e irrepetible de Javier Marías.

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