‘Se Vende’, cuando solo queda la audacia

Se Vende es un espectáculo musical plagado de referencias artísticas. Su contenido y su mayor valor, para quien esto firma, reside en encuentros que pueden haber sido inesperados. Por ejemplo, no he visto nunca ni siquiera presentido algo aquí evidente: el libreto de Se Vende son sus audiovisuales; su armazón es un chat, convenientemente filmado, entre seis jóvenes que chatean sobre lo que se hace en este medio, ellos son la actualidad. Pero hay más material en estos vídeos: juegos con profusión de imágenes de políticos de actualidad, sentencias, colores, filmaciones de actos con colaboraciones artísticas de gente como Muntadas o Gómez de Liaño, en fin…

Y es que esta metazarzuela es un producto manejado desde la imaginación del artista José María Sicilia, mentor de El Instante Fundación, un lugar insólito para lo que es el actual páramo de la escena artística madrileña.

Se Vende es su proyecto estrella para este 2021 y muestra una ambición casi desmesurada. En su espacio industrial, se sitúan una orquesta de una treintena de músicos, un coro, 10 actores, cuatro cantantes y gente que pulula haciendo fotos. El público, no más numeroso que la orquesta, se sitúa como puede en medio del follón. Es un arte total que recoge ideas de la vieja vanguardia y las pone en manos de gente muy joven para que vivan la ilusión de que lo están inventando ellos. La renovación artística siempre ha sido así y Sicilia es un maestro. Los jóvenes artistas son, primero, jóvenes, pero luego extraordinarios profesionales, algunos más en ciernes que otros, curtidos ya en mil batallas de la precariedad que nos asuela. El resultado puede sorprender a unos, cansar a otros, pero es el producto más fresco e imaginativo que se ha puesto en pie en Madrid en lustros. ¿La clave?, la independencia de El Instante Fundación, hacen lo que quieren y como quieren, algunas cosas pueden salirles regular, pero el ingenio libre y sin ataduras siempre es el fermento de las verdaderas ideas. Y estas abundan en esta pieza musical que yo no necesito llamarle zarzuela.

Vídeos, puesta en escena y dirección corren a cargo de José María Sicilia, pocas bromas, es un grande del arte español contemporáneo. El libretista es un tal J. M. Fernández-Shaw, apellido de alta raigambre zarzuelística, que prefiere el anonimato, por más que sea muy leve. Los compositores, que son tres, son pesos pesados de la composición española, Jesús Rueda, David del Puerto y Javier Arias, y hacen muy bien lo suyo, tanto componer, a partir de músicas y géneros muy populares, como empotrarse en el colectivo. Es esperable, pero hay que reseñarlo. Manejar este colectivo desde los medios parcos y el espacio convertido en virtud desde la necesidad no está a la altura de cualquiera. Cristina Pons, coordinadora de El Instante, lo resuelve milagrosamente y era todo menos fácil.

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Luego están la orquesta Madrid Festival Orchestra, dirigida por un joven valor, Albert Skuratov; el Coro de la Orquesta y Coro Filarmonía, el Aula de Teatro Universidad Carlos III de Madrid. Un colectivo loco, lleno de jóvenes que se sienten importantes porque lo son. Y, como ocurre en estos tiempos de crisis, lo hacen muy bien y contagian entusiasmo. Una alegría oírlos y verlos.

Y una última constatación: este derroche de arte libre puede terminar transmitiendo algo parecido a un florecimiento de unos nuevos años veinte: sexo, porno, crisis política y social… un guion ya conocido; una pandemia que acaba, precariedad masiva... Y donde nada queda, siempre está el cuerpo y el entusiasmo, y entre bambalinas, el fascismo. Puede que Sicilia sea una nueva Casandra, anunciando algo que nadie creerá.