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EN POCAS PALABRAS

Ricardo Iniesta: “Marat-Sade’ se sigue censurando en muchas ciudades de España”

El director de la compañía teatral Atalaya presenta en Madrid su premiada adaptación del 'Rey Lear' de Shakespeare

SETANTA

Ricardo Iniesta (Úbeda, 1956) fue uno de aquellos creadores que agitaron el teatro español en los últimos años del franquismo. En 1983 fundó en Sevilla la emblemática compañía Atalaya, que estos días representa en Madrid su premiada adaptación del Rey Lear de Shakespeare..

¿Qué le llevó al teatro?

Comencé en el verano del 74 con 18 años, en un teatro universitario de agitprop. Hasta entonces yo pensaba que el teatro era algo ya caduco. Y fue ahí cuando se me introdujo el alien teatral, porque me di cuenta de la capacidad que tiene el teatro como herramienta de transformación social… El tiempo nos ha dado la razón con las mujeres de El Vacie que han participado en nuestras producciones, que siguen girando por el mundo y han conseguido que El Vacie esté a punto de desaparecer.

¿Cuál es la última función que le ha gustado?

Shock, el cóndor y el puma, dirigida por Andrés Lima en el CDN, y El viaje de la tribu gitana de Melquiades hasta Macondo, dirigida por Beatriz Camargo en Colombia.

¿Y su favorita de todos los tiempos?

Llevaba más de 30 años con una tríada: La clase muerta de Kantor, Mahabarahta de Peter Brook y Cenizas de Brecht del Odin Teatret. Hace poco se les unió Monte Olimpo de Jan Fabre.

¿Se ha salido alguna vez de una función a medias?

Debo confesar que sí, aunque no esté nada bien hacerlo. Es algo visceral.

Su Rey Lear ha destacado entre las muchas adaptaciones que se hacen cada año de obras de Shakespeare. ¿Cuál es el secreto de una buena adaptación?

Aprendí con mi hermano Carlos de sus versiones de la tragedia griega. Cuando nos dejó hace 12 años tuve que abordar Ricardo III yo solo… y salí indemne de aquello. Luego he ido cada vez enganchándome más y aprendiendo, con Celestina, Madre Coraje, Marat-Sade… Resulta fundamental pasar por dentro de cada una de las palabras, sintiéndolas en primer lugar musicalmente, pero también como imágenes. Ayuda mucho trabajar con un mismo equipo de actores e intuir quién va a darle vida a cada frase y, claro, ser muy leal al autor.

Usted llegó a ser detenido en los setenta. ¿Sigue pensando en el teatro como arte de agitación o en el contexto actual tiene otro sentido?

Sí, todo el grupo La Guadaña al que me referí antes acabamos en la cárcel. Para mí el teatro resulta muy agitador de conciencias. Lo venimos viviendo en cada gira con Marat-Sade, que se nos sigue censurando en muchas ciudades de España. Y lo vivo en algunas frases de Rey Lear que parecen escritas por activistas de nuestros días (en su contenido, porque en su forma no están al alcance de ningún mortal de estos tiempos).

¿Cómo se consigue mantener una compañía estable durante 38 años?

Creo que de los tiempos de la militancia política saqué un aprendizaje para este camino. La capacidad de resistencia ideológica, el colectivismo e igualitarismo, el rigor, la capacidad estratégica, la escucha a los demás… Todo ello puesto al servicio del grupo. Pero hay algo más importante, que es la suerte de haber encontrado a los maestros que nos han alumbrado el camino: Barba, Esperanza Abad, los maestros orientales, así hasta un centenar que han pasado por Atalaya y TNT. Cada uno de ellos ha dejado un poco de “masilla” filosófica y artística que hemos aplicado cuando se resquebrajaba el grupo y nos ha fortalecido.

Su sede es Sevilla. ¿Es más difícil hacer teatro fuera de Madrid y Barcelona?

No lo fue durante varios lustros, sino al revés, cuando existían muchas compañías que transitábamos por todo el país. Ahora priman las productoras que contratan una cara conocida por espectáculo y colapsan el circuito teatral. Hoy día si no pasas por Madrid o Barcelona difícilmente puedes girar. Nosotros hemos estado a punto de marcharnos a Madrid, pero al final hemos tomado conciencia de que el centro de investigación con tres salas que es TNT no sería posible en Madrid o Barcelona, y debo decir que en ambas ciudades se nos acoge con mucho respeto y cariño.

¿Qué canción escogería como autorretrato?

Viatge a Ítaca, de Lluís Llach, y Bella ciao, pero en versión de Goran Bregovic...

Si no fuera director de teatro, ¿qué le gustaría ser?

Un aventurero que no parara de viajar y conocer otras culturas.

Recomiéndenos alguna adaptación al cine de una obra teatral.

Rey Lear, de Kozintsev. Para mí ha sido determinante.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

El dinero.

¿Qué encargo no aceptaría jamás?

Un montaje teatral que vaya contra mis ideas… tanto sociales como artísticas.

Su compañía ya tiene el Premio Nacional de Teatro. ¿A quién se lo daría este año?

Creo que resulta muy injusto que Mario Gas no lo haya recibido aún.

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