_
_
_
_
_

Los cortometrajes en Berlín hablan español

'Suc de síndria', de Irene Moray, y 'Leyenda dorada', de Ion de Sosa y Chema García Ibarra, compiten por el Oso de Oro de su categoría en la Berlinale

Gregorio Belinchón
Elena Martín y Max Grosse Majench, en 'Suc de síndria'.
Elena Martín y Max Grosse Majench, en 'Suc de síndria'.

Dos cortos españoles, en el concurso de la Berlinale. Y además ambos muy diferentes, en forma y fondo, con lo que el espectador se hace una idea de las distintas propuestas del cine español. Si Suc de síndria, de Irene Moray, pertenece a la escuela de directoras catalanas —que en Berlín siempre han encontrado su merecido eco—, Leyenda dorada, de Ion de Sosa y Chema García Ibarra, defiende ese mundo en el que se mezclan pasados y presentes, costumbrismo y ciencia-ficción, en el que también habría que incluir otros creadores como Luis López Carrasco.

Más información
El triunfo del otro cine español
Lecciones para una adolescente española en un ‘resort’ de Senegal

Suc de síndria nace de las experiencias como terapeuta de reiki de Moray, que tiene una larga carrera como foto fija en cortos y en Júlia ist, debut como directora de Elena Martín. La cineasta protagoniza como actriz el corto de Moray, y es habitual de Berlín, donde llegó a estudiar. En Suc de síndria, Martín encarna a una chica que pasa en una casa en el campo unos días de vacaciones junto a su pareja y otros amigos. Todo parece ir bien, con la sensualidad que emana del asueto y el campo, si no fuera porque ella no alcanza el orgasmo. A lo largo del corto el espectador descubre el porqué, y Moray acaba muy en alto en una secuencia en la que Martín devora la cámara. "Aunque parezca por el tema lo contrario", recuerda Martín, "el rodaje fue relajado, Irene estuvo muy pendiente del arco dramático de los personajes y me cuidó mucho".

Antes de cada filmación, Moray dirigía ejercicios de respiración, tantra y meditación para Martín y Max Grosse Majench, que encarna a su pareja. "Así encontramos un lugar de empatía. Es un trabajo arriesgado, porque me lancé, pero no complicado", recuerda la actriz. Moray asegura que no ensayaron tanto, que lo importante era llegar al "recorrido emocional de la protagonista". "No quería quedarme a medias, tenía que obtener mucha profundidad", aduce la cineasta. "Tienes que llevar y traer a tu actor sin dejarle secuelas", sonríe.

Fotograma de 'Leyenda dorada', de Ion de Sosa y Chema García Ibarra.
Fotograma de 'Leyenda dorada', de Ion de Sosa y Chema García Ibarra.

La idea le vino una tarde, y lo escribió del tirón. "Enlaza con mi trabajo de terapeuta de reiki, hay muchas mujeres a mi alrededor a las que les costaba llegar al orgasmo con un hombre o habían sufrido abusos. Con solo leer la prensa muchas veces ya te estremeces. En fin, creo en el poder sanador del amor". ¿Ayudó que en ese momento del rodaje los protagonistas estuvieran muy vinculados? "Ayudó en muchas partes y en otras no. Tener una relación de mucha confianza y de muchos años con el otro te ayuda a tocar temas íntimos sin que nadie se sintiera incómodo. Sin embargo, al trabajar con material tan sensible, había momentos en que los pequeños conflictos de la relación cotidiana podían tomar otra dimensión e interrumpir el flujo del rodaje", recuerda Martín.

Leyenda dorada, de García Ibarra (La disco resplandece, El ataque de los robots de nebulosa-5) y De Sosa (True Love, Sueñan los androides), se mueve en otro imaginario, repleto de sutiles referencias y guiños cinéfilos. A priori parece que vemos un día en una piscina pública, pero en la pantalla se suceden mensajes y homenajes que los directores explican felices: "Han sido como unas vacaciones, nos lo hemos pasado muy bien y hemos trabajado juntos de manera fluida", cuenta De Sosa. Desde el mismo título hay un homenaje al director que más ha influido en García Ibarra: Luis Buñuel. "Lorca le recomendó un libro, que según las traducciones es Leyenda áurea o Leyenda dorada, del dominico del siglo XIII Santiago de la Vorágine, que recopila vidas de santos y en el que Buñuel encontró su inspiración para Simón del desierto". Por eso hay una chica fotografiando un libro que envía a un tal Luis B. "En realidad, este corto habla de un milagro, de alguien que camina sobre el agua para salva a un ahogado", recuerdan ambos. "Tiene mucho que ver con las pinturas exvotos de las iglesias. Pues aquí hemos hecho uno cinematográfico".

El corto también esconde referencias a "lo oculto, al demonio", a través de una imagen de Antonio Anglés, responsable del crimen de Alcàsser. "Hemos construido un embrujo, una atmósfera en la que se están quedando dormidos, y en el que interviene incluso la virgen". El momento místico estaba desde el inicio, antes de desarrollar el guion. Y por eso, enseñan, en el móvil, un plano de La vía láctea —otra vez Buñuel— en el que se han inspirado para que una bañista recuerde a la virgen María. ¿Qué hubiera opinado Buñuel del corto? "Que se oye mal, porque hemos hecho aposta un sonido chirriante, pero quería mucho a sus discípulos, así que le haríamos gracia".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_