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Corrientes y desahogos
Columna
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El relato

No basta un cuento chino para legitimar o respaldar una posición sino que se necesita una micronarración tonante al estilo de “España nos roba”.

A casi todo se asocia hoy el “relato”. La doctrina, el discurso o el postulado han sido reemplazados por la novedosa presencia del “relato”. Pero no basta un cuento chino para legitimar o respaldar una posición sino que se necesita una micronarración tonante al estilo de “España nos roba”.

Con estos pronunciamientos energéticos, el contrario se ve obligado a oponer proteínas textuales y con tino. Al relato separatista basado en la opresión se alza la exaltación de la unidad y la pluralidad democrática. Frente al relato de una Europa populista se iza el Imagine de Lennon.

De este modo “narrativo” vamos ahora construyendo el empedrado social y de ese modo vamos reproduciendo en la vida política las lecciones que se han ido recibiendo del marketing sentimental, Saatchi&Saatchi, a la cabeza.

De hecho, “el relato” fue una de las condiciones que debía poseer una marca en el mercado personalizado que nació hace tres décadas. No debe bastar con proclamar la calidad de un objeto es además indispensable que su posesión proporcione una experiencia compartida con el beneficio de su "relato" interior. El turrón que llega por Navidad posee el tibio aroma del hogar, Coca Cola aporta la chispa feliz y el Ferrari es siempre Number One aunque no gane una sola carrera.

Pero no es todo tan sencillo como inventarse un bonito cuento. Hay que acertar para unir el dicho y el hecho. La política austericida posee el convincente relato de la escasez y la pobreza rampante. La Alemania de Merkel forma parte de esa abominable unión resumida en un título asesino. Igualmente si en España sobresale el relato de la recuperación económica es mérito de haber sido construido por encima del tremendo desempleo y la precariedad.

Ciertamente, el relato no sería exactamente la posverdad, ni un eslogan, ni la propaganda sin más. El “relato” se desliza como una pieza de oro destinada a hacer creer y sentir la síntesis moderna de la verdad.

Esto lo supo hace más de una década la publicidad pero ahora la publicidad lo es todo y su marketing la Santísima Trinidad. Tan poderosa e intangible en su influencia que el clásico texto de Porsche lo representa muy bien. “¿Qué es Porsche?”, decía el anuncio. “El coche que nadie necesita y todo el mundo desearía tener”.

Tener una convicción, creer, ser persuadido, he aquí el gran truco. El “relato” viene en oportuno auxilio del desconcierto, la falta de fe, la ignorancia latifundista y proverbial.

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