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El cine de Hitler no vivió años de oro

Un libro repasa los 50 mejores filmes de los más de 1.200 que se rodaron durante el III Reich, con claros fines propagandísticos

Gregorio Belinchón
Adolf Hitler, acompañado del ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, en una visita a los estudios UFA en Postdam.
Adolf Hitler, acompañado del ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, en una visita a los estudios UFA en Postdam.Bettmann Archive (Getty Images)
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No fue el estallido de calidad del cine de la República de Weimar de los años treinta, que alimentó de creadores las siguientes dos décadas de las mejores producciones de Hollywood, pero las películas que se realizaron durante los 12 años del III Reich esconden multitud de anécdotas, mucha propaganda y algún trabajo interesante. Y una ingente cantidad de celuloide: se rodaron más de 1.200 largometrajes, ya que los nazis consideraron el cine como una de sus más incisivas armas de publicidad. Otras ramas artísticas, como la literatura, fueron despreciadas y solo sirvieron como base para largometrajes. Para Adolf Hitler y sus adláteres, la gran pantalla era el camino más directo para contar historias que enardecieran a las masas, y a esa labor se dedicaron con inmenso ahínco. Sin embargo, el esfuerzo no logró el mismo resultado cualitativo.

La cineasta Leni Riefestahl.
La cineasta Leni Riefestahl.

Marco da Costa, profesor de español en la Universidad de Izmir (Turquía), analiza las 50 películas más destacadas de aquel furor fílmico en El cine del III Reich (Notorious Ediciones), en su siguiente paso natural tras haber publicado hace tres años Ideología y propaganda en el cine del Tercer Reich. El libro no solo desmenuza ese medio centenar de títulos para que el lector saque un amplio panorama de aquella época -marcada, obviamente por el talento de Leni Riefenstahl- sino que a modo de apoyo repasa otras cincuenta curiosidades que se convierten en la salsa del volumen: así aparecen entre esas rarezas y personajes singulares un musical antisemita, el único actor negro que trabajó durante el nazismo, la visión alemana del hundimiento del Titanic (su director no acabó el filme, ya que murió en la cárcel, según la versión oficial, al suicidarse), la adaptación germana de una obra del dramaturgo catalán Àngel Guimerà, un Sherlock Holmes que encarnó un mito de la época (Hans Albers), la película que inspiró a Blake Edwards Víctor o Victoria, o la vida del director judío Kurt Gerron, que fue obligado a realizar el documental sobre el campo de concentración de Terezin, antes de morir él mismo en Auschwitz.

Y hay más: extrañas desapariciones de estrellas rutilantes, divorcios ultrarrápidos de mujeres judías, amantes de Goebbels caídas en desgracia, actores que aparecen en videos caseros de la familia del ministro para la Ilustración Pública y Propaganda... "Lo divertido ha sido esta parte", cuenta Da Costa, "porque lo complicado es haber visto tanta morralla. Llevo desde 2007 con este tema, y ya he visto casi 900 películas, y encontrar esos títulos supuso bastantes viajes. Pero la idea era sacar a la luz las joyas". Como confirma Da Costa, la explosión creativa de la República de Weimar se deshizo con la llegada del nazismo, con lo que muy pocos críticos "se han metido en estos barros". "El listón estaba muy alto, las obras surgidas del Expresionismo alemán no tuvieron parangón en la época, y Hollywood se benefició de la diáspora de esos creadores con la llegada de Hitler al poder. Pero creo que había que poner ese cine -que, aunque suene raro, no deja de ser cine- en el escaparate, porque los nazis querían rodar espectáculo: los títulos propagandísticos puros no supusieron más que el 15% de toda la producción".

Coproducción con Japón

Entre las curiosidades del cine nazi que aparecen en el iibro destaca La hija del samurái (1937), que dirigió el antiguo mentor de Riefenstahl, Arnold Fanck, en Japón nada más firmarse el Pacto Antikomintern entre ambas naciones en 1936. El drama cuenta entre sus actores a Setsuko Hara, con tan solo 16 años -encarna a la hija del título-, antes de convertirse en la musa de Yasujiro Ozu y en la mejor intérprete de la historia de su país. No es una película desdeñable, a pesar de ciertas tomas filmadas solo por el puro folclore y por claros mensajes propagandísticos sobre el militarismo y el nacionalismo japonés y el subrayado de conceptos como el campesino y el Blut und Boden (Sangre y Tierra) y el espacio vital, una idea que Alemania usaba para justificar sus conquistas y que Japón también aplicó para ocupar Manchuria.

A los japoneses no les gustó mucho el guion y su visión de la cultura nipona y rodaron su propia versión dirigida por Mansaku Itami, en la que con los mismos actores se cambió el libreto y se pulió la ideología. Y ahi acabaron las aventuras de las coproducciones germanojaponesas.

El nazismo se volcó en el cine como cultura de masas, y eso se refleja hasta en el mismo cine, en el menosprecio a la literatura, por ejemplo. "A Hitler no le interesaba la literatura -salvo las novelas de Karl May- ni la ficción en general. Le atraían la historia y la arquitectura. Por eso hay pocas películas basadas en libros, excepto el caso curioso de las adaptaciones de Guy de Maupassant. Es más, a inicios de los años treinta casi no hubo versiones literarias para la ingete cantidad de peliculas que filmaban", describe el historiador. "Al final en mi selección he buscado romper un poco el mito del cine nazi propagandístico, lleno de esvásticas, dirigido por Riefenstahl y antisemita". Que también lo hay, como ilustra Da Costa, y así lo cuenta en el libro, pero él abre miras. "Ahora bien, calidad, calidad... Solo Riefenstahl". La directora y actriz es la figura más conocida del cine nazi para los aficionados, junto a la denominada trilogía de películas antisemitas. "Ya se ha rotó el tabú alrededor de ella, se puede ver su cine. Y analizadas El triunfo de la voluntad y Olimpiada sin prejuicios, impresionan. Eso sí, su star system era Hitler, ella sabía perfectamente lo que hacía y a quién servía".

Da Costa espera que los lectores abandonden los prejuicios cuando acaben su libro. "El cine nazi no es ingenuo, por supuesto que es propagandístico en mayor o menor medida, pero espero que descubran el star system de aquellos años, una serie de actores y actrices que ya trabajaban en los años veinte y que siguieron en esa época, y continuaron su labor en la posguerra".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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