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FERIA DE OTOÑO

Entre silencios y bostezos

El primer festejo de la Feria de Otoño transcurrió entre silencios a causa de la mala clase de una mansa y desabrida novillada de Alcurrucén y la tristeza de una terna afligida

Antonio Lorca
Noé Gómez del Pilar torea de rodillas al primer novillo de su lote, de Guadaira, durante la decimonovena corrida de la Feria de San Isidro de Madrid.
Noé Gómez del Pilar torea de rodillas al primer novillo de su lote, de Guadaira, durante la decimonovena corrida de la Feria de San Isidro de Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

La tarde transcurrió entre silencios, el sueño, la frialdad… Y el olvido. No hubo nada. La ilusión, quizá, por ver a tres novilleros que han cortado oreja en esta plaza, que dijeron algo en su día y que se espera que griten a voces su torería. Pero fueron los culpables los novillos, quizá, un derroche de mansedumbre y sosería y faltos de esa clase que exige el toreo de hoy; o fueron, tal vez, los chavales, tan barbilampiños y ya doctos en el pegapasimo imperante; valentones y conformistas a un tiempo, decididos y superficiales, también.

Pero, nada. No hubo nada; ni un novillo encastado y noble, ni un novillero que, a falta de ocasión para mostrar hondura, asustara al miedo con entrega. Y todo transcurrió entre silencios y bostezos, en esa neblina que provoca el frío del aburrimiento, en esa desesperanza que toma cuerpo novillo tras novillo.

ALCURRUCÉN/DEL PILAR, GERPE, CABALLERO

Dos novillos de Alcurrucén -primero y quinto-, y cuatro de El Cortijillo, correctos de presentación, mansos, desclasados y sosos.

Gómez del Pilar: pinchazo y estocada caída (silencio); dos pinchazos y estocada baja (silencio).

Luis Gerpe: estocada muy baja (silencio); dos pinchazos, media ladeada _aviso_ y dos descabellos (silencio).

Gonzalo Caballero: dos pinchazos y casi entera caída (silencio); estocada (silencio).

Plaza de las Ventas. Primer festejo de la Feria de Otoño. 4 de octubre. Más de tres cuartos de entrada.

Pero fue la ilusión despertada por la terna la que cubrió casi en su totalidad la plaza madrileña. Del Pilar y Caballero sorprendieron en San Isidro y se les esperaba con impaciencia; y Gerpe demostró sus buenas maneras allá por el mes de agosto. Pero en cuanto el oponente no es de carril, bonancible y repetidor, brotan el conformismo, la indecisión, la duda.

Quizá, eso fue lo que le sucedió a Gómez del Pilar en su primero, el más potable, a la postre, del encierro, huidizo, como todos, en los primeros tercios, que acudió a la muleta con cierta codicia pero sin dulzura; y ese detalle, quién sabe, impidió que el novillero se confiara y buscara la fusión necesaria de la que surge la emoción. Hubo muchos pases, pero faltó ligazón, confianza en sí mismo y comunión entre toro y torero. En fin, que Del Pilar no dijo nada cuando mucho se esperaba de él. Y tampoco en el cuarto, con menos clase, ante el que se le vio sin soltura, embotado y sorprendido de su aparente incapacidad. A sus dos novillos los esperó de rodillas en la puerta de chiqueros y salió con bien del envite. Genuflexo estaba, después de santiguarse tres veces, cuando su segundo se le paró a un par de metros, lo miró con cara de sorpresa y lo midió con descaro. Quiso el destino que tomara velocidad y pudo el torero sortear la embestida.

Tampoco dejó buen recuerdo Luis Gerpe, a quien no le faltaron ganas, pero sus maneras toreras tienen apagadas las cuerdas vocales. Ya se sabe que los novillos no colaboraron, pero el novillero demostró unas formas vacías, vanas y poca enjundia.

Y cabizbajo, como sus compañeros, se marchó Gonzalo Caballero, que parecía que llegaba con ganas de romper, pero sus oponentes le presentaron excesivas dificultades Muy desabrido resultó el tercero, con mala clase y dificultoso, y el novillero lo intentó siempre con la muleta retrasada, y así no es fácil decir nada. Violento resultó el sexto y de recorrido muy corto y la gente enfilaba la salida cuando Caballero lo intentaba por bernardinas que no pudieron arreglar en modo alguno el desaguisado de toros y toreros de la primera tarde otoñal de la plaza venteña.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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