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Explosión de medusas ‘huevo frito’ en el mar Menor

Los ejemplares de esta especie, de las menos urticantes que existen, se comenzaron a detectar hace unas tres semanas y todavía están naciendo y en crecimiento

Isabel Rubio
Esther Sánchez

El mar Menor vive estos días una explosión de medusas Cotylorhiza tuberculata, conocidas popularmente como huevo frito. Un vídeo muestra las impresionantes y bellas imágenes de una zona de la laguna repleta de ejemplares de esta especie, que es de las menos urticantes que existen. Isabel Rubio, miembro de la plataforma Pacto por el mar Menor, se topó con las medusas hace tres días, cuando fue a nadar con una compañera en sus habituales prospecciones para comprobar el estado de la laguna. “Normalmente, voy tapada entera, pero ese día con las prisas iba en bañador y las medusas estaban a nuestro alrededor, no nos hicieron nada, fue una sensación impactante”, describe.

Las medusas, de un marrón amarillento y con una protuberancia central de color anaranjado, comenzaron a nacer hace unas tres semanas y todavía están en crecimiento. Las hay desde un milímetro —cuando salen— a unos 30 centímetros, el tamaño máximo al mes o mes y medio de nacer, cuando alcanzan la madurez sexual. Suelen vivir entre dos y seis meses, por lo que se encuentran en el agua en el periodo estival, cuando más turismo se concentra en las costas españolas. En la última salida que se hizo, el miércoles, se detectó la mayor concentración en la zona central-norte de la laguna, mientras que en el área sur el nivel era muy bajo, indica Emilio María Dolores, portavoz del comité de asesoramiento científico del mar Menor. Las medusas se mueven con las corrientes y los vientos, y esta especie tiene, además, buena capacidad de desplazamiento propio.

Dependiendo de la evolución de las medusas (cantidad y movimientos) en los próximos días, el Gobierno de Murcia tomará medidas en caso de que se necesiten. Algunos ayuntamientos han pedido la colocación de redes para proteger las playas, pero para que esta alternativa pueda ser estudiada, tendrían que solicitarlo oficialmente, declara un portavoz del Ejecutivo. María Dolores lo desaconseja, porque en ellas se adhieren otros organismos, proliferan algas, el intercambio de agua es más bajo y puede repercutir en la calidad para el baño, y al manipularlas se puede afectar a especies delicadas como los caballitos de mar.

Ejemplares de Cotylorhiza tuberculata, en el mar Mediterráneo.
Ejemplares de Cotylorhiza tuberculata, en el mar Mediterráneo. Claudio Alvarez

El mar Menor arrastra un grave problema de eutrofización de sus aguas debido a la gran cantidad de nitratos —de los fertilizantes— que se filtran a la laguna, procedentes principalmente de las actividades agrarias. Este desequilibrio ha provocado importantes mortandades de peces y crustáceos, por la bajada o falta de oxígeno en las aguas, desde que la laguna se convirtió en una sopa verde en 2016. ¿Influye esta circunstancia en el auge de las medusas? Cuantos más nitratos existan, más alimento se produce para estos animales, por lo tanto, sí es un factor a tener en cuenta, pero con un límite. En este caso, “no existe una relación directa, porque [esta especie denominada] huevo frito necesita unas algas que viven dentro de la medusa, que precisan, a su vez, de cierta transparencia del agua para realizar la fotosíntesis”. Por eso, si el mar Menor estuviera en muy malas condiciones, las medusas no progresarían.

Lo que no quiere decir que la laguna haya recuperado su equilibrio. La entrada de nitratos continúa por la rambla del Albujón. “Es un tema desgraciadamente recurrente, es el cáncer del mar Menor”, lamenta María Dolores. Este viernes, el caudal es de 208 litros por segundo. “No debería entrar nada, pero hemos normalizado que esta rambla se convierta en un río, que se alimenta de las redes de drenaje de las explotaciones de Campo de Cartagena”, añade. Aun así, la situación es mejor que en estas mismas fechas otros años, aunque se siguen sacando algas. El nivel de clorofila es de 0,35 miligramos por litro, el valor más bajo desde 2016, cuando la laguna colapsó.

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La razón de esta mejora no es debido a que se haya atajado el origen del problema, sino a cuestiones meteorológicas: ha llovido menos, y, por lo tanto, ha llegado menos agua a la laguna por escorrentía con nitrógeno (procedente de los fertilizantes). El año pasado, desde el 1 enero a estas fechas, el mar Menor había recibido 6 hectómetros cúbicos, y este año, en el mismo periodo, ha bajado a 2,7. “En 2022 llovió mucho en marzo y abril y, sobre todo, cerca del mar Menor. Este año ha caído agua en mayo, pero en la parte superior de la cuenca, por lo que el volumen que alcanza la laguna es menor”, aclara el director del comité asesor.

Josep María Gili, profesor de investigación del CSIC, estudia a las medusas desde hace más de 40 años, y considera que la vuelta de las huevo frito “es una buena noticia para el mar Menor”. “Si no hay medusas, es que las condiciones son tan desastrosas que ni ellas pueden vivir”, concreta. El mar Menor contaba con una población de medusas estables en verano, y otra en invierno, la Aurelia aurita, pero esta muere antes de los meses cálidos. “Huevo frito es una medusa que, como todas las de los litorales, pasa por una fase de pólipo que se adhiere al fondo marino, donde pueden permanecer décadas si no se los comen”, explica. Estas que nacen ahora provienen de esos pólipos, que quizá no prosperaron antes por las malas condiciones de la laguna. “Hace 15 años, nosotros llegamos a sacar en el mar Menor unas 2.000 toneladas de esta especie con las redes de los pescadores”, comenta. Un sistema que quizá se podría recuperar ahora, sin dejar los restos en la playa, advierte.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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