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Paul Auster y el síndrome del miembro fantasma

El síndrome del miembro fantasma está presente en la última novela de Paul Auster, y es el tema alrededor del cual circula una trama hipnótica que va fragmentándose con incursiones en diarios íntimos y poemas manuscritos

Paul Auster
El escritor y director estadounidense Paul Auster en el Festival Internacional del Libro de Edimburgo, el 18 de agosto de 2017.Roberto Ricciuti (Getty Images)
Montero Glez

Al principio de la última novela de Paul Auster, titulada Baumgartner (Seix Barral), hay una escena impactante. Se trata de la imagen de unos dedos amputados por una sierra eléctrica. Un descuido, piensa Baumgartner. Aunque el accidente no le ocurre a él, sino al marido de su asistenta doméstica, Baumgartner imagina la secuencia de escenas y reconstruye mentalmente la tragedia. Lo hace con los dientes prietos, como si le estuviese sucediendo a él mismo.

A partir de este episodio, Paul Auster nos embauca en una historia de soledades y de miembros fantasma, identificando la sensación que asalta después de que una extremidad haya sido amputada con la sensación de pérdida de un ser querido. Al igual que el miembro despegado del cuerpo sigue doliendo, hormigueando o picando, el ser perdido sigue sintiéndose más cerca que nunca a pesar de su ausencia. La causa de este fenómeno sigue siendo un enigma, pero la hipótesis que más se maneja es la que considera dicho fenómeno como efecto de la reorganización cortical tras la amputación. Con esto, Paul Auster consigue una novela crepuscular donde la percepción del miembro amputado pasa a ser la memoria del ser querido, en este caso la esposa de Baumgartner, una mujer que ha muerto en el mar, de una manera absurda.

De esta manera, el síndrome del miembro fantasma flota sobre toda la novela, siendo el tema alrededor del cual circula una trama hipnótica que va fragmentándose con incursiones en diarios íntimos y poemas manuscritos; el juego literario a la manera cervantina -marca de la casa del escritor de Brooklyn- se va abriendo paso en una novela donde las verdades científicas se cruzan con la verdad emocional; una novela donde el inconsciente, el lado nocturno del alma humana, emerge de las profundidades de la psique de todos y cada uno de los personajes que se relacionan con Baumgartner, el protagonista de la novela, un hombre de setenta y dos años que va a vivir el último capítulo de su vida entre paquetes de libros que se amontonan en una casa que le viene grande.

Una de las terapias para tratar la neuropatía del citado síndrome del miembro fantasma es la denominada terapia de espejo y que, grosso modo y para entendernos, consiste en colocar la extremidad no amputada en un lado del espejo y el muñón detrás para que no aparezca reflejado. A partir de aquí se realizan movimientos “simétricos de espejo”. Siguiendo esta pauta, Paul Auster coloca a su protagonista en una galería de espejos donde se reflejan sus relaciones con otras mujeres que son simétricas a su esposa fallecida.

Por todos estos detalles, la última novela de Auster tiene una lectura superficial, la del viudo que se enfrenta a la soledad, y otra lectura científica donde el síndrome del miembro fantasma subyace en cada párrafo. El escritor de Brooklyn ha conseguido tejer otra historia de las suyas donde lo más importante -la sustancia cuántica- no se ve, pero va a determinar el rumbo a seguir por Baumgartner en busca de su propia reorganización cortical.

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Sobre la firma

Montero Glez
Periodista y escritor. Entre sus novelas destacan títulos como 'Sed de champán', 'Pólvora negra' o 'Carne de sirena'.
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