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El ADN desvela el árbol genealógico más antiguo de una familia, hace 6.700 años

El estudio genético de casi 100 cadáveres en una necrópolis de Francia reconstruye siete generaciones de un clan del Neolítico en el que los hombres se quedaban toda la vida en su lugar de origen mientras las mujeres se iban a otros grupos

ADN
La tumba de la primera persona enterrada en la necrópolis de Gurgy Les Noisats, una mujer, junto a los restos del patriarca de la familia, abajo a la derecha.Stéphane Rottier
Nuño Domínguez

Entre 2004 y 2007, un grupo de arqueólogos excavó en Francia un cementerio de hace 6.700 años donde aparecieron más de 100 cadáveres de todas las edades. Las tumbas eran individuales y se habían excavado con cuidado para que ninguna quedase encima de otra. Apenas había objetos de valor junto a los muertos, algo raro, pues en aquella época estaba triunfando el Neolítico, la revolución que trajo a Europa el sedentarismo, la agricultura y la desigualdad. Por primera vez en la historia se pudo acumular grandes cantidades de alimento, y las primeras riquezas. Por razones desconocidas, grupos cada vez más grandes comenzaron a reunirse para levantar espectaculares monumentos megalíticos y tumbas donde se enterraba a las élites junto a objetos valiosos o sagrados, como armas y animales. En cambio, el cementerio francés parecía el de la gente corriente del momento.

Ahora, un grupo de científicos francoalemanes ha conseguido extraer ADN de 94 cadáveres del cementerio francés para obtener su genoma completo. Las secuencias genéticas han dibujado los lazos de parentesco entre los fallecidos hasta componer un árbol de familia que se remonta siete generaciones; el mayor y más antiguo que se conoce de nuestra especie. Los resultados se publican hoy en Nature, referente de la mejor ciencia mundial.

Los investigadores han encontrado que en este cementerio de Gurgy Les Noisats, al sur de París, hay dos grandes clanes familiares, encabezados por dos hombres. El más grande comprende a 64 familiares y abarca siete generaciones, todos enterrados en el mismo lugar. El segundo grupo lo forman 12 familiares de cinco generaciones. Apenas se ha descubierto un cruce entre los dos grupos: una de las madres del clan pequeño era pariente de un hombre del grande. El ADN de este colectivo que vivió hace casi siete milenios abre una ventana única para entender la familia, la sociedad y la cultura de una época tan importante como desconocida, pues aún no había escritura.

Reconstrucción del árbol genealógico de un clan del neolítico. Los cuadrados representan hombres y los círculos mujeres. Los retratos se han hecho basados en el perfil genético de cada individuo.
Reconstrucción del árbol genealógico de un clan del neolítico. Los cuadrados representan hombres y los círculos mujeres. Los retratos se han hecho basados en el perfil genético de cada individuo.Universidad de Burdeos

El trabajo muestra un fenómeno clarísimo: los hombres de la familia se quedaban en su lugar de nacimiento para toda la vida, mientras las mujeres dejaban el seno familiar para ir a vivir con otros grupos. Los isótopos de estroncio acumulados en los dientes indican de dónde proviene el agua que bebió una persona durante su niñez, y los de las mujeres enterradas en Gurgy son de muchos lugares distintos. En cambio, apenas hay mujeres que fueran parte de los dos clanes originales del lugar. Estos hallazgos refuerzan una tendencia observada en otros yacimientos neolíticos posteriores: los hombres se quedaban y las mujeres se marchaban a vivir y formar familias en otros grupos, una práctica común en humanos y otros primates conocida como patrilocalidad y que evita los problemas asociados a la endogamia.

La paleogenetista Maïte Rivollat, primera autora del estudio, destaca otro hallazgo sorprendente: “Hemos encontrado parejas que tuvieron muchos hijos. En un caso vemos hasta seis hermanos que vivieron hasta la edad adulta, y a su vez tuvieron varios hijos, lo que supone una familia muy extensa. Probablemente, tuvieron también hermanas cuyos restos no están aquí, pues se fueron a vivir a otros grupos”. Para su equipo, esto indica una gran fertilidad de las mujeres e implica que había abundancia de alimentos y probablemente estabilidad social. De hecho, no hay ni un signo de violencia en ninguno de los más de 100 cadáveres del cementerio.

Apenas se han encontrado medio hermanos en ninguno de los dos clanes familiares. Tampoco se observa que los viudos y las viudas se emparejasen con sus cuñados. Esto implica que las parejas eran monógamas y que ya había una idea clara de evitar tener hijos con parientes cercanos.

Detalle de uno de los enterramientos con algún signo de prestigio: ocre y un collar de cuentas de piedra caliza.
Detalle de uno de los enterramientos con algún signo de prestigio: ocre y un collar de cuentas de piedra caliza.S. R.

La necrópolis de Gurgy plantea varias incógnitas sin respuesta. La primera persona enterrada aquí fue precisamente una mujer. Junto a ella están los huesos desordenados de un hombre mayor que es precisamente el patriarca del primer clan, el más grande y antiguo de los dos. Sus restos fueron enterrados en otro lugar, traídos hasta aquí, y sepultados de nuevo junto a esa mujer, de la que no se sabe nada, pues no se ha conseguido extraer ADN.

Los investigadores calculan que la población total de Gurgy era de unos 1.800 habitantes, aunque no han encontrado ni rastro de sus casas ni ningún otro edificio. Esto refuerza la idea de que eran gente más o menos corriente. “No sabemos si estaban relacionados con los otros grupos asociados a las construcciones megalíticas cercanas, pero pensamos que sí”, explica Rivollat.

Había abundancia de alimentos y probablemente estabilidad social; no hay ni un signo de violencia en ninguno de los más de 100 cadáveres del cementerio

El cementerio de Gurgy se usó durante cuatro generaciones, algo más de un siglo. Después toda la comunidad se marchó para no volver, no se sabe por qué.

Vanessa Villalba-Mouco, bióloga molecular experta en ADN antiguo, destaca la importancia del trabajo, pues permite conectar la última fase de la edad de piedra, el Neolítico, con momentos posteriores en los que ya se han descubierto los metales y las armas fabricadas con ellos. “El trabajo corrobora que la patrilocalidad y la exogamia femenina no son exclusivas de la edad del bronce [la primera edad del metal, que comenzó hace unos 3.300 años]”. “Sin embargo, pese a que los estudios prehistóricos hasta la fecha muestran la patrilocalidad y la exogamia femenina como norma general, todos ellos presentan particularidades en la organización social. Por ejemplo, en este nuevo estudio destaca la ausencia de medio hermanos o la poligamia o monogamia seriada entre parejas sexuales, aspecto que sí se ha visto en otros estudios con muestras posteriores, incluido el que hicimos de las relaciones de parentesco en la cultura de El Argar de la edad del bronce en la península Ibérica. No sabemos si lo que para algunas sociedades era tabú, para otras era una práctica cotidiana”, detalla la investigadora.

Roberto Risch, prehistoriador de la Universidad Autónoma de Barcelona, cree que es “espectacular” que haya casos de hasta seis hermanos que sobreviven hasta la edad adulta y a su vez tienen muchos hijos. “Nunca nos lo hubiésemos imaginado; y esto implica unas condiciones de salubridad excelentes”, resalta. “También sorprende lo rígida que es la exogamia [que las mujeres sean las que abandonan el hogar familiar]. Había una idea muy clara de con quién se va a tener descendencia e implica que estas sociedades estaban muy asentadas y evitaban el incesto. Que la mujer se mueva entre grupos es muy interesante. Esto implica que son ellas las que hacen de nexo entre grupos y probablemente también de canal de comunicación”, destaca.

Para Risch, la necesidad de comunicación, de reunirse e incluso de disfrutar fue lo que impulsó a las sociedades posteriores a juntarse para crear construcciones cada vez mayores, como Stonehenge en Reino Unido o el megasitio de Valencina de la Concepción, en Sevilla, con una extensión de 400 hectáreas. “Allí probablemente se juntaban miles de personas para comunicarse, discutir y festejar, pues ya se conocían las bebidas alcohólicas y también las drogas, como demuestra el hallazgo de sustancias alucinógenas en el mechón de pelo de Es Càrritx, en Menorca, hace 3.000 años”, destaca el prehistoriador.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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