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Recuerdos para el Pasqual Maragall más íntimo

Un puñado de amigos y conocidos dibujan en un libro el perfil más personal del político catalán, enfermo de alzhéimer

Jessica Mouzo
El expresidente de la Generalitat y exalcalde de Barcelona, Pasqual Maragall
El expresidente de la Generalitat y exalcalde de Barcelona, Pasqual Maragall

Casi todos los suyos recuerdan —y reproducen— la frase que el expresidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, pronunció con voz serena al poco de anunciar públicamente que sufría alzhéimer: "En ningún sitio está escrito que la enfermedad sea invencible", declaró un día como hoy de hace 11 años. Dicen los que lo conocen que esa idea representa lo que él es, lo que siempre fue: tesón, valentía, perseverancia. Un puñado de amigos y conocidos del que fuera alcalde de Barcelona se lo recuerdan en un libro contra la desmemoria que conmemora, además, el décimo aniversario de la Fundación Pasqual Maragall, la organización que creó el expresidente para fomentar la investigación contra el alzhéimer.

Recuerdos (RBA) es eso, un libro de recuerdos. Los periodistas Juan José Caballero, Carina Farreras y Suso Pérez hacen un ejercicio de memoria con 40 personas del entorno más o menos cercano de Maragall y, durante horas y horas de entrevistas, los amigos más famosos y lo más anónimos del exalcalde de Barcelona se sumergen en un viaje por el tiempo para recuperan sus mejores recuerdos con Maragall. Desde Josep Miquel Abad, consejero delegado del Comité Olímpico Organizador de Barcelona'92 hasta los periodistas Jordi Basté o Jordi Évole, pasando por su vecina de Rupià, uno de sus escoltas o la  Reina Sofía, ayudan a trazar el perfil del Maragall más íntimo. "Destaca el lado más humano de Maragall. No es un libro homenaje ni pretendíamos ensalzarlo. Queríamos que fuese fresco y evocador, que ayudase a comprender también la historia de la ciudad", explica Caballero. 

La obra, aunque amable con el expresidente de la Generalitat, no maquilla sus imperfecciones. Nunca ha sido amigo de la puntualidad y, quizás las prisas, le han valido más de un despiste. Como el que relata Abad cuando, a punto de tomar un avión para la inauguración de la Expo de Sevilla, pasaje, pilotos y comitiva política aguardaban por un Maragall que, una vez más, llegaba tarde. Cuando apareció, aún con el pelo mojado, llevaba un mocasín de cada color en los pies.

"¿Qué te gustaría que recordase él?", solía preguntar Farreras para hacer brotar la memoria de los entrevistados. A veces, el recuerdo con el que se quedaban no era el primero que evocaban. En ocasiones, de hecho, surgía sin querer. Como el de Lolita Banch, una vecina y amiga del municipio de Rupià que, a sus ocheita y tantos, aún recita de memoria los pareados que le escribió a Maragall cuando empezó a veranear en el pueblo.

Coinciden unos y otros en la cercanía y la generosidad del personaje. Por ejemplo, cuenta su escolta, cuando una reunión se alargaba hasta bien entrada la madrugada y el expresident se preocupaba por si su equipo de seguridad había cenado. O en plena elección de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, mientras todas las autoridades lo rodeaban para felicitarle, Maragall, ajeno a la burbuja institucional, se abría paso entre la multitud de altos cargos buscando a Josep Miquel Abad, su mano derecha en la organización de los Juegos, para fundirse en un abrazo. "Eso es inolvidable", resume Abad.

La memoria de la ciudad de Barcelona y la de su alcalde más querido rezuma en cada anécdota. Un "político incómodo", lo define Xerardo Estévez, exalcalde de Santiago de Compostela. "Un gran travieso" que se salía de las normas, añade el periodista Jordi Évole. Sus conocidos, algunos de su equipo más cercano, recuerda su capacidad de ver más allá, su intuición y su concepto de ciudad. El periodista Jordi Basté añade que Maragall siempre ha sido un "visionario", incluso con el alzhéimer, una enfermedad que puso encima de la mesa sin prejuicios para darla a conocer al mundo.

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En Recuerdos no son ni están todos los que quisiesen. De hecho, si bien la intención era cerrar la obra con 30 personajes, a medida que se iba corriendo la voz de este proyecto, surgían nuevas voces que querían participar. Al final, se echó el cierre en 40 personas, pero los autores admiten que podrían haber sido muchas más. En cualquier caso, apunta Farreras, si algo tiene que recordar Maragall de todo esto es "la lealtad de la gente". "Y el buen recuerdo que tienen de él muchas, muchas personas", agrega Caballero. Recuerdos se presenta esta tarde en la Fundación RBA. La hija del expresidente, Cristina Maragall, el escritor Eduardo Mendoza y la periodista Julia Otero, entre otros, acompañarán a los autores en la presentación de este antídoto para el olvido.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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