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La dimisión de Pere Navarro al frente del PSC agrava la zozobra socialista

El dirigente catalán se va tras perder la mitad de los votos y el apoyo de sus afines

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS
Miquel Noguer

La crisis que asuela al socialismo se cobró este miércoles una nueva víctima en Cataluña con la dimisión del primer secretario del Partit dels Socialistes (PSC), Pere Navarro. Se marcha tras perder la mitad de los votos en las elecciones europeas y al haberse quedado prácticamente solo en un partido agrietado por las discrepancias sobre el proceso soberanista catalán. La dimisión llega después de que en las últimas semanas Navarro haya intentando, sin éxito, firmar un armisticio con el sector crítico más catalanista. Tras decenas de conversaciones con dirigentes territoriales sin encontrar apoyos, este miércoles compareció para anunciar que arrojaba la toalla. “La mejor solución es dejar paso a una nueva dirección”, dijo sin aportar más detalles sobre su futuro.

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El líder más efímero del PSC —apenas dos años y medio en el cargo— anunció su marcha durante una conferencia de prensa en la que no estuvo acompañado por ninguno de sus colaboradores, según dijo, por deseo propio. A la misma hora se celebraba un pleno en el Parlamento catalán y los representantes socialistas siguieron con cierto estupor las explicaciones del líder. Sin embargo, nadie mostró gran sorpresa, pues los pésimos resultados de las elecciones europeas apuntaban a cambios profundos. Navarro anunció su dimisión horas después de que el Congreso votara la ley de abdicación tras un debate intenso en las filas socialistas que el PSC no ha alentado.

Durante el último año, la dirección del PSC se ha ido desangrando con la expulsión de la ejecutiva de varios dirigentes críticos y por la severa sanción que se impuso a tres de sus diputados en Cataluña que se alinearon con la consulta soberanista que impulsa la Generalitat. Navarro ha defendido la consulta incluso ante el PSOE, pero siempre ha asegurado que solo la apoyará si ésta es “legal” y “acordada”, algo que está lejos de ser una realidad. Los críticos, en cambio, reclamaban un movimiento estratégico que favoreciera esta votación aunque implicara romper con el PSOE.

Fuentes de este sector crítico se atribuyen un papel importante en la renuncia de Navarro, algo que negó rotundamente el primer secretario, que argumentó razones más de fondo. Algunos de los diputados alineados en este sector habían lanzado un ultimátum que consistía en abandonar el grupo parlamentario si no se les restituían las funciones que la dirección les retiró la pasada primavera. Navarro les ofreció el martes una restitución parcial, que no aceptaron por considerarla insuficiente.

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La soledad absoluta del líder se puso en evidencia el pasado martes, durante una reunión del grupo socialista del Parlamento catalán. Nadie quiso tomar la palabra cuando el líder, a través del portavoz, Maurici Lucena, quiso abrir un debate. Y es que además del sector crítico más catalanista, en las últimas semanas dirigentes de federaciones en teoría afines al primer secretario comenzaron a descolgarse. El aislamiento de Navarro pasó a ser entonces casi absoluto, pese a que él negó ayer en varias ocasiones haberse sentido solo. Eso sí, se marchó entre reproches al sector crítico, al que acusó haber aprovechado los debates internos para “expresar permanentemente y públicamente las diferencias de criterio”.

Fuentes próximas a Navarro señalaron que decidió dimitir ya la semana pasada, pero estaba intentando llegar a un acuerdo con los diferentes sectores para llegar hasta el mes de noviembre. Con ello, el PSC habría evitado celebrar un congreso extraordinario en un verano y otoño que estarán marcados por el congreso del PSOE y las posteriores primarias y, especialmente, por la consulta prevista para el 9 de noviembre. “El calendario es muy justo”, admitió Navarro.

El consejo nacional del partido, el máximo órgano entre congresos, decidirá este sábado el rumbo a tomar. Navarro presentará allí formalmente su dimisión y se tendrá que elegir entre crear una gestora que gobierne el partido o convocar ya un congreso.

El aparato y el sector oficialista, encabezado por los alcaldes metropolitanos, apuestan por un congreso rápido a finales de julio que ponga orden interno para enfocar con algunas garantías el escenario de otoño, con unas posibles elecciones catalanas anticipadas si no hay consulta.

El sector crítico, en cambio, aboga por que la gestora se dé cierto tiempo para cambiar de arriba a abajo la hoja de ruta del partido. La diputada Marina Geli, una de las sancionadas por la dirección de Navarro, pidió este miércoles un proceso de “refundación del partido que no sea solo maquillaje que vuelva a establecer un sistema de mayorías y minorías”. Los críticos apuestan por remover todo el fondo ideológico del PSC para que la formación apoye la consulta soberanista tal como está planteada. Tras la derrota en las europeas —perdieron 350.000 votos— y la coincidencia entre dirigentes en la necesidad de un cambio de rumbo, los críticos aspiran a ganar peso en el partido.

El sector crítico del PSC se atribuye un papel importante en la renuncia del líder socialista

La marcha de Navarro supone también un golpe para los defensores de una vía intermedia entre la independencia y el mantenimiento del actual orden. Desde su elección fue el principal impulsor del proceso que culminó con el giro federalista del PSOE en la llamada declaración de Granada.

Navarro había tejido buenas relaciones con otro defensor de una tercera vía, Josep Antoni Duran, que también se plantea dimitir de la secretaría general de CiU. Duran expresó su deseo de que el PSC encuentre “cuanto antes un mejor liderazgo y fortaleza”. Convergència Democràtica, en cambio, deseó que la marcha de Navarro sirva para acercar al PSC a la consulta soberanista.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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