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CRÍTICA TEATRAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Yo soy cateto, ¿y qué?: una gamberrada teatral sobre cómo el facherío perdió la vergüenza y salió del armario

La compañía Club Caníbal disecciona el ascenso del populismo y el negacionismo climático en un espectáculo que desata la catarsis a través de la risa

Una escena de 'Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro', de la compañía Club Caníbal
Una escena de 'Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro', de la compañía Club Caníbal.Vanessa Rábade (TEATRO ESPAÑOL)
Raquel Vidales

Seguro que este sainete les suena. Un pueblo enclavado junto a un parque natural con bellos humedales rebosantes de fauna y flora. Sus habitantes viven del cultivo de la fresa y toda la vida han regado sus campos abriendo pozos en los acuíferos de la zona, pero los biólogos dicen que se están secando y ahora resulta que los pozos son ilegales. Comienza la juerga: ecologistas apaleados, agricultores furiosos, políticos cabalgando a lomos de la ira popular, multas de Europa. La historia se desparrama hasta tal punto que el alcalde no solo no clausura los pozos ilegales, sino que construye un parque acuático de temática religiosa por indicación de la Virgen María, que dice que se le ha aparecido. Puede que esto último sea un tanto increíble, pero cosas peores hemos visto. En todo caso, no estamos hablando de un sainete costumbrista sino de una sátira que se sostiene sobre los mejores mimbres del género: con la mala leche que ya practicaba Aristófanes, el humor negro de Berlanga, el surrealismo de Gila y el gamberrismo de Els Joglars. La catarsis a través de la carcajada.

Así se las gasta la compañía Club Caníbal desde que hace ya casi una década se arrancó con sus Crónicas ibéricas para sacarle los colores a la España democrática. Con Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro nos invitan ahora a mirar con mucha guasa el momento actual: el ascenso del populismo, el advenimiento de la nueva ultraderecha, el negacionismo climático. Es cierto que esto está pasando en todo el mundo, pero los Caníbal se centran de nuevo en la idiosincrasia ibérica. Desde los primeros minutos en los que el cura del pueblo intenta que se le aparezca la Virgen con ayuda de dos críos hasta el delirante momento en el que uno de esos dos niños se convierte en alcalde reivindicando las costumbres y tradiciones del lugar, por muy cavernícolas que sean. “¡Yo soy cateto!”, dice en una escena clave: digamos que esto también va de cómo el facherío español perdió la vergüenza y salió del armario tras unos años en los que se mantuvieron calladitos porque Franco había muerto y lo que molaba era ser moderno, europeo y progre. Siempre estuvieron ahí, pero agazapados.

¡Cómo nos reímos en esta función cada vez que se pronuncia la palabra Europa como si fuera el ogro! ¡Y cuando el asesor del alcalde le explica que sus pozos ilegales son como los mamporrazos que pegaba Liam Neeson en una película en la que se toma la justicia por su mano para liberar a su hija de los malos! ¡Y cuando el agua empieza a desparramarse por el escenario! En realidad, todas las escenas son hilarantes. Algunas muy afinadas e inteligentes y otras de trazo más grueso, pero el público se desternilla todo el tiempo. Contribuye a ello también el fabuloso trabajo sonoro que ejecuta en directo Pablo Peña y la magnífica caracterización de los personajes que realizan tres actores que parecen veinte: en el punto de caricatura justo para despertar la carcajada y al mismo tiempo amarlos. Olvídense por un rato de la crispación. La risa caníbal es liberadora.

Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro

Dramaturgia y dirección: Chiqui Carabante. Texto: Juan Vinuesa, Vito Sanz, Font García y Chiqui Carabante. Reparto: Font García, Vito Sanz, Juan Vinuesa y Pablo Peña (composición musical). Naves del Español en Matadero. Madrid. Hasta el 7 de abril.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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