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‘La luz difícil’, una novela de Tomás González sobre cómo enfrentar la muerte

Publicada en 2011, se reedita la que probablemente sea la obra más conocida del autor colombiano, uno de los más admirados y respetados escritores latinoamericanos de nuestro tiempo

La luz dificil Tomas Gonzalez
Retrato del autor Tomás González.CAMILO ROZO

En un famoso ensayo, Montaigne condensa ese deseo tan repetido como todavía a contrapelo: si yo me dedicase a escribir libros haría un inventario de los diversos modos de morir, porque “si alguien enseñara a los hombres a morir, les enseñaría a vivir”. Es la conciencia del fin la que nos ata al mundo, continúa diciendo, a sus apetitos. Filosofar sería aprender la caducidad de todo para celebrar su duración.

Mi interpretación del filósofo la media la obra del colombiano Tomás González (Medellín, 1950), uno de los más admirados y respetados escritores latinoamericanos de nuestro tiempo, como se lleva repitiendo desde hace más de 30 años, uno también fuera del foco mediático y que supondrá una revelación para quien no lo conozca aún. Desde Primero estaba el mar (1983) hasta Niebla al mediodía (2015), González se muestra como un maestro de vida precisamente en duelos y extinciones. En transformarlos, quiero decir, en una fascinante literatura de aprendizaje y celebración. Sin estridencias ni tonos solemnes.

La luz difícil es quizá su novela más conocida. Publicada en 2011, y recuperada ahora por Sexto Piso con una oportunísima voluntad de vindicación de su autor, condensa lo mejor de sus modos narrativos. David, viejo pintor, escribe con la ayuda de una lupa una pequeña memoria de su vida. Se está quedando ciego y ha sustituido su arte por la escritura. Acaba de enviudar de Sara, 50 años juntos, y vive en un rincón en el centro de Colombia, La Mesa, con la compañía de una criada, Ángela, un chófer y un jardinero. Lo que escribe ocurrió hace 20 años, cuando vivían en Nueva York Sara, él y sus tres hijos, Jacobo, Pablo y Arturo. Jacobo, el mayor, queda parapléjico en un accidente de tráfico. Los dolores insoportables le llevan a programar su muerte en un hospital de un estado donde está regulada la eutanasia. Su hermano Pablo lo acompañará, pero el resto de la familia debe quedarse en Nueva York esperando noticias.

Los breves capítulos de La luz difícil fluctúan con sutileza entre estos dos tiempos, 1999 y 2018, y con una elasticidad que abarca otros detalles de los protagonistas. A la familia debemos sumarle amigos, novias de los hijos y compañeros de rehabilitación de Jacobo. Unos pocos personajes trabajados con sobriedad y brillantez. Y ya desde las primeras páginas nos sentimos dentro de un mundo concreto y plástico.

Mientras David espera el desenlace pinta entre los restos de Coney Island: cangrejos herradura, la luz sobre la espuma y el óxido de una bicicleta semihundida. Encuentra en la pintura una reconexión con la vida. Como si de la pintura de lo difuso y fugaz, de lo que se extingue, “dependiera la vida de todos nosotros”. Pero también depende de los apetitos, de la bella rotundidad de Ángela, ya en el presente en La Mesa. O en el recuerdo de la vitalista e irónica Sara, su mujer. Y es que en todos estos personajes también hay algo que es siempre bueno, comprensivo, sin ser blando.

En Tomás González son inseparables las probables lecciones de vida y las de escritura: cómo afrontan la muerte, lenta o súbita, diversos personajes, en una narración que esquiva lo mecánico y lo abstracto, lo cursi y lo solemne, lo moralista. El propio personaje de David resume, ya viejo y sin su nuevo papel de memorialista, este asombro: “Lo dúctiles que son las palabras, lo mucho que por sí solas […] expresan lo ambiguo, lo transmutable, lo poco firme de las cosas”.

La luz difícil es un gozosísimo libro sobre la experiencia del tiempo: si todo está muriendo, todo es eterno, también dice. “Yo no sé nada, tú no sabes nada, nadie sabe nada. El mundo es sólo cadencia y forma”.

Portada de 'La luz difícil', de Tomás González. EDITORIAL SEXTO PISO

La luz difícil

Tomás González
Sexto Piso, 2023
152 páginas, 16 euros

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