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Diane Arbus y Saul Leiter, fotografiar el misterio a la vuelta de la esquina

Tres monográficos y una exposición revisan la obra de dos de las grandes figuras de la fotografía del siglo XX, que desde perspectivas opuestas centraron su mirada en lo cotidiano

Sin título, sin fecha.
Sin título, sin fecha.Nicolas Kraznai/Saul Leiter Foundation.

“Hay gente que sacrifica todo por el éxito”, advertía Saul Leiter (Pittsburg, 1923- Nueva York, 2013) poco antes de su muerte, en una charla organizada con el escritor Vince Aletti. “Yo nunca me sentí así. Le doy más importancia a la idea de que pueda haber alguien que me ame y a quien yo pueda amar”, añadía, subrayando su habitual humildad con el uso de un condicional. De ahí que trabajó en silencio durante casi seis décadas, con el ritmo pausado de aquel que mira a su alrededor sin esperar nada a cambio, hasta que en 2006, la publicación Early Color (Steild) redescubrió su obra al tiempo que ofrecía un nuevo contexto de la fotografía en color. Desde entonces, Leiter pasó a ser reconocido como un maestro de la fotografía y posiblemente uno de los grandes coloristas del siglo XX. Tenía 82 años, y seguía saliendo a diario con su cámara, dispuesto a descubrir la belleza y el misterio de lo mundano, cada día más consciente de que en este mundo “ver es una empresa descuidada”.

Falleció una noche lluviosa de noviembre de 2013, en su apartamento del East Village de Nueva York, donde vivió desde 1952 y en cuyos alrededores tomó la mayoría de las fotografías que componen su obra. Un vasto archivo organizado en apariencia de forma caótica, pero donde todo tenía su lugar, compuesto por impresiones, diapositivas, negativos y pinturas. En él llevan trabajando de forma incansable Margit Erb y Michael Parillo al frente de la Fundación Saul Leiter. Son los responsables de una esmerada y necesaria intromisión, The Unseen Saul Leiter (Editorial RM), una edición del trabajo del fotógrafo a título póstumo compuesta por 76 imágenes de las más de 40.000 diapositivas en color que componen el legado del artista.

El título de la publicación podría aludir a un significado múltiple, no solo a la condición inédita de las imágenes que lo componen, sino también a la fascinación del autor por aquello que pasa inadvertido y cuyo misterio dio forma a su sensibilidad. Así, una fotografía a doble página, en la guarda del libro, nos introduce en el entorno íntimo del Leiter, en su apartamento. A la tenue luz que traspasa el estor que cubre el ventanal se suma la que se cuela por las rendijas, y aquella que proceden del proyector de diapositivas. Hay zonas que permanecen en la oscuridad, mientras en la pared ha quedado plasmada una de sus fotografías del autor. Una proyección que nos recuerda la destreza del fotógrafo a la hora de posar su mirada en lo inadvertido para revelarlo al mundo como algo luminosamente hermoso, un solo destello que advierte de todo aquello que esconde el archivo del fotógrafo. “El mundo real tiene mucho más que ver con lo que está oculto que con lo que se ve, aunque pretendamos que se trata de lo público”, afirmaba el artista.

El índice del libro, concebido como un plano a escala del apartamento de Leiter, sirve de introducción a un recorrido planteado sobre un fondo negro sobre el cual queda impresa la obra del autor. Fotografías que fueron realizadas entre 1948 y 1966, una de las etapas más fructíferas de su carrera, en su mayoría con película de Kodachrome. Capturan tanto el ritmo como la quietud del momento, y mediante sus tenues colores y patinas nos hablan del ojo de un fotógrafo que quiso ser pintor. Diestro no solo en el estudio del color sino también en el dominio de las formas. Las diapositivas permanecieron almacenadas en pequeñas cajas durante décadas, y son presentadas al lector con la información que llevaba escrita cada uno de sus recipientes. Muestran temas recurrentes en la fotografía de calle del autor: taxis, ventanas, paraguas y carreteras envueltas en una atmosfera que se expresa a través de los elementos del clima. Lo figurativo se combina con lo abstracto mediante planos y superficies que se cruzan, a través de las cuales Leiter introduce al espectador en escenas en las que adopta la actitud de un silencioso voyeur, donde la figura humana, con frecuencia a medio develar, y distante y relegada a un segundo término, aun en grupo, se muestra solitaria y nos habla de aquello que esconde; de lo inexplicable, del enigma que rodea a los momentos efímeros y fugaces de la vida cotidiana. Lo importante para Leiter “eran los secretos íntimos, normalmente al aire libre, listos para ser contemplados por el humilde y poético ojo de un fotógrafo en su barrio del East Village”, escribe Philippe Laumont, quien durante años se encargó de la impresión de su trabajo.

La divinidad de las cosas ordinarias

“Debo admitir que no soy un miembro de la escuela feista. Tengo un gran respeto por ciertas nociones de belleza, aunque para algunos es una idea anticuada”, afirmaba Leiter. “Algunos fotógrafos piensan que al fotografiar la miseria humana, están abordando un problema serio. No creo que la miseria sea más profunda que la felicidad”. Sin duda, en estas declaraciones hacía referencia a la controvertida Diane Arbus (Nueva York, 1923- 1971), una de las figuras más enigmáticas de su generación, cuya obra fue malinterpretada en su tiempo y continúa generando controversia décadas después.

Nacieron el mismo año, compartían ascendencia judía y amistades y habitaron el mismo barrio. Si Leiter fue un fotógrafo centrado en la percepción de un momento dado, la fotógrafa se centró en las características concretas del retrato, pero curiosamente, en 1970, Arbus pidió a su colega que la retratase. Lo hizo en el estudio de la artista, en Westbesth, donde meses más tarde se suicidó. Posó con rostro severo frente a un corcho donde colgaba distintos recortes de revistas en los que aparece una foto de Eugène Atget, y otra de Jacques Henri Lartigue, así como sus propias impresiones, con las que convivía hasta que alcanzaba a apreciar bien su valía. “Duele un poco ser fotografiada”, había admitido poco tiempo antes.

Hombre tatuado en carnaval.MD. 1970.
Hombre tatuado en carnaval.MD. 1970.Diane Arbus / © The Estate of Diane Arbus

El retrato se incluye en Diane Arbus. Revelations, uno de los volúmenes más rigurosos dedicados a la artista hasta el momento. Presenta una extensiva cronología elaborada mediante los escritos y la correspondencia de la fotógrafa, así como 200 imágenes. La publicación ha sido reeditada por Aperture con motivo de la celebración del 50º aniversario de la exposición que dedicó el MoMA a la artista en noviembre de 1972, un año después de su muerte. Aunque admiraba y respetada por la comunidad artística de su tiempo, la fotógrafa era entonces una desconocida para el público en general. La exhibición resultó tan exitosa como polémica, sobre todo para la crítica, causando un gran impacto en los cientos de visitantes que aguardaban largas colas para ver a toda una galería de desterrados del Edén, estrafalarios y marginales, nudistas, dragqueens y personajes discapacitados, así como niños cuya inocencia parece trastocada. “La gente atravesaba la exposición como si estuviera en fila para la comunión”, diría su organizador, John Szarkowski. Para una parte de la crítica la obra resultaba “compasiva” y “reveladora”, para otra “siniestra” y “espantosa”. Susan Sontag ponía de manifiesto la naturaleza predatoria del medio, “Arbus refleja un pesimismo rebajado, ingenuo y sobre todo, reduccionista”, escribía un año más tarde en su ensayo Objetos melancólicos.

Organizada por la galería David Zwiner y la Fraenkel Gallery, Diane Arbus; First Coming revisita la explosiva exposición, la más visitada muestra individual de la historia del MoMA, al tiempo que presenta Diane Arbus Documents, que reúne un conjunto de críticas, ensayos, y artículos desde 1967 hasta el presente, con el fin de ofrecer una visión integral de la crítica que ha suscitado su obra y de los conceptos erróneos en torno a un trabajo radical que demolió los preceptos de su tiempo e incide en cómo la palabra escrita da forma a la obra de todo artista.

Para Arbus la belleza radicaba en el devenir de la vida, en la vulnerabilidad del ser humano, en “la diferencia, la singularidad de todas las cosas y la importancia de la vida… Veo la divinidad en las cosas ordinarias”, escribía a los 16 años

‘The Unseen Saul Leiter’. Editorial RM. 160 páginas. 39,50 euros.

‘Diane Arbus Revelations’. Aperture. 352 páginas. 77 euros.

‘Diane Arbus: First Coming’. David Zwiner Hong Kong. Hasta el 21 de diciembre.

‘Diane Arbus Documents’. David Zwirner Books / Fraenkel Gallery. 496 páginas. 91 euros.


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