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Negra, pobre, bisexual y alcohólica: la canción triste de Bessie Smith

Se publica en español la biografía de la malograda cantante de blues, víctima de la segregación racial, de sus tragedias amorosas y de sus numerosas adicciones

Fernando Navarro
Retrato sin fecha de Bessie Smith.
Retrato sin fecha de Bessie Smith.Library of Congress (Getty Images)

De todos los grandes relatos en la historia de la música popular, hay pocos tan fascinantes como el de Bessie ­Smith. También pocos tan desconocidos para el gran público. Pionera del blues y una de las primeras estrellas del negocio musical en el sentido moderno, la cantante, nacida en una población rural de ­Tennessee, fue una vanguardista en un mundo en el que tenía todo en contra: era mujer, negra, pobre, atea, bisexual y alcohólica en una sociedad, la de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos, en la que los hombres blancos y profundamente moralistas y religiosos mandaban en los años de la ley seca. Sin embargo, Smith, a la que se conoció popularmente como la emperatriz del blues, era más valiosa que ese mundo.

La editorial Alpha Decay publica en castellano ­Bessie Smith, el libro editado originalmente en inglés en 1997 y escrito por la poeta y escritora escocesa Jackie Kay. Escrito a partir de la mezcla del ensayo, la ficción y la biografía de la propia Kay —también mujer y negra—, es reconocido como una de las mejores aproximaciones a la vida de la cantante. Desde la pasión como oyente de las canciones afligidas de Smith, la autora se adentra en una existencia repleta de éxito y drama para trazar un perfil impresionante de una mujer que, como ella misma escribe, “todavía está vigente en el presente”. De alguna manera, así es: Smith, con esa voz metálica de varios puñales clavándose, es un personaje repleto de lecturas importantes aún en el siglo XXI.

'St. Louis Blues', póster de 1929.
'St. Louis Blues', póster de 1929. LMPC (LMPC via Getty Images)

Cuando el feminismo todavía no era un concepto popular, Smith cantaba para las mujeres. Bajo el aprendizaje que tuvo de Ma Rainey, la otra gran pionera del blues femenino y tan volcánica como ella, Smith desarrolló en los años veinte del siglo pasado todo un cancionero que hablaba, tal y como señala Kay, “de las ciento y una maneras en que un hombre es capaz de decepcionarte”. Cierto: sus blues, muchos de ellos escritos por ella, se referían a hombres rastreros, mentirosos, infieles o vagos. Bessie Smith sabía de lo que cantaba, y no solo porque se quedase huérfana de niña y tuviese que vérselas con todo tipo de tipejos mientras buscaba ganarse unas monedas cantando en la calle. Se casó con Jack Gee, un buscavidas del montón que acabó engatusándola tanto que se convirtió en su manager. Gee, tan bebedor como su mujer, se enriqueció a costa de ella mientras no dudaba en soltarle tortazos por celos o cualquier tejemaneje. Finalmente, abandonó a Bessie Smith por Gertrude Sanders, una actriz y cantante rival de Smith y de la que también se convirtió en manager. El mismo hombre que exprimió a Smith le rompió el corazón al abandonarla y al quitarle la custodia del hijastro al que ella quería como un hijo.

En su libro, Kay se esfuerza por entender por qué la cantante tuvo una dependencia tan tóxica hacia Gee cuando ya era una estrella del blues, que vendía cientos de miles de copias de sus canciones, y presumía de independencia. A fin de cuentas, Smith se había hecho a sí misma en los minstrels, los espectáculos itinerantes que recorrían todo el sur de EE UU y en los que aprendió los secretos del blues rural y los spirituals (cantos religiosos) para dar forma a una voz extraordinaria que, sin sentimentalismo y sí mucho orgullo herido, relataba como una chamana las penurias de la condición humana. También se pregunta por qué seguía con un hombre tan miserable si a ella le encantaba montárselo cada dos por tres con otros, pero también con mujeres. Durante los seis años que duró su matrimonio, la cantante, especialista en montar fiestas privadas en cabarés clandestinos, se acostó con coristas, bailarinas, diseñadoras de ropa y fans, y mantuvo una relación platónica con Ruby Walker, una chica que se enamoró de ella y a la que incorporó como bailarina a su espectáculo. El amor se esfumó en cuanto Smith se sintió traicionada por ella, cuando aceptó trabajar para su exmarido en otra función.

Bessie Smith era autodestructiva y fue detenida en varias ocasiones por sus brotes de violencia. Jamás dio importancia al dinero ni al éxito tanto como a la necesidad de sentirse amada, de verdad. También respetada en una sociedad segregacionista que ella denunciaba en canciones que hablaban de la pobreza y la desigualdad, y a la que retaba cuando entraba por las puertas principales de los teatros, aunque las normas determinasen que los negros debían entrar por las puertas de atrás. Especialmente significativo fue cuando lo hizo en 1925 en un club de Atlanta y le dijo al gerente a gritos: “Si te molesta, me comes el coño y me das mi pasta”.

Portada del libro 'Bessie Smith', de Jackie Kay. EDITORIAL ALPHA DECAY
Portada del libro 'Bessie Smith', de Jackie Kay.

Desde que Jack Gee y Ruby Walker se fueron de su vida, ambos en 1929, cayó aún más en picado en su alcoholismo y autocastigo. Sus canciones eran formidables radiografías del paupérrimo estado de su alma. Coincidió su rápido declive con la entrada de la década de los treinta y la Gran Depresión. La gente dejó de comprar discos de blues por la necesidad de comprar pan, pero además el estilo musical dio paso a la época del jazz y ella no supo adaptarse a los tiempos. Mujeres más versátiles y que aprendieron de ella le quitaron su trono. Billie Holiday, Ella Fitzgerald o Mildred Bailey entendían el jazz, mientras ella se pasaba las noches y los días alcoholizada y llorando por las esquinas.

Del cielo al infierno. La primera gran estrella de la música norteamericana, antes incluso que Louis Armstrong, gran admirador suyo, se hundió en bares de mala muerte. Su vida quedó asociada a la leyenda, e incluso su muerte, cuando en 1937 tuvo un accidente de coche en el Estado de Misisipi y se dijo que había muerto desangrada porque no la dejaron entrar en un hospital por ser negra. Enterrada en un nicho, Janis Joplin, que se dedicó a cantar bajo su influjo, se encargó de poner esta inscripción en su lápida: “La más grande cantante de blues del mundo. Jamás dejará de cantar”. Arrolladora y excesiva, Bessie Smith no solo era grande, sino que fue irrepetible.

‘Bessie Smith’. Jackie Kay. Traducción de Alberto García Marcos. Alpha Decay, 2022. 192 páginas. 20,90 euros.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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