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TRONO DE JUEGOS
Columna
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Yo para ser feliz quiero un camión (pero solo si es virtual)

Las compañías de videojuegos también se suman al torpedeo mundial de la economía rusa. La decisión de CSC Software revela un dato curioso

Imagen del interior de una cabina en 'Euro Truck Simulator 2'.
Imagen del interior de una cabina en 'Euro Truck Simulator 2'.
Jorge Morla

El mundo vivió un esfuerzo considerable por sincronizar todos los estados de ánimo durante la pandemia y ahora, con la guerra en Ucrania, también hay un amago de remar todos (o casi todos) en la misma dirección. Más allá de los aportes bélicos y el dinero destinado a ayuda y a los refugiados, gran parte de las empresas del mundo han contribuido con su grano de arena para torpedear (aunque a veces la palabra torpedear quede grande y más bien hablaríamos de molestar) la economía rusa.

Durante estos meses de conflicto hemos visto cómo grandes multinacionales, de McDonald’s a Starbucks, de Mango a Nike pasando por Apple, se han ido del país más grande del planeta, muchas veces a costa de importantes pérdidas en sus negocios. Pérdidas que están dispuestas a asumir en la convicción de que de una forma u otra Rusia debe ser combatida.

El mundo interactivo no se ha quedado atrás, y han sido numerosas las empresas de videojuegos que, de una u otra manera, han boicoteado el espacio digital del país gobernado por Vladímir Putin. La gigantesca EA Sports vetó a los equipos rusos de los juegos de FIFA, el estudio polaco CD Projekt ha dejado de vender sus juegos en el país y también en Bielorrusia (indisimulada aliada del Kremlin), el juego STALKER 2 (basado en la catástrofe de Chernóbil) detuvo su desarrollo, la franquicia Pokémon donó 200.000 dólares para los refugiados ucranios, Sony suspendió el lanzamiento de Gran Turismo 7 en Rusia, Nintendo ha paralizado allí la tienda digital de su consola Switch… Son pequeñas muestras de apoyo a Ucrania que reflejan un rechazo frontal a la agresión rusa. Quizá no sean gestos tan importantes como las sanciones de la Unión Europea o el envío activo de armas, pero ya se sabe: un grano no hace granero, pero…

El lunes nos enterábamos del último de estos movimientos: la empresa checa SCS Software anunciaba que no sacaría la expansión rusa de su juego estrella, Euro Truck Simulator 2. Esa cancelación se debe, según el comunicado de la empresa, a que no quieren que el lanzamiento pueda percibirse “de ninguna manera como apoyo o tolerancia a la agresión” desatada por el Kremlin.

Atasco de varios jugadores en una carretera de 'Euro Truck Simulator 2'.
Atasco de varios jugadores en una carretera de 'Euro Truck Simulator 2'.

El juego, Euro Truck Simulator 2, es un simulador de conducción que recrea las carreteras europeas y propone al jugador el (para algunos insípido pero evidentemente para algunos excitante) reto de conducir sosegadamente un camión de mercancías. El desafío no es tanto la velocidad como la gestión de combustible y peajes; la recompensa no es tanto un chute de adrenalina como la contemplación desde nuestra cabina virtual de los paisajes europeos.

El pasado septiembre el juego recibió una expansión ibérica, que reconstruía las autovías y autopistas de 37 ciudades (antes ya estaban Madrid y Barcelona) de España y Portugal. Una expansión similar, que reconstruía las vías que circundan San Petersburgo o Moscú, es la que ahora iba a salir a la venta y ya no lo hará.

Con todo, ocurre algo curioso con Euro Truck Simulator 2. Resulta que el juego, aunque de nicho, es un éxito. Según datos de finales de 2021, el videojuego llega a congregar hasta 60.000 jugadores a la vez cada día. 60.000 jugadores que desde su habitación simulan ser camioneros. Es decir: un juego que consiste en ser un camionero virtual es un éxito mientras que esa misma Europa que retrata la obra de SCS Software sufre la escasez de camioneros reales porque la gente no quiere dedicarse ya a ese oficio. Agravada por la guerra de Ucrania, se calcula que en el continente la falta de transportistas llega a 500.000. Solo en España, hablamos de que se necesitan 20.000 camioneros. Evidentemente no es lo mismo ser un camionero real que uno virtual, pero no deja de ser curioso. Del mundo digital que se nos viene hay muchas cosas que no sabemos aún. Pero sabemos una: que estará repleto de paradojas.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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