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TRONO DE JUEGOS
Columna
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Dos tipos de ayudas que llegan desde el mundo digital

De la cooperación en videojuegos al progreso médico, las herramientas digitales se imponen poco a poco

Malenia, el enemigo más fuerte de 'Elden Ring'.
Malenia, el enemigo más fuerte de 'Elden Ring'.
Jorge Morla

El mundo digital ha sido testigo esta semana de dos muestras de colaboración, de maridaje entre lo físico y lo tecnológico, muy distintas entre sí. Pero con algunos puntos comunes. La primera muestra es en el videojuego ya recurrente por estos lares Elden Ring. El juego de fantasía medieval en tercera persona, que cuenta con un multijugador asincrónico (un modo de juego en el que un jugador puede solicitar ayuda a otros jugadores, que saltan de su partida a la nuestra para echarnos una mano en un momento puntual), tiene un pico de dificultad bastante absurdo a la hora de enfrentarse con cierto personaje.

Malenia, conocida como la Espada de Miquella, es un miembro de la familia real que activa el folclore del juego. Derrotada y víctima de una maldición que correo su cuerpo (una maldición estéticamente hermosa, que mezcla venas sanguinolentas con coloridos insectos), Malenia descansa en las raíces putrefactas de un árbol gigante. Allí nos enfrentamos con ella. O lo intentamos, porque lo cierto es que dentro de los enemigos del juego es el más difícil con mucha diferencia.

Ese combate ha traído por la calle de la amargura a millones de jugadores durante los últimos meses. Hasta que conocimos al héroe que necesitábamos. Surgido primero como rumor en internet, y luego como una persona de carne y hueso experta en ese combate, se trata de un jugador que perdió contra Malenia 240 veces hasta hacerse un maestro en ese preciso enfrentamiento. Ahora, antes de luchar contra ella, si tenemos suerte, podemos invocarle para que nos ayude. Se hace llamar Let Me Solo Her, algo así como “déjame solo con ella”. No lleva capa (de hecho, solo lleva calzoncillos) ni máscara, pero sí un tarro de cerámica que le cubre la cabeza. Esa es toda su indumentaria. Bueno, eso y dos espadas, una en cada mano. Cuando empieza a usarlas, nosotros podemos quedarnos atrás y ver uno de los bailes más hermosos y completos del mundo del videojuego actual, ya que Let Me Solo Her acabará con Malenia sin que esta pueda siquiera rozarlo. Las redes se hicieron eco del fenómeno. Varios medios especializados lograron entrevistar a ese héroe. El miércoles llegó a las 1.000 muertes. Es decir, 1.000 jugadores a los que había ayudado a superar el reto más grande del juego.

Imagen del jugador Let Me Solo Her, de 'Elden Ring'.
Imagen del jugador Let Me Solo Her, de 'Elden Ring'.

Cambiando de fondo, pero sin perder la forma digital, el mismo miércoles se anunciaba el lanzamiento de KEYZELL OPS, un sistema de inteligencia artificial desarrollado por la startup biotecnológica española KeyZell junto con la tecnológica Iakan, que se define como capaz de “recomendar a los profesionales médicos tratamientos personalizados contra el cáncer de pulmón y mama, teniendo en cuenta las características individuales de cada paciente y su tipo de cáncer”.

Es decir, KEYZELL OPS ayuda a los oncólogos a tomar decisiones más personalizadas, logrando reducir la reincidencia, la sobremedicación, los costes de los tratamientos. Según la empresa, utiliza un sistema de Machine Learning, un mecanismo en continuo aprendizaje “que se alimenta de miles de datos de historias clínicas, creando modelos de aprendizaje automático a partir de la experiencia médica recogida durante años”. Al oncólogo le bastará con introducir los datos del paciente en la plataforma y esta expondrá en forma de ranking los tratamientos más adecuados. No es la única iniciativa similar.

Evidentemente, la historia con Let Me Solo Her es solo una anécdota dentro de ese gran divertimento que es Elden Ring, mientras que el anuncio de KeyZell es una noticia de calado. Pero, aunque el fondo sea distinto, la forma es la misma: ambas son formas de colaboración con máquinas (o a través de máquinas) inimaginables hace tan solo un puñado de años. Recordemos que los tiempos digitales son exponenciales, no lineales. Y atrevámonos a liberar la imaginación para esbozar cómo podría ser el mundo del futuro. Bueno, en realidad, el mundo de dentro de no tanto.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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