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Zemmour, entre la erudición de sobremesa y la reescritura nacionalista del pasado

El candidato ultra a la presidencia francesa, autor de ensayos superventas, cultiva una visión de la historia a la vez gloriosa y apocalíptica

El escritor y político francés Éric Zemmour, en París en marzo de 2010.
El escritor y político francés Éric Zemmour, en París en marzo de 2010.Jerome Sessini / Magnum Photos / ContactoPhoto (Jerome Sessini / Magnum Photos / ContactoPhoto)
Marc Bassets

Éric Zemmour, cuando era niño, asistía maravillado a las sobremesas familiares. Era finales de los años sesenta o principios de los setenta. Los hombres de la casa —el padre, los tíos, el abuelo: judíos nacidos en Argelia que habían emigrado a Francia por la guerra de independencia— discutían de política y de historia. Lanzaban sus teorías, algunas seguramente descabelladas, e interpretaban con ingenio episodios del pasado. Zemmour, candidato a las elecciones presidenciales de abril en Francia, recordaría tiempo después: “Las voces retumbaban, los vasos temblaban, las manos y los brazos se agitaban, llovían los insultos”. Fue su educación cívica y política.

Durante sus años de tertuliano y autor de ensayos superventas, Zemmour usaba la historia de Francia para fundamentar sus opiniones contra los inmigrantes y los musulmanes y agitar el fantasma de la guerra civil. La suya no era una historia académica. Como en las discusiones familiares, mezclaba la provocación más o menos ingeniosa con la erudición de sobremesa. Ahora que aspira a la más alta magistratura, su particular reescritura del pasado es la auténtica marca de fábrica de la candidatura.

Zemmour plantea un dilema al gremio de los historiados. Una opción habría sido ignorarlo. ¿Merece la pena dedicarse a desmentirlo? Como sucede con las noticias falsas, raramente su desmentido tiene un efecto entre los votantes. El caso de Donald Trump lo demuestra. Por eso varios historiadores y políticos en Francia han considerado, a pocas semanas de las elecciones, que había mucho en juego y que era necesario desmontar el discurso zemmouriano.

“Lo que caracteriza a Éric Zemmour es el uso abundante que hace de la historia”, escribe el historiador Laurent Joly en La falsification de l’Histoire (La falsificación de la historia, no traducido, como el resto de los libros citados en este artículo), e inscribe esta práctica en la tradición del movimiento Acción Francesa y de Charles Maurras, ideólogo del nacionalismo antisemita, xenófobo y monárquico. Añade Joly: “Si logramos imponer nuestra reinterpretación del pasado, quizá estemos en condiciones de imponer nuestras ideas, afirmaba el amo de la Acción Francesa”. “Toda [su] tarea se apoya en la reescritura de los hechos históricos para ponerlos al servicio de su ideología”, concurre el ex primer ministro Manuel Valls en Zemmour, l’antirépublicain (Zemmour, el antirrepublicano).

Zemmour, en libros como Le suicide français (El suicidio francés) o Destin français (Destino francés), ofrece una visión a la vez gloriosa y apocalíptica del pasado. La suya es una historia de héroes, de Clodoveo a Napoleón, pasando por Luis XIV. Y es la historia de un derrumbe: desde una Francia idealizada y heredera de Roma al país actual, supuestamente al borde de la extinción. En su relato, la caída empezó con el Mayo del 68, o con la ocupación nazi de 1940, o con la derrota de Napoleón en Waterloo en 1815. O incluso, como detectó un articulista de Le Monde tras releer la obra de Zemmour, en 843, cuando el Imperio carolingio se repartió entre los nietos de Carlomagno… Es decir, antes de que existiese Francia.

En su opinión, las élites han nutrido la leyenda negra según la cual Francia es un país culpable por la colonización o la colaboración con los nazis

Las élites han nutrido, en su opinión, la leyenda negra según la cual Francia es un país culpable por la colonización o la colaboración con los nazis. El presidente Jacques Chirac es uno de los grandes villanos de esta historia por admitir, en 1995, la responsabilidad de Francia en la deportación de judíos durante la ocupación. El historiador estadounidense Robert Paxton es el otro villano por publicar años antes el libro de referencia sobre el régimen colaboracionista de Philippe Pétain. Zemmour cree que esta leyenda negra pretende “culpabilizar al pueblo francés” para que “se someta a la invasión migratoria y a la islamización del país”.

Según Zemmour, Pétain “salvó a los judíos franceses”, afirmación por la que en enero fue juzgado, y que Joly deconstruye en La falsification de l’Histoire y en Zemmour contre l’Histoire, un libro de 60 páginas donde un colectivo de historiadores corrige varios errores de su relato histórico. Se lee en el prólogo: “La inexactitud se erige en método, la mala fe en el motor del conocimiento; se convoca la historia como un ‘arma política’ despreciando trabajos y usos científicos”.

Según Éric Zemmour, el colaboracionista Phillippe Pétain “salvó a los judíos franceses”, afirmación por la que en enero fue juzgado

El libro no se centra solo en Vichy. Los historiadores abordan la idea de Zemmour según la cual la Cruzada de 1099 fue “una inmensa victoria francesa”, confundiendo el término “francos” con el de “franceses” y obviando que en la cruzada también había ingleses, bretones, normandos, flamencos, genoveses, castellanos… Desmontan la insinuación de que los protestantes masacrados en el siglo XVI fueron verdugos y no víctimas, en un intento por parte del candidato ultra de compararlos con los musulmanes actuales. O recuerdan que no existe base factual alguna para otra de sus insinuaciones más osadas: que Alfred Dreyfus pudo ser culpable de espionaje y el proceso contra él, expresión del antisemitismo francés, fue justificado.

El programa de Zemmour es un programa en la tradición nacionalista de escritores como Maurras y Maurice Barrès o de historiadores como Jacques Bainville. También hay una voluntad transgresora que dinamita consensos y tabúes. Funciona: el candidato que reivindica a Pétain obtiene en torno al 15% de intención de voto en los sondeos. Es un candidato que dice a los franceses que lo que les han contado no es cierto, que los historiadores extranjeros como Paxton o los conservadores renegados como Chirac les han engañado, que él es más listo y les explicará la verdad.

Y es así como, si hiciésemos caso al candidato, Dreyfus quizá fue culpable, y Pétain no fue menos heroico que el general De Gaulle, y durante la ocupación nazi “el soldado alemán [fue] el vector de la emancipación de la mujer francesa porque la mujer francesa irá en masa hacia los vencedores, los soldados alemanes”. El discurso sobre la historia, al final, es un reflejo del discurso sobre el propio país: a Zemmour no le gusta Francia. Ni tal como es hoy ni su pasado. Adora el país soñado; le irrita el que existe y existió. Para un nacionalista como él, la glorificación de la patria y de su historia se confunde con su detestación.

Lecturas

Zemmour contre l’Histoire 
Varios Autores  
Tracts Gallimard, 2022 
64 páginas. 3,90 euros

La falsification de l’Histoire. Éric Zemmour, l’extrème droite, Vichy et les juifs 
Laurent Joly  
Grasset, 2022 
140 páginas. 12 euros

Zemmour, l’antirépublicain 
Manuel Valls  
Éditions de l’Observatoire, 2022 
144 páginas. 12 euros

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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