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SILLÓN DE OREJAS
Columna
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Desde mi (relativo) purgatorio

Estoy convencido es de que, si Dios lee, su libro favorito es la ‘Divina comedia’, ese poema sagrado que el propio Dante consideraba una especie de “tercer testamento”

Manuel Rodríguez Rivero
Ilustración para 'Kashtanka', de Antón Chéjov.
Ilustración para 'Kashtanka', de Antón Chéjov.REBECA LUCIANI. (EDITORIAL KALANDRAKA)

1. Comedia

Según cierta creencia gnóstica, el mundo podría haber surgido de la carcajada de un dios. No lo creo: ya he dicho alguna vez que, por lo menos el Dios común de los tres monoteísmos, no prodiga precisamente su risa. De lo que sí estoy profundamente convencido es de que, si Dios lee, su libro favorito es la Divina comedia, ese poema sagrado (lo dice Harold Bloom) que el propio Dante consideraba una especie de “tercer testamento” que complementaba las Escrituras. Me lo imagino allí arriba sentado, en su sillón de orejas hecho de nubes, divirtiéndose con el mejor producto de la imaginación de una de sus más geniales criaturas. Ese libro genial con tres protagonistas principales (el peregrino Dante, el maestro Virgilio y la enigmática y sexualmente improbable Beatriz) y centenares de estupendos villanos (incluido el Demonio), purgantes y beatos secundarios, se publica de nuevo, menos de tres años después de la traducción de José María Micó (Acantilado, 944 páginas, 49 euros), en una cuidadísima edición bilingüe a cargo de Juan Barja y Patxi Lanceros (Abada, 1.608 páginas, 77 euros), que incluye, además de más de 300 páginas de notas y comentarios, bibliografías, índices de nombres y “cosas notables”, un clarificador ensayo iconográfico de Juan Calatrava y la reproducción de las impresionantes ilustraciones (bocetos e iluminaciones) del divino Botticelli para la Commedia. Un monumento editorial cuya lectura (alternando la mirada desde el original a la muy medida y prosódicamente elegante traducción en endecasílabos blancos) nunca aburre, y ante el que la única pega que podría ponerle nuestro Dios lector es que, como se le cayera en los pies, le machacaría sus inmarcesibles dedos (2.074 gramos de peso).

2. “Força, Vasco!”

Vasco Gonçalves, en una imagen sin fechar.
Vasco Gonçalves, en una imagen sin fechar.

Se me pasó mayo sin hacerme eco del centenario del nacimiento (3-5-1921) del general Vasco Gonçalves, figura clave del Portugal del fin del fascismo (1933-1974) y de la Revolução dos Cravos, de quien casi nadie (por aquí) parece acordarse. El día 11 hará 15 años de su muerte, así que me agarro a esa fecha para enmendar mi descuido. Vasco fue una de las figuras clave del Movimento das Forças Armadas y llegó a ser primer ministro en cuatro de los cinco primeros Gobiernos provisionales. Marxista independiente, aunque cercano al PCP —uno de los pocos que no había abrazado el “eurocomunismo”—, desmanteló la estructura colonial y puso en marcha nacionalizaciones y mejoras sociales importantísimas, como la reforma agraria o el salario mínimo. Satanizado por la derecha portuguesa y europea, y perdidos los apoyos de sus antiguos socios, su posición se hizo insostenible, viéndose forzado a dimitir; dos meses más tarde se producía el intento de golpe termidoriano del 25 de noviembre de 1975, tras el que se acabó con la incipiente economía planificada y con la deriva radical de la revolución. Ahora, cuando las encuestas revelan que gran parte de los jóvenes portugueses ignoran quién fue Vasco Gonçalves, un grupo de amigos y admiradores anuncian la próxima publicación en Laya-Caminho del libro homenaje Fotobiografia do general Vasco Gonçalves, coordinado por su hija Maria Joao Gonçalves, la periodista Maria Manuela Cruceiro y el general Nuno Pinto Soares, y en el que colaboran diferentes autores, entre ellos el escritor y exmilitar español Anselmo Santos.

3. Álbumes

No ignoro que a algunos de mis improbables lectores no les agrada que dedique espacio a la literatura gráfica, un género que consideran menor e impropio de un suplemento tan culto como este. Para disuadirles de lo que estimo un prejuicio, les recuerdo que, como gustaba decir a Marx (Carlos, no Groucho), the proof of the pudding is in the eating (“la prueba del pudin está en comérselo”). Para comprobar las posibilidades expresivas del género, sumérjanse en la lectura / visualización de alguna de sus obras mayores (hay docenas), por ejemplo, en la reciente Tamara Drewe (Salamandra), de Posy Simmonds. Últimamente proliferan los álbumes literarios, una tendencia consolidada, entre otros sellos, por Nórdica desde 2006, una época gloriosa para la edición independiente. Los hay biográficos y dirigidos a lectores adultos, como Federico (Lumen), de Ilu Ros, consagrado a FGL, o Las tres vidas de Hanna Arendt (Salamandra), de Ken Krimstein, y también a lectores jóvenes, como Marie Curie (Ekaré), de Irène Cohen-Janca y Claudia Palmarucci; asimismo, van abundando las adaptaciones gráficas de novelas importantes, como la de El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, a cargo de Tyto Alba (Salamandra), y la de Hambre, de Knut Hamsun, por Martin Ernstsen (Nórdica), o, para niños, la adaptación de la Kashtanka, de Chéjov, por Rebeca Luciani (Kalandraka). Las encontrarán, y muchas más, en todas las buenas librerías, listas para convencer a los escépticos.

4. Viajes

A diferencia de Phileas Fogg, el aristócrata aventurero de La vuelta al mundo en 80 días (Julio Verne, 1872), que apostó con sus amigos del Reform Club londinense que daría la vuelta a la Tierra en el tiempo acordado, yo ni siquiera he podido reunirme con mis contertulios de Casa Benito para referirles algunas de mis lecturas viajeras, últimamente numerosas: la proximidad del verano y los avances de la vacunación han desatado el deseo incontenible y unánime de salir de naja, y los editores lo saben. Yo viajo desde mi sillón de orejas, pero elijo destinos lejanos (geográfica y culturalmente). Durante la última semana me ha tocado perimetrar Rusia, en un apasionante viaje de 60.000 kilómetros a través de los 14 países con los que comparte frontera. Un periplo libresco guiado por Erika Fatland, aventurera y antropóloga que tardó dos años en culminarlo y que ha reflejado en el apasionante reportaje La frontera (Tusquets), un travelogue repleto de erudición que nunca agobia, de anécdotas, de historias colectivas e individuales, de conflictos seculares y color local. Y con todo el sabor de los grandes viajes inolvidables. Bon voyage!

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