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El presidente de los farmacéuticos: “Las farmacias y sus profesionales están desaprovechados en España”

Jesús Aguilar cree que los boticarios podrían tener un papel más relevante en conexión con la Atención Primaria

Jesús Aguilar
Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Farmacéuticos, en la sede de la institución, en Madrid.JUAN BARBOSA
Pablo Linde

Jesús Aguilar (Burgos, 63 años) acaba de ser reelegido presidente del Consejo General de Farmacéuticos sin ninguna candidatura en contra. Tras nueve años en el cargo, se queja de que ha tenido nueve ministros de Sanidad distintos: “En una profesión tan regulada, necesitamos estabilidad política”. En los tres que le quedan de mandato, quiere potenciar lo que hasta ahora ha sido su hoja de ruta: “Una farmacia asistencial, social y digital”. Hasta donde la administración (ministerio y comunidades) se lo permita.

Pregunta. ¿Cómo es su relación con la ministra Mónica García?

Respuesta. Muy buena. Esa parte social nuestra, que es sustancial, está muy alineada [con su política]. Cuando nos reunimos con ella nos dijo que éramos los primeros que le contábamos lo que ella trataba de decirles a otros sectores. En la pandemia vimos muy claras cosas que estábamos detectando antes: la soledad no deseada, la salud mental… estamos intentando trabajar en torno a eso, y el ministerio también está muy enfocado en esas problemáticas.

P. ¿Cómo puede la farmacia abordar estos problemas?

R. Trabajamos ofreciéndonos, siempre ofreciéndonos. Entendemos que la profesión farmacéutica y las oficinas de farmacia, esa red asistencial tan potente que hay en España, no están siendo utilizadas de la manera que se debería.

P. ¿Cómo podrían aprovecharse más?

R. Deberíamos ayudar al sistema mucho más, integrando las funciones de la farmacia comunitaria con la Atención Primaria, no solamente en el papel, sino usarla en la realidad, con una mayor relación con los médicos. Tenemos unas herramientas estupendas y únicas en Europa, como son las recetas electrónicas. No solo deberían servir para la dispensación y la prescripción de medicamentos, sino también como vía de comunicación con las administraciones y los propios médicos.

P. ¿Por ejemplo?

R. Por ejemplo, en la adherencia a los medicamentos [el correcto seguimiento del tratamiento que receta el médico], donde hay graves problemas: el 50% de los pacientes no son adherentes. Lo que ocurre con ellos es que acaban más en los hospitales y los servicios de urgencias. Ahí deberíamos tener un trabajo más colaborativo con los compañeros médicos y con todo el resto de los de los profesionales sanitarios. Y eso tiene que estar potenciado por la Administración pública, porque nosotros hacemos lo que nos pide la Administración.

P. ¿Puede poner un ejemplo concreto de cómo la farmacia puede mejorar la adherencia o la comunicación con los médicos?

R. Deberíamos estar ayudando a los médicos para saber si los tratamientos se están cumpliendo o no. A través de los sistemas de receta electrónica conocemos qué personas están haciendo el tratamiento, si están recogiendo los medicamentos cada 28 días… por tanto, sabemos si se cumplen. Y no solo por eso, tenemos una comunicación directa con los ciudadanos: las farmacias que recibimos todos los días 2,3 millones de personas conocemos su entorno, su familia. Por comparar, las consultas de primaria reciben cada día 700.000 pacientes, tres veces menos. Cuando hacemos pruebas piloto sobre este tipo de cosas, son un éxito, pero las administraciones no quieren implementarla.

P. También reivindican un papel más protagonista en cuestiones de salud pública.

R. Por ejemplo, con la vacunación. Si se incluye en la receta electrónica qué personas de riesgo deberían estar vacunadas y cuáles no lo están, cuando lleguen a la farmacia le puedes decir: “Oye, Paquita, ¿tú no crees que deberías vacunarte?” O cuando te hacen un cribado de cáncer de colon: te mandan una carta, la recibes, tienes que llamar al centro de salud, te dan hora, recoges el kit, te vas a casa, tomas la muestra, la entregas, y ya te llaman para el resultado. Todo eso se podría hacer en la farmacia.

Aguilar comienza su cuarto mandato como presidente de los farmacéuticos en España.
Aguilar comienza su cuarto mandato como presidente de los farmacéuticos en España.JUAN BARBOSA

P. Algunas comunidades lo están haciendo.

R. El problema es que se hace en unos sitios sí y otros no. Cada vez tenemos más diferencias de servicios según el código postal. Cada día vamos peor en el sentido de que los ciudadanos tienen unas u otras prestaciones en función de dónde viven.

P. En la pandemia, incluso se ofrecieron para vacunar.

R. Como lo hacen en muchísimos países europeos. Pero nosotros no queremos abrir guerras con nadie [esa propuesta suscitó un rechazo frontal del Consejo de Enfermería]. Lo que decimos es nos utilicen donde hagan falta estos servicios, porque los farmacéuticos son profesionales que estudian cinco años de carrera, que están más que formados y los estamos desaprovechando.

P. ¿Qué lecciones sacó la farmacia de la pandemia?

R. Nos dimos cuenta, todavía más, de la importancia de la relación directa con el ciudadano. No la podemos perder. Muchas veces la telemedicina se lleva al extremo, la persona sustituye el contacto por la pantalla y acaba viniendo a la farmacia. Sobre todo esa población de edad más elevada.

P. Ustedes reivindican especialmente esta labor asistencial en las zonas rurales, donde algunas farmacias están sufriendo problemas económicos.

R. En una zona donde desaparecen los habitantes, tiene crisis todo el mundo. El médico no va porque no hay suficientes pacientes, la enfermería, igual, y la farmacia, que es la única que queda, tiene el riesgo de desaparecer. Tenemos que pensar cómo mantenemos esa prestación farmacéutica a los ciudadanos: que si una farmacia desaparece se convierta en un botiquín, que no es lo que mucha gente puede entender con tiritas y vendas, sino una farmacia que abre menos horas, o menos días. O dar un papel más activo al farmacéutico en colaboración con las administraciones para la formación en salud, por ejemplo, para que no desaparezcan.

P. Hay un problema de sobremedicación en la población, ¿qué responsabilidad tiene ahí la farmacia?

R. Esto también es la adherencia de la que hablábamos. Nuestro interés no es que haya cuanta más prescripción mejor. Los primeros interesados en un uso racional del medicamento somos nosotros. Por ejemplo, en desprescripción de fármacos en salud mental, no puede ser que haya que partir las pastillas 33 veces, cuando tenemos la formulación magistral para hacer dosis mucho más reducidas. El farmacéutico ahí es un aliado.

P. Europa trabaja en una Unión Europea de la Salud. ¿Hacia dónde debería ir?

R. Nos hemos desarmado desde el punto de vista del arsenal fármaco terapéutico y tenemos una dependencia tremenda [de otros países]. No es normal que tengamos que dedicar uno de cada cinco días de trabajo a buscar los medicamentos que necesitan los ciudadanos.

P. ¿Por los problemas continuos de desabastecimiento que estamos viendo?

R. Los medicamentos que llegan se reparten a las 22.000 oficinas de farmacia, y nosotros estamos todos los días buscando como locos dónde encontrar esa medicación. Hemos creado dos aplicaciones para eso. A veces dicen que solo afecta a un porcentaje muy pequeño de las moléculas que hay en el mercado. Y es verdad. Pero algunas de ellas afectan a muchísimos pacientes.

P. ¿Qué piensa del proyecto para eliminar los prospectos en papel?

R. El 80% de los ciudadanos que va a las farmacias es mayor de 70 años y todavía existe una brecha digital. La medida puede ir contra la seguridad de los pacientes. Una cosa es que a partir de mañana en un producto aparezca un QR, que está muy bien, pero no puede desaparecer el prospecto, porque tú no lo usas cuando abres el producto, sino cuando tienes dudas. Y muchos ciudadanos, por su edad, por la brecha digital, no van a ser capaces de verlo.

P. ¿Cómo es que la mayoría de las farmacias siguen vendiendo homeopatía, que no se ha demostrado efectiva en ningún caso?

R. La Agencia Española de Medicamentos los clasifica como medicamentos, no nosotros. Y las farmacias tienen la obligación de dispensar el medicamento que viene prescrito por un médico. Si mañana esos productos dejan de ser medicamentos porque lo dice la autoridad competente, estaremos hablando de otro tema.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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