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El Supremo de Estados Unidos limita el poder de la agencia medioambiental para proteger los humedales

El tribunal da la razón a un matrimonio que quería construir una casa cercana a un lago en Idaho y se enfrentó por ello al regulador federal

Protesta a las puertas del Tribunal Supremo el pasado mes de octubre, cuando se celebró la vista oral por el caso de los Sackett.
Protesta a las puertas del Tribunal Supremo el pasado mes de octubre, cuando se celebró la vista oral por el caso de los Sackett.Jacquelyn Martin (AP)
Iker Seisdedos

El Supremo dio otro paso más este jueves en su cruzada por limitar el poder de la agencia medioambiental estadounidense (EPA son sus siglas en inglés). El alto tribunal otorgó la razón al matrimonio Sackett en su pelea, de casi 15 años, por construir una casa a unos 100 metros del lago Priest, en Idaho. Se lo impedía la EPA, cuyos técnicos consideraban que su tierra probablemente contenía humedales y, por tanto, estaba sujeta a la ley del Agua Limpia, de 1972, que impide verter contaminantes, arena, cemento y otros materiales indispensables para la construcción. La sentencia dictamina que esa norma, abierta a interpretación, solo protege los humedales que tengan una “conexión continua en superficie”. La sentencia llega un año después de que el Supremo limitara el campo de acción de la EPA para combatir la polución, en el marco de la ley de Aire Limpio.

Los nueve jueces han estado de acuerdo en el fondo del fallo: la EPA no era quién para decidir si los Sackett podían o no edificar en su propiedad. Pero esa unanimidad se resquebrajó a la hora de compartir los argumentos de la opinión mayoritaria, que suma a cinco magistrados y viene firmada por el conservador Samuel Alito.

Poco clara

Al inicio de esa opinión, Alito escribe que la norma de Agua Limpia fue “un gran éxito”, y que, antes de su aprobación, “ríos lagos y arroyos estaban severamente contaminados”. También considera que nació defectuosa por ser poco clara en la correcta interpretación del alcance del término “aguas de Estados Unidos”. Alito recuerda que el Supremo trató de unificar criterios en tres ocasiones anteriores, la última, hace 17 años. “El alcance de la ley de Agua Limpia es notoriamente poco claro”, dice en otro momento de su argumentación. “Cualquier pedazo de tierra que esté húmedo al menos parte del año está en peligro de ser clasificado por ls empleados de la EPA empleados como humedales cubiertos por la ley, y según el gobierno federal, si los dueños de propiedades comienzan a construir una casa en una finca que la agencia cree que posee la humedad requerida, los dueños de propiedades están a merced de la agencia”.

Eso fue lo que, según ha dictaminado el Supremo, les pasó a los Sackett. Del otro de lado de la carretera que pasa junto a su finca hay un humedal que conecta con una zanja de drenaje que lleva a una quebrada no navegable que desemboca en el lago. La EPA consideró que eso la convertía en un humedal protegido y les ordenó retirar el material de relleno para construcción bajo amenaza de multa. El caso se enredó en los tribunales, llegó al Supremo una primera vez por cuestiones de jurisdicción en 2012, luego se quedó estancado. Más de 15 años después, el matrimonio se ha salido con la suya.

El juez conservador Brett M. Kavanaugh, se sumó a los tres magistrados liberales del tribunal en en una opinión concurrente, considera que la decisión daña la capacidad de la EPA para combatir la contaminación. En su texto, Elena Kagan va aún más lejos y acusa a sus compañeros de tratar de enmendar al Congreso y “rescatar a los dueños de propiedades de su demasiado ambicioso programa de control de la contaminación”.

“Es una decisión catastrófica”, explica Jim Murphy, director de defensa legal de la National Wildlife Federation, “pues elimina la protección de millones de acres de tierras que quedan desprotegidas federalmente. Tendrá efectos sobre la vida de personas, comunidades y animales”. El problema, según Murphy, es que “la gran mayoría de humedales no tienen una conexión distinguible en superficie” y, por tanto, quedan ahora desprotegidos. “Un 75% de la población estadounidense está en favor decididamente de la protección de las aguas limpias. Esperamos que el Congreso adopte una ley en ese sentido”, considera el activista, que se teme que la decisión del Supremo signifique la vuelta de algunos de los problemas previos a la ley de 1972. La propia Kagan recuerda en su texto tal vez la crisis más famosa, “cuando el fuego prendió [en 1969] en el río Cuyahoga de Ohio, alimentado por petróleo y otros desechos industriales” que contaminaban sus aguas. Murphy, por su parte, aclara que el lago Erie “prácticamente estaba muerto” antes de la ley de 1972.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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