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Conferencia Episcopal
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El cardenal Omella, ¿en campaña electoral?

Durante el discurso inaugural de la plenaria, el presidente de la CEE desgranó el programa de los obispos españoles en las cuestiones relativas a la familia, la sexualidad y la educación, que tiene muchos parecidos con la ideología de la derecha y de los movimientos cristianos integristas

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, a su llegada a la rueda de prensa. Foto: GUSTAVO VALIENTE (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Juan José Tamayo

Con el discurso inaugural de la 121ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), su presidente y arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella entró en campaña electoral, quizá sin pretenderlo. En él fue desgranando el programa de los obispos españoles en las cuestiones relativas a la familia, el origen y el final de la vida, la sexualidad y la educación, que tiene muchos parecidos con la ideología de la derecha y la extrema derecha política y de los movimientos cristianos integristas. Defendió una educación afectivo-sexual, sí, pero liberada de la ideología de género, que en realidad constituye un rechazo de la teoría de género y del movimiento feminista. Hizo una apología de la familia sin definir el modelo al que se refería (¿patriarcal, igualitaria?). Condenó sin paliativos el aborto y la eutanasia en defensa de la vida, “desde la concepción hasta la muerte natural”.

Son los mantras de siempre, sin atisbo alguno de originalidad, que la CEE suele repetir con motivo de las campañas electorales para orientar el voto de las personas católicas y de la ciudadanía en general, aun cuando el secretario general de la CEE, César García Magán, afirmó en la rueda de prensa del final de la asamblea que nadie debe utilizar a la Iglesia como moneda de cambio en los debates políticos.

Omella defendió el cheque escolar, en contra de la opinión de la Patronal Escuelas Católica, y la escuela concertada gratuita al mismo nivel que la pública sin exigirle ninguna contraprestación. Pidió perdón por los abusos a menores en la Iglesia católica, cuando, en realidad, son agresiones, y lo hizo en un lenguaje formal que no parecía demostrar compasión ni sensibilidad hacia los sufrimientos de las víctimas, la mayoría de las veces vividos en soledad. Sin embargo, no pidió perdón por el negacionismo, el silencio, la permisividad, la complicidad, el encubrimiento, la falta de investigación y de colaboración de la jerarquía con la justicia judicial durante décadas. Además, volvió a echar balones fuera denunciando que el mismo hecho que afecta a otros sectores de la sociedad no se haya puesto en evidencia, no se aborde por el momento y se insista en analizarlo exclusivamente en el ámbito de la Iglesia.

Habló de los seglares, excluidos de la asamblea, y les encomendó una serie de tareas a llevar a cabo en la vida política, cultural y social, pero sin reconocerles funciones de responsabilidad en la vida eclesial, reservadas a la jerarquía y al clero, que se apropian así de la eclesialidad que corresponde a toda la comunidad cristiana. Las mujeres han estado ausentes tanto en la asamblea plenaria como en el discurso del cardenal Omella quien no hizo referencia a su discriminación en la sociedad y en la Iglesia, ni a la violencia de género, ni a los 25 feminicidios provocados por el patriarcado este año. No obstante, hay que reconocer como elemento positivo que los obispos han aprobado una nota en la que critican la maternidad subrogada, calificada de “una nueva forma de explotación de la mujer, contraria a la dignidad humana”.

La asamblea episcopal ha sido un buen ejemplo de que en la Iglesia católica se mantiene intacta la estructura jerárquico-piramidal, patriarcal y antidemocrática. ¿Para cuándo la práctica de la democracia y la sinodalidad?

Juan José Tamayo es teólogo y autor de Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis (Editorial Trotta).

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