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Otros dos exseminaristas elevan a cinco las acusaciones de abusos a un ex delegado del Gobierno en Murcia cuando era marista

Dos antiguos alumnos del internado de Elche se unen a los testimonios contra Joaquín Bascuñana, del PP, y lo denuncian al Defensor del Pueblo. Según afirman, dos responsables del centro en los años setenta encubrieron los hechos

Joaquín Bascuñana abusos sexuales
Alumnos del curso de 1970 del seminario marista de La Marina de Elche, con su tutor, Joaquín Bascuñana, acusado de abusos.
Íñigo Domínguez

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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Dos nuevos testimonios se unen a los tres publicados por EL PAÍS en octubre y también acusan de abuso de menores en el seminario marista de La Marina de Elche, Alicante, en los años setenta, a Joaquín Bascuñana, que entonces era hermano de esta orden, y luego, tras dejar la vida religiosa, fue alto cargo del PP en Murcia y delegado del Gobierno en esta comunidad de 2011 a 2015. Bascuñana negó entonces con rotundidad las acusaciones y aseguró que todo es “completamente falso”. En esta ocasión, este diario no ha logrado contactar con él. Los dos antiguos alumnos del centro, que no desean revelar su identidad, lo han denunciado a la comisión de investigación de la pederastia en la Iglesia católica del Defensor del Pueblo, puesto que los presuntos delitos estarían prescritos y abocados al archivo. Bascuñana, que sigue afiliado al PP y dimitió como delegado del Gobierno tras ser imputado por corrupción, está a la espera de juicio en el proceso por el caso Novo Carthago, que comenzará en febrero.

“Me decidí al leer sus palabras en el periódico: ‘Juro que nunca he tocado un niño’. Eso me llegó al alma y me revolvió por dentro”, dice uno de los dos nuevos denunciantes, que nunca hasta ahora se lo había contado a nadie. “Les he escrito para que no quede como mentiroso quien lo ha contado”, añade el segundo, que afirma que lo sucedido no le causó ningún trauma, pero quiere apoyar a sus antiguos compañeros. Los maristas abrieron una investigación hace año y medio, en julio de 2021, tras la denuncia de uno de estos antiguos alumnos, pero solo responden que sigue abierta y no dan ninguna información sobre ella. En todo este tiempo, afirma Bascuñana, no se han puesto en contacto con él.

Pero además uno de estos dos antiguos alumnos acusa a otro marista del internado, de iniciales J. G. A., otro caso también publicado por este diario y que está bajo investigación de la orden. Ahora tiene 86 años, después fue enviado como misionero y luego siguió siendo profesor en colegios maristas de la Comunidad Valenciana hasta hace pocos años. En el mismo seminario de Elche también es acusado don Antonio, el capellán del centro en 1986. La diócesis de Orihuela-Alicante, de la que depende el cura, abrió una investigación canónica en 2021 tras recibir el primer informe de este diario sobre pederastia en la Iglesia española, en el que estaba incluida la denuncia. El proceso ha confirmado las acusaciones y ha concluido con la suspensión del sacerdote, aunque la diócesis se niega a informar de los lugares por donde ha pasado todos estos años.

Bascuñana llegó al seminario de los maristas de La Marina de Elche, en Guardamar del Segura, en el curso 1970-1971 y permaneció allí al menos hasta el verano de 1977, según la documentación disponible de la orden. Los tres primeros denunciantes relataban abusos entre 1970 y 1973, pero los dos nuevos testimonios los amplían a años posteriores. El primer exalumno que habla ahora sitúa su primera experiencia en una acampada de toda la clase en el año que llegó al seminario, en el curso 1972-1973, con 12 años: “Dormimos en una tienda de campaña y el hermano Bascuñana durmió con nosotros. Éramos cuatro o cinco, y él. Estaba a mi lado y al poco de dormir se fue acercando, acercando, y me cogió mi pierna entre las suyas, pegándose a mí. Yo al notarlo le di patadas, y él me dejaba, pero al poco otra vez, insistía, y así estuvimos un buen rato, él cogiéndome la pierna y yo apartándome de él. Y eso fue dos noches. Yo no pegaba ojo. No tenía a quién contárselo. No lo hablé con nadie”. El siguiente episodio, según afirma, sucedió en el curso siguiente, ya en 1974, y en un lugar que coincide con los testimonios anteriores: “Después de comer hacíamos partidos de fútbol, balonmano, baloncesto. Pero un día al salir me dice: ‘Ven, que tienes que ayudarme y no vas a jugar hoy’. Entonces me subió a una habitación, a una celda, que decíamos, donde tenía el laboratorio de fotos, con la luz esa tenue que ponía. Estando allí, sentado, me agarró por detrás y me sentó encima. Por decirlo de forma clara, estaba empalmado y enseguida me revolví y me aparté de él y salí corriendo”.

Este alumno, como aseguran que hicieron dos de los tres primeros denunciantes, se lo dijo a un superior, pero fue en vano. Afirma que acudió al despacho del director del seminario, Severiano Bayona, y le contó lo que le había ocurrido. “Pero no me dijo nada, no reaccionó. No sé si me creyó o no. Tampoco sentí protección. A raíz de aquello Bascuñana no se volvió a acercar, pero no sé si le dijeron algo o no”, relata. Lo cierto es que continuó en el centro y siguió acosando a menores: el segundo nuevo testimonio es posterior en el tiempo. Uno de los otros tres exalumnos que hicieron públicas sus acusaciones en este diario relató que ya lo denunció en 1972 al director anterior, Abilio Díez Mediavilla, que no hizo nada. Su sucesor, Severiano Bayona, tampoco tomó medidas. El primer religioso ha fallecido, pero el segundo, según la información disponible de los maristas, sigue vivo, con 89 años. Es decir, los relatos sostienen que quienes fueron los dos máximos responsables del seminario durante los años en que Bascuñana estuvo allí supieron de sus abusos y lo encubrieron. Durante los siete años que permaneció allí como tutor y profesor de los más pequeños pasaron más de 300 niños por el seminario, según los cálculos de este diario y contando solo los que ingresaron desde que él llegó.

Joaquín Bascuñana, cuando era delegado del Gobierno en la Región de Murcia, en un acto celebrado en diciembre de 2014.
Joaquín Bascuñana, cuando era delegado del Gobierno en la Región de Murcia, en un acto celebrado en diciembre de 2014.Marcial Guillén (EFE)

El segundo nuevo testimonio corrobora que “todo lo que han dicho los tres denunciantes era así, su operativa era esa”. Los relatos publicados coincidían en que les agarraba a solas por detrás y restregaba su sexo contra ellos. En el caso de este exalumno explica que ocurría en la sala de proyección que había en el seminario: “Era el responsable del cine y un día me dijo que le subiera las bobinas a la cabina. Me extrañó porque casi no podía con el saco, que era muy pesado. Al entrar allí se produjeron los abusos, como han descrito los denunciantes: se subía la sotana, la ataba con el cinturón, y se frotaba contra mí por detrás, recuerdo sus jadeos. Te pasaba la mano por encima del pantalón, por los genitales. Lo que más se me quedó grabado son sus jadeos. Te tenía abrazado, no te podías escapar, mientras bloqueaba la puerta. Yo no entendía lo que ocurría, a esa edad éramos absolutamente ignorantes sobre sexo. Pero yo entendía que no era normal. Los hizo dos o tres veces y la última me resistí o le empujé, no recuerdo bien, y me escapé de allí. Nunca más volvió a intentarlo”.

Este exalumno también se une a las acusaciones contra un segundo marista del mismo seminario reveladas por este diario. Se trata de J. G. A., que ya está bajo investigación de la congregación y ha sido apartado cautelarmente del contacto con menores. Este vigilaba los dormitorios por las noches, salas abiertas con las camas alineadas: “Salía por las noches a meter mano a los chavales. La situación era de pánico, porque todos lo estábamos esperando a ver qué pasaba y llegó a tal punto que nos compramos unas linternas pequeñas para iluminar y pillarlo. Una noche vino a mi cama y oí unos jadeos a mi lado. No me tocó, pero estaba muy próximo a mi cara, a un palmo, pegué un grito, le iluminé con la linterna, porque dormíamos con la linterna en la mano y se escapó corriendo. Se metió en la habitación, y salió a los pocos segundos disimulando para reñirnos por el ruido. Todos vimos que había sido él”. En este punto del relato también se repite otro elemento de otros testimonios: las represalias contra los alumnos que se resistían a los abusos, que en algunos casos llegaron a la “total esclavitud” en los trabajos agrícolas de la finca del seminario. Este antiguo estudiante recuerda: “A partir de ahí se ensañó conmigo, me suspendía todas las asignaturas, me ridiculizaba en público. Cuando vinieron mis padres, el rector los llevó al despacho, y sacó un informe sobre mí, que hablaba de mi mal comportamiento. Decía que era caprichoso. Al salir les dije llorando que me quería ir de allí, que no lo soportaba más. Mi padre me dijo que aguantara hasta el final de curso, y luego me sacaron de allí”.

El anterior testimonio publicado por EL PAÍS sobre J. G. A. señalaba abusos en la enfermería, donde era el encargado. “Era famoso porque, fueras por lo que fueras lo primero era siempre ponerte un supositorio, y luego lo que venía después. Todos lo sabíamos y lo evitábamos”, relataba otro antiguo seminarista. Este religioso estuvo solo dos años en el seminario, lo dejó en 1977, porque fue enviado a misiones. Pasó dos décadas en Costa de Marfil. Antes y después recaló en varios colegios maristas de la Comunidad Valenciana y Murcia: Algemesí y Valencia en los años sesenta y setenta, y a partir de los años noventa hasta hace pocos años, Denia, Cartagena y Alicante.

En España han salido a la luz hasta ahora 855 acusaciones contra sacerdotes, religiosos y seglares de la Iglesia católica, con 1.607 víctimas, según la contabilidad que lleva EL PAÍS. Es una base de datos abierta y actualizada en la que se pueden consultar todos los casos destapados por la investigación iniciada por este diario en 2018 y los publicados por otros medios. Es la única estadística conocida, ante la ausencia de datos oficiales o de la Iglesia. Los maristas son, tras los jesuitas, la orden con más miembros acusados en toda España, un total de 123 casos, hasta ahora.

Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es. Si es en América Latina, puede escribir a abusosamerica@elpais.es

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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