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Así se desencadena un golpe de calor en el organismo

Los especialistas alertan sobre un proceso que conlleva una alta mortalidad y que se previene refrescándose, evitando la actividad física con temperaturas elevadas y una buena hidratación

Unas personas se refrescaban el martes en una de las fuentes del Museo del Louvre, en París.
Unas personas se refrescaban el martes en una de las fuentes del Museo del Louvre, en París.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

Los golpes de calor muestran la cara más temible de los episodios de altas temperaturas como el que ha azotado España en los últimos nueve días. La rapidez y la virulencia con la que se desencadenan estos procesos, que pueden causar la muerte de una persona sana en unos pocos minutos, recuerdan los peligros que el calor entraña para el ser humano, aunque solo supongan una pequeña parte de la mortalidad relacionada con la subida de los termómetros.

La piel es el campo de batalla donde el organismo se defiende frente al calor. Es aquí donde unas 600 glándulas por centímetro cuadrado bombean sudor fuera del cuerpo para compensar la subida de la temperatura. También es hacia la piel, con el objetivo de enfriarse, adonde se dirige el mayor flujo de sangre resultado de la dilatación de las arterias ordenada por el hipotálamo. “Estos son los dos principales mecanismos compensadores que se activan cuando tenemos calor, al igual que ocurre cuando hacemos una actividad física intensa”, afirma Juan Torres Macho, jefe de servicio de medicina interna en el Hospital Infanta Leonor (Madrid).

Esta es la razón por la que hacer coincidir ambas cosas, elevadas temperaturas y ejercicio, no está recomendado. El riesgo es que los esfuerzos del organismo sean insuficientes para bajar la temperatura corporal, que desde los 36,7 grados empezará a subir y al llegar a los 40,5 ya pone en riesgo la vida de la persona. Es el temido golpe de calor, que ha causado la muerte en España a 757 personas entre 2003 y 2018, según los datos del Instituto nacional de Estadística.

“A partir de los 40 grados, algunos procesos fisiológicos del organismo se alteran y empieza un mecanismo de inflamación que produce una cascada de enzimas que interfiere con el normal funcionamiento de los órganos vitales. Es un proceso que, una vez ha empezado, es difícil de revertir”, explica Torres Macho.

Dolor de cabeza, confusión y aturdimiento son las señales de alerta de que ha empezado una sucesión de acontecimientos que puede acabar en la pérdida de conciencia, convulsiones y un fallo cardíaco. Aunque difícil de detener y con una elevada mortalidad, las recomendaciones para frenar el proceso son tumbar en posición lateral al afectado en una zona fresca, remojar la piel con agua y paños húmedos para ayudar a bajar la temperatura y alertar a los servicios de emergencia.

Los últimos estudios muestran que más de 1.300 personas mueren al año en España por causas atribuibles a las altas temperaturas. De ellas, solo una pequeña parte se deben a los golpes de calor. En el peor verano desde que hay registros, el de 2003, 182 personas fallecieron por esta razón, cerca del 3% de los más de 6.600 fallecidos que se atribuye a ese episodio de temperaturas extremas.

“Los golpes de calor son los casos más extremos del importante impacto que el calor tiene sobra la salud de las personas”, explica Juan Armengol, presidente en Madrid de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). “Lo que estamos viendo estos días son muchas personas mayores deshidratadas, más que en otros años. Llegan aturdidas y desorientadas. Los mayores, como los niños más pequeños, regulan peor el calor y no sienten tanta sed, por lo que es importante recordarles que deben beber. También hay que revisarles la medicación, porque es frecuente que tomen diuréticos y fármacos contra la tensión que deben ajustarse en esta época, porque ya pierden mucho más líquido por el sudor”, añade Armengol.

“El golpe de calor y la deshidratación son dos procesos distintos, pero la forma de prevenirlos es la misma. Beber, resguardarse del sol y las temperaturas elevadas y no hacer actividad física en los peores momentos del día”, recuerda Torres Macho. Además de beber, también es importante mantener una dieta equilibrada. “La elevada sudoración también desequilibra los niveles de sales minerales. Es especialmente peligroso el incremento de los niveles de potasio, porque alteran los mecanismos eléctricos de las células cardíacas, lo que puede llevar a que el paciente sufra arritmias y, en casos extremos, paros cardíacos”, añade este especialista.


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