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“No recordaba que estaba embarazada”: el despertar de una madre de gemelas tras 11 días en la UCI

A Mili América Antelo, ingresada grave por la covid-19, le tuvieron que practicar una cesárea para sacar a las niñas, que nacieron con apenas un kilo de peso cada una

Mili América Antelo, con sus gemelas Ayla y Ayma, a las que dio a luz mientras estaba ingresada en la UCI con covid-19.
Mili América Antelo, con sus gemelas Ayla y Ayma, a las que dio a luz mientras estaba ingresada en la UCI con covid-19.Carles Ribas
Jessica Mouzo

Cuando Mili se despertó, no recordaba nada. Nada de sus 11 días en la unidad de cuidados intensivos (UCI) a causa de la covid-19. Nada de su embarazo. Ni mucho menos de su parto. Tampoco sabía que sus hijas, Ayma y Ayla, se encontraban en sendas incubadoras de la unidad de neonatos del hospital Vall d’Hebron de Barcelona. “Vinieron cuatro doctores y me dijeron: ‘¿sabes que has dado a luz?’, pero no, yo no sabía nada. No recordaba que estaba embarazada ni que había dado a luz”, explica ahora, Mili América Antelo, de 40 años.

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Spanish mother after 11 days in intensive care: ‘I didn’t remember that I was pregnant’

Cuando abrió los ojos, ni siquiera sabía dónde estaba. Sola en la habitación, intentaba levantarse, con poco éxito. Estaba demasiado débil para siquiera incorporarse en la cama. Enfermeras enfundadas en trajes de protección iban y venían de cuando en cuando. Confusa, Mili solo se preguntaba dónde estaba su marido y por qué no estaba con ella. “Lo único que tenía en la mente era que mi marido no quería verme. Le preguntaba por qué no estaba conmigo y él me decía que no le dejaban, por la covid-19. Pero yo no entendía nada”, señala.

Sus recuerdos se remontan al pasado 13 de marzo, cuando llegó su marido de un viaje. Charlaron, deshicieron la maleta y luego, humo. Una bruma rodea su memoria desde entonces. Sabe, por lo que le cuentan, que unos días después sintió contracciones y se fue a urgencias. Falsa alarma. Al día siguiente, volvió con una insuficiencia respiratoria que no presentaba al día anterior: neumonía a causa de la covid-19. Era 27 de marzo, en pleno pico de la pandemia, cuando Mili ingresó en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Un día después, pasó a la unidad de cuidados intensivos pediátricos del centro sanitario, reconvertida en UCI para embarazadas con covid-19.

La mujer empeoraba cada día. “Estaba fatal, con una insuficiencia respiratoria grave, y se tuvo que hacer una extracción por cesárea en la semana 28”, explica Félix Castillo, jefe de la unidad de neonatos del hospital. Dos días después de ingresar en el hospital, el 29 de marzo, Ayma y Ayla nacían con apenas un kilo de peso cada una. Las tres, madre e hijas, estaban intubadas para sobrevivir: la primera combatía contra el azote de la covid-19 en sus pulmones y las otras dos, bebés muy prematuros, peleaban por seguir creciendo fuera del vientre de su madre.

A Mili la extubaron algo más de una semana después de la cesárea y el 8 de abril la trasladaron a una habitación en planta, donde le informaron de todo lo que había ocurrido en ese tiempo. “Me dijeron que había tenido un ictus, que habían tenido que provocar el parto, pero las niñas estaban bien”, cuenta ahora. Entonces, no entendía nada. ¿Qué parto?, ¿Qué niñas? “Es el efecto de estar 21 días sedada, con fármacos muy potentes. Está desorientada y no tiene memoria reciente”, justifica Castillo. Coincide Joan Balcells, responsable de la UCI pediátrica donde ingresó Mili: “Es frecuente el período de desorientación tras quitarle la sedación. Entre el 25% y el 30% de los pacientes la sufren y mejoran a los pocos días. Lo que es más llamativo es la amnesia de antes del ingreso. Se le encontró una pequeña lesión en la resonancia magnética que se catalogó como posible ictus, pero no tengo claro que eso pueda interferir en la memoria”.

A Mili le colgaron en la habitación una foto de las pequeñas en la incubadora. “Me impresionó al ver las fotitos. Las niñas tan pequeñas, intubadas, con el oxígeno”, admite. Tardó un mes en poder verlas en persona. “Hasta que no fue negativa, no pudo entrar a hacer el canguro [un método de atención a neonatos con bajo peso al nacer]. Entró al mes de edad de las gemelas y el encuentro fue espectacular”, rememora Castillo.

Las pequeñas han dado negativo por covid-19 en las cuatro muestras que le tomaron —al día de nacer, a las 24 horas, a los cinco días y a las dos semanas—. La madre ha superado la enfermedad y el padre, tras una cuarentena obligatoria, también ha podido volver al hospital.

A Ayla y a Ayma aún le quedan unos días en la incubadora y cuatro o cinco semanas en el hospital antes de volver a casa. Mili las visita todos los días para practicar la técnica de piel con piel, que hasta ahora tuvieron que realizar enfermeras y auxiliares ante la ausencia obligada de los padres. “Mejor que lo haga la madre. Los bebés se calman mucho más”, explica Castillo. El hospital ha tenido que provocar cinco partos de embarazadas con covid-19 y otros 20 han llegado a término con normalidad. “Si la gravedad de la madre es tal que el bebé puede estar sufriendo y hay peligro, tenemos que sacar al niño antes”, señala el jefe de neonatología.

Mili aún se está recuperando de estas caóticas semanas. Le dieron el alta el 21 de abril, casi un mes después de ingresar en el hospital, pero aún arrastra las secuelas de todo aquello. “Es como una nube. Ahora me cuesta, me olvido de cosas”, apunta. La bruma en sus recuerdos continúa.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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