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Las hermanas Fraile, una promesa y un crimen espeluznante a punto de resolverse 38 años después

Procesado por homicidio y aborto el escritor Manuel Macarro por matar en 1981 a Carmen Fraile. El ADN permitió en 2017 identificar el cadáver de la mujer embarazada y ahora ha determinado que él era el padre

Josefa Fraile, a la izquierda, junto a su hermana Carmen, en una imagen familiar.
Josefa Fraile, a la izquierda, junto a su hermana Carmen, en una imagen familiar.
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38 years later, a mysterious murder could be about to be solved in Spain

Cuando tenían cuatro y seis años, las hermanas Josefa y Carmen Fraile Muñoz —abandonadas por sus padres tras separarse— se juraron, abrazadas, que se mantendrían unidas y que no dejarían que nadie les hiciera más daño. Pero el destino les tenía reservado más dolor y una separación eterna.

A finales de 1981, Carmen, la hermana mayor, tenía 24 años. Viajó desde Madrid a Barcelona acompañada de un ciudadano de origen alemán. Después, desapareció.

Josefa, la hermana menor, hoy con 61 años, la buscó y la buscó, pero no volvió a saber de ella hasta 36 años después, en 2017. El Juzgado de Primera Instancia 81 de Madrid —en el marco de una declaración de fallecimiento de Carmen necesaria para que el padre de ambas, que aún vive, pudiera hacer testamento—, envió a todas las comisarías de España el ADN de Josefa para que se cotejase con los ficheros policiales

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La alarma saltó en la comisaría de Manresa (Barcelona). El ADN de Josefa coincidía con el del cadáver de una mujer encinta que llevaba 20 años sin identificar, extraído casualmente por una máquina en 1999 de las entrañas de la tierra durante las obras en el jardín de un chalé del municipio barcelonés de Sant Salvador de Guardiola, en la urbanización Cal Esteve. Entonces, la policía de Manresa no pudo identificar el cadáver, pero guardó la huella genética.

Casi dos décadas después los agentes pudieron por fin resolver aquel crimen archivado y sin autor conocido. Era Carmen Fraile Muñoz. Presentaba un tiro en la base del cráneo. Y no estaba sola: en el interior del esqueleto había restos óseos de un feto de seis meses.

Un juez de Manresa acaba de dictar ahora, 38 años después de la desaparición de Carmen, un auto al que ha tenido acceso EL PAÍS en el que procesa por delitos de homicidio y aborto al novelista de origen alemán y residente español Manuel Macarro Thierbach, de 74 años. Según el juez Pedro Cerviño, Macarro, supuestamente, disparó en 1981 a la cabeza de Carmen y luego la enterró en el jardín del chalé alquilado en el que el escritor y la joven convivieron durante algunos días tras viajar allí desde Madrid en un Seat 124.

Este crimen ahora resuelto (el escritor irá a juicio como presunto autor de ambos delitos, aunque acecha la sombra de la prescripción) aún esconde enigmas. Y realza la tenacidad de Josefa y de dos juzgados, el 81 de Madrid y el de Instrucción 4 de Manresa, que ordenó detener hace un año al novelista cuando el ADN volvió a unir los destinos de ambas hermanas después de 13.140 días. El juez dejó a Macarro en libertad provisional, pero ordenó que se analizase si era el padre del bebé no nacido. El resultado, positivo, llegó hace unas semanas al juzgado, precipitando el procesamiento del hombre.

Una infancia desgarrada

Josefa lloró mucho buscando a su hermana. No quería morirse sin saber qué había sido de Carmen, que hoy tendría 63 años. La promesa de que se buscarían si a alguna de ellas le sucedía algo y el recuerdo común de tantas fatigas la mantenían en vilo. Compartieron una infancia desgarrada por unos padres que se divorciaron y las abandonaron. A Carmen la recogió su abuela paterna y Josefa acabó en un internado. Años después, el padre volvió del extranjero con una nueva pareja y se hizo cargo de ambas junto a la abuela. Pero las hijas huían de él, no lo querían.

Manuel Macarro, en una imagen de Facebook.
Manuel Macarro, en una imagen de Facebook.

Angélica Albor, hija de Josefa, conoce bien el sinvivir que ha acompañado a su madre durante todos estos años. Siempre con su pensamiento en aquel año 1981, cuando su tía Carmen encontró un trabajo y decidió independizarse yéndose a vivir a un piso de la zona de Huertas, en Madrid. Siempre dándole vueltas al día que habló por última vez con su hermana Carmen, cuando esta se presentó "muy nerviosa" en su trabajo. “Iba desaliñada, llorando sin parar y parecía embarazada”, contó Josefa al juez más tarde. Le pidió que la esperase a la salida del trabajo para hablar, pero no volvió a verla.

A casa de la abuela paterna llegó, tras aquel fugaz y último encuentro, una postal supuestamente de ella diciendo que estaba en Barcelona. Al menos eso le dijeron a Josefa, pero ella nunca llegó a leerla. Supuso que se había ido a Barcelona con Manuel Macarro, a quien Josefa y su entonces pareja, Antonio Ampuero, le habían presentado tres meses antes. Macarro, que estaba casado y vivía con su esposa y tres hijos en Móstoles, se ganaba la vida en Madrid traduciendo textos del alemán al español. Más tarde, tarde narraría en un libro su propio horror por haber nacido en un campo de concentración de la decrépita Alemania de 1945.

El hombre con el que salía Josefa conocía a Macarro por haberle hecho varios encargos: importaba perros desde Alemania y necesitaba traducir las guías de los animales. Se hicieron amigos y el escritor le pidió un día que le presentase a una chica. La noche en que se conocieron quedaron en casa de Carmen. Cuenta el juez en el auto que Josefa y Antonio se quedaron en el sofá del salón mientras Carmen y Manuel se metieron en el dormitorio, donde mantuvieron relaciones.

Así que Josefa asumió que su hermana estaba con el escritor en Barcelona, pero pasó el tiempo y Carmen no volvió a dar señales de vida. A Josefa le dijeron que no se preocupase, que a veces las personas cambian de ciudad para olvidar el pasado. Por eso ella no denunció, pero tampoco olvidó a su hermana.

Josefa Fraile Muñoz, en una foto actual.
Josefa Fraile Muñoz, en una foto actual.EL PAÍS

Sucesos clave para la investigación

En 2017 ocurrieron dos cosas clave para la investigación: la primera, Josefa denunció formalmente ante la policía la desaparición de su hermana y los agentes se quedaron con su ADN y el de su padre. Y segunda, el Juzgado de Primera Instancia 81 de Madrid abrió un expediente testamentario para el reparto de los bienes del padre de ambas. Josefa declaró en este juzgado que la última vez que vio a su hermana fue en 1981. Fue entonces cuando dio el nombre de Manuel Macarro como la persona que en aquella época había tenido una relación con su hermana pero al que no había vuelto a ver después de aquella noche. Ni siquiera sabía si Carmen seguía con él cuando meses después de aquel primer encuentro amoroso ella fue a buscarla llorando a su empresa.

El juzgado localizó a Macarro en Barcelona y le preguntó por María del Carmen Fraile Muñoz. Por escrito, Macarro respondió que "nunca había oído hablar de ella". No dijo la verdad, según el auto de procesamiento. Meses después, el ADN descubría que el cadáver desenterrado era de Carmen y que la última persona con la que fue vista era el escritor. El Juzgado Número 4 de Manresa abrió diligencias por homicidio y mandó detener a Macarro en diciembre de 2018. Esta vez, delante del juez, el hombre sí admitió que a finales de 1981 viajó con ella a Barcelona, y que pasaron varios días en la casa de campo que había alquilado. Después, dijo, volvió a Madrid para recoger a su familia y llevarla al chalé de Barcelona. Antes, acordó con Carmen que se podía quedar allí varios días más y luego se marcharía. Aseguró que ignoraba que estuviera embarazada y que quedaron "como amigos".

El juez Cerviño no se cree que lo ignorase y ve maniobras de ocultación en que el escritor, tras instalarse durante unos meses con su familia en la casa del jardín, cambiase constantemente de vivienda en distintos municipios de Cataluña, como escondiéndose para evitar su localización. 

El juez ha dado por concluida la investigación penal de este caso y acredita indicios para procesar a Macarro por delitos de homicidio y aborto. Lo ha citado a declarar el día 17 de diciembre en su juzgado de Manresa. De momento, le ha fijado una fianza civil de 150.000 euros. El supuesto móvil del crimen, según el auto de procesamiento, es que Macarro mató a Carmen porque estaba embarazada y él estaba casado y tenía tres hijos.

Más tranquila de espíritu, pues ya sabe qué fue de su hermana mayor, Josefa esperará ahora a que haya sentencia. Legalmente, solo el padre de Carmen, que aún vive, puede pedir que los restos de su hija vuelvan a Madrid para ser enterrados. "No lo ha hecho, en el testamento ha puesto que se queden enterrados en Manresa", cuenta Angélica. Josefa no se habla con su padre desde hace muchos lustros. "Cuando acabe el juicio, ya veremos qué hacemos con mi tía Carmen y mi primo", avanza Angélica, con la esperanza de que su madre, 38 años después, haya encontrado por fin la paz interior de ver cumplida la promesa.

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