La violación por turnos de la ‘manada de Manresa’
La presunta víctima de una agresión sexual por un grupo de adultos declara este lunes en el juicio
El asfalto del camino de la Torre d'en Vinyes en Manresa (Barcelona) lleva días pintado de violeta intenso. Justo delante de las vallas que cierran el paso a una antigua fábrica abandonada alguien ha escrito en lila en el suelo: "No es abuso, es violación". El interior de este edificio en ruinas fue, en la noche del 29 de octubre de 2016, el escenario del presunto crimen cometido por la manada de Manresa, seis hombres de entre 19 y 26 años y otro de 39. Mientras uno miraba, masturbándose, el resto presuntamente violó a una niña de 14 años.
Los siete acusados negaron los hechos el martes, ante la sección 22 de la Audiencia de Barcelona. La víctima, que ahora tiene 17 años, declara mañana. Tiene miedo a que no la crean y, casi tres años después, sigue en terapia. La fiscal ha considerado los hechos, —como ya pasó con La Manada de Pamplona, los cinco hombres que violaron a una mujer de 18 años durante la primera noche de los sanfermines de 2016—, constitutivos de un delito de abusos sexuales, aunque la calificación todavía puede ser modificada y elevada a agresión sexual.
Del escrito de acusación de la Fiscalía se desprenden los detalles de aquella noche, que comenzó con un botellón improvisado sobre las diez. Una veintena de jóvenes, muchos de ellos menores, se reunieron en la vieja fábrica, situada en una zona aislada cerca del campus universitario de la comarca. Allí, en medio de un botellón improvisado, llegó la manada de Manresa.
Uno de ellos, Bryan, conocía a la joven. Sabía que solo tenía 14 años y se dio cuenta de que apenas era consciente de sus actos por la ingesta de alcohol y porros. Se la llevó hasta una caseta cercana y allí presuntamente la violó. Cuando acabó se dirigió a uno de sus amigos, Walter, y le animó: "Te toca a ti, 15 minutos cada uno. No tardes". Después fue el turno de Daniel David, Maikel, Marco Antonio y Yordanis. La menor hacía ya muchos minutos que había perdido la conciencia. Iván, en lugar de impedir los hechos, se masturbaba mirando las agresiones de sus amigos.
Cuando acabaron, Marco empuñó una pistola de fogueo, según sostiene la fiscal, y amedrentó al resto de menores, que sabían lo que había sucedido. "Si alguien dice algo, tendréis problemas con vuestra familia", afirmó mientras mostraba el arma y amenazaba con contar que los jóvenes se reunían allí para fumar y beber. A las 3.30, cinco horas después de comenzar la fiesta, Bryan y Maikel volvieron, presuntamente, a violar a la chica.
Al día siguiente algunos de los que habían presenciado los hechos relataron lo ocurrido a la víctima, que no recordaba nada. El 2 de noviembre la joven presentó una denuncia ante los Mossos d'Esquadra y fue examinada por los forenses del Hospital Sant Joan de Déu de Manresa. Tras la agresión, las forenses, psicólogas y psiquiatras que tratan a la menor, tutelada durante varios años por la Generalitat, aseguran que sufre un trastorno ansiosodepresivo, siente rechazo de su entorno y pavor de que no la crean, de salir a la calle y de encontrarse con sus agresores. Y todas coinciden: "No fabula".
Su abogada, Alba Casòliva, ha pedido que su declaración y la del resto de menores sea a puerta cerrada debido al grado de vulnerabilidad extremo de la víctima.
Tras la denuncia, los siete hombres fueron detenidos. Además de abuso sexual, a Bryan se le acusa de amenazas y coacciones. Algunos menores presentes en la fiesta aseguran que les llamó —en el lapso de los interrogatorios—, intimidándoles para que guardasen silencio y no lo incriminaran. Solo Daniel David acabó en prisión provisional, 20 meses. En el pantalón de la menor aparecieron rastros de su semen.
Bryan, quien supuestamente incitó a la cadena de violaciones y determinó los turnos, admitió que conocía a la niña y que había conversado con ella en la fiesta. Pero después su relato se basó en culpabilizar a la víctima, asegurando que esta se le "insinuó" y que él la rechazó. Incluso contó que la víctima, tras acusarle, le llamó disculpándose y lamentando no poder retirar la denuncia.
Este acusado, según el relato de la Fiscalía, sostiene que esa noche una amiga de la víctima entró en la zona de la fábrica donde estaban bebiendo, gritando que estaban violando a la joven en una caseta contigua. Según Bryan, se dirigió al lugar junto a otros acusados y comprobaron que la chica estaba bien. Yordanis añadió que la víctima, cuando fueron a ver si necesitaba ayuda, salió de la caseta, les dijo que estaba bien y volvió a entrar. Aseguró también que estaba convencido de que dos menores de edad estaban con ella y que escuchó a uno decir: "Yo me la he tirado".
El arma de fogueo
Marco Antonio, como los demás, negó todo, también poseer el arma de fogueo con la que, supuestamente, amenazó al resto de jóvenes. Incluso Daniel David, pese a las pruebas de ADN que le señalan, niega las acusaciones. Ante la pregunta de cómo llegó su semen al pantalón de la víctima, respondió: "No lo sé". Los abogados de los acusados se han negado a comentar el caso con los medios de comunicación hasta que no concluya la vista. Uno de los objetivos que parece marcarse el letrado de Daniel David es intentar invalidar la recogida de ADN que incrimina a su cliente.
Este lunes declararán la víctima y otros 12 menores presentes en la fiesta. Los familiares de la joven guardan silencio, el mismo que ha habido en torno al caso durante estos dos años y medio, algo común cuando la víctima es menor. Por su parte, el Comité de Huelga Feminista de la localidad ha convocado una manifestación a las puertas de la Audiencia para apoyar a la joven "y reivindicar justicia", gritando la misma frase que alguien escribió en lila en el asfalto: "No es abuso, es violación".
Una petición de pena polémica
La Fiscalía acusa a Bryan de un delito de abuso continuado, por el que solicita 12 años de prisión, y tres delitos de obstrucción a la justicia por los que pide, para cada uno de ellos, dos años y seis meses de privación de libertad. Maikel se enfrenta, según la petición de la acusación pública, a 12 años de cárcel por un delito de abuso sexual continuado. El ministerio público solicita para Marco Antonio, Daniel David, Yordanis y Walter una pena de 10 años de cárcel para cada uno, al entenderles autores de un delito de abuso sexual. Iván se enfrenta a una multa de 4.320 euros al considerarle autor de un delito de omisión del deber de impedir delitos.
Por otro lado, la acusación particular califica los hechos como agresión sexual y solicita penas de entre 15 y 20 años de prisión para los acusados.
La fiscal no descarta modificar su escrito de acusación después de que declaren la menor y el resto de testigos del botellón.
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