“Los sentidos son nuestros mejores guías artísticos”
El último Premio Europa Nostra de Investigación se considera un científico del arte
Matías Díaz Padrón (El Hierro, 1936) es un hombre comedido, juicioso y elegante que, pese a vivir en Madrid desde su juventud, conserva el ritmo vital isleño de Canarias, donde pasó una infancia plena y feliz. Estudió Historia en la Universidad Complutense con maestros como Diego Angulo y pronto despuntó por su rigor científico en el Instituto de Restauración, desde el cual pasó al Museo del Prado, como conservador de pintura flamenca y barroca hasta su jubilación. Docente en la Universidad Autónoma, se caracteriza por mostrar un interés profundo hacia todo cuanto tiene que ver con la ciencia, el arte y el pensamiento.
Objeto de uno de sus más intensos y recientes estudios ha sido la obra del pintor flamenco Anton Van Dyck, (Amberes, 1599, Londres, 1641), considerado como uno de los mejores retratistas de todos los tiempos, coetáneo de Diego Velázquez y discípulo de Rubens.
Durante tres décadas, Díaz Padrón ha seguido el rastro del pintor de Amberes y, gracias a sus investigaciones, ha despejado numerosos tópicos y falsas atribuciones; también, merced a aquellas, ha obtenido nuevas y vigorosas certezas sobre su arte, que engalanó de finura y esplendor la Europa de su tiempo. Díaz Padrón le dedica su tratado Van Dyck en España (Prensa Ibérica), que ha sido galardonado por Europa Nostra, organización defensora del patrimonio continental, con su premio a la Investigación. El tenor Plácido Domingo, que preside la institución, se lo entregó el 5 de mayo en Viena.
Díaz Padrón vive entre el parque del Retiro y el Museo del Prado, institución en la que ha ejercido su magisterio a lo largo de cuatro décadas. Catedrático en la Universidad Autónoma y autor de más de 500 atribuciones y otras tantas denegaciones de autoría pictórica, es considerado una autoridad mundial en su especialidad.
“Cuando contaba con dos años y medio mis padres se trasladaron desde El Hierro a Las Palmas y allí estudié en el colegio Viera y Clavijo, donde tuve la suerte de recibir una educación en la que, con apenas 15 años, ya poseíamos una formación solvente en cultura clásica”.
Con aquellos mimbres forjó Díaz Padrón su personalidad, relacionada desde siempre con la Historia del Arte. Matiza, sin embargo, que “jamás” se sintió un artista. Él es un científico del arte. Su pasión consiste en conocer el bastidor material de la obra pictórica: forma, colorido, pincelada, arrepentimientos del autor, naturaleza de los pigmentos, textura del lienzo, anotaciones en el envés de la tela, el pan de oro de su marco… todo ello aderezado por una documentación exhaustiva sobre la historia de tal pintura: encargos, compradores, facturas… Por tal proceder ha logrado acreditar sus conocimientos y dotarlos de la proyección mundial ahora premiada.
“El arte no existe sin esa base material con la que se nos muestra”, remarca. “Los sentidos son nuestros mejores guías ante el arte”, subraya con una sonrisa ante una taza de café en la cafetería del Ateneo de Madrid —nunca estudia en su domicilio—, donde prosigue a diario su incesante quehacer por ampliar el conocimiento sobre la historia y el arte, que asegura concebir siempre “desde una perspectiva social”, fruto de la formación recibida en su mocedad. “Sin la ayuda de los demás”, sentencia, “nunca podríamos llegar a ser nada”.
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