_
_
_
_
_
alimentación
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La polémica de Ozempic o por qué los atajos no sirven en la pérdida de peso

Ni siquiera el famoso medicamento es suficiente para mantener la delgadez si no hay una educación nutricional o cambios de hábitos

El sensacionalismo que hay alrededor del Ozempic para perder peso puede presentar riesgos a la salud. Foto: RICK GOMEZ (GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV
Azahara Nieto

Me apuesto cualquier cosa a que, aunque no sepa mucho de nutrición, ha oído hablar de Ozempic. Está en boca de todos, es el medicamento destinando a diabéticos que se está utilizando para adelgazar. Parece la pastilla mágica, la puerta a la delgadez, el santo grial, pero ¿realmente es tan bueno? ¿Funciona?

Raro es el día que algunos de mis pacientes no me pregunten por él, o bien me explican que se lo han querido recetar cuando han acudido a la consulta de algún médico, a veces, sin mirar siquiera sus analíticas.

Esto que les voy a contar es verídico: una paciente mía fue a la revisión de su ginecólogo y este le diagnosticó resistencia a la insulina sin haber revisado su analítica previamente. Podría tratarse de un chamán, de alguien que puede ver más allá del cuerpo sin necesitar una analítica. Aplicó su gordofobia médica y, ante un cuerpo de un tamaño más grande de lo que considera saludable, decidió que esa insulina no iba bien. No contento con semejante diagnóstico sacado de la manga, cuando se digna a echar un ojo a la analítica por insistencia de mi paciente y comprueba que tal resistencia solo existe en su imaginación, continua con la recomendación, porque total, no le viene mal perder algo de peso ¿no?

Del Ozempic sabemos mucho, por el sensacionalismo que hay alrededor de él. Entre las estrellas de Hollywood es bastante popular y, no porque sean todas diabéticas (que es para lo que fue originalmente diseñado este fármaco), sino porque lo están usando para adelgazar de forma rápida. De hecho, Elon Musk, el dueño de Twitter, alardeó de su esbelta figura gracias a uso de este medicamento y, desde ese momento, no ha parado de ser trending topic.

Este medicamento tiene como principio activo la semaglutina, que se encarga de regular los niveles de azúcar en sangre, los disminuye y permite un control sobre la glucemia en sangre, aumentando la cantidad de insulina liberada en sangre por el páncreas en respuesta a las ingestas de comida. Por eso está indicado para diabéticos tipo II (no insulinodependientes). Es un medicamento inyectable, que se usa con plumas recargables y se pincha en abdomen, pierna o brazo y generalmente se inicia en dosis baja y se va aumentando.

En un principio su uso era únicamente para la diabetes tipo II (DMII), pero en junio del 2022 la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) y la EMA (Agencia Europea del Medicamento) las autorizó también para la pérdida de peso. Por tanto, ahora su uso para bajar kilos es legal. La industria farmacéutica no da una bala por perdida.

Este medicamento requiere de prescripción médica, aunque también se ha conseguido de estraperlo precisamente para adelgazar. Esto, sumado a problemas de desabastecimiento y de distribución que alegan los laboratorios, ha provocado que quienes realmente lo necesitan, que son los diabéticos, no disponga de él.

Como todo medicamento tiene su cara B y sus efectos secundarios: funciona como un análogo del péptido GLP1 uniéndose a sus receptores. Este péptido se genera en el intestino y produce una mayor sensación de plenitud y ralentización del vaciado gástrico. Esto se traduce en estómago revuelto, deshidratación, mareo, fatiga, estreñimiento severo o diarrea, sensación de náuseas y vómitos, mareos, disminución del apetito y sensación de estar todo el rato muy lleno e incluso empachado si se come, aunque que sea en pequeñas cantidades.

Esto, que para mí suena terrible, tiene un gran público al que le suena a música celestial a pesar del malestar. Los razonamientos van desde “lo paso mal un tiempo y luego ya está” o “no será para tanto”, “estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por perder peso”…

Supongo que la dosis hace el veneno, y este medicamento puede ser una herramienta más para mejorar la salud, pero no justifico su uso únicamente para la pérdida de peso de ningún modo. Para aquellas personas que ya llevan una vida saludable en cuanto a su alimentación, ejercicio y sueño, este medicamento les puede servir como una ayuda extra en la pérdida de peso y será más fácil después que los hábitos continúen después del tratamiento. Pero para alguien que no lleva una alimentación saludable, no será más que una manera pasiva de perder peso con un montón de molestias físicas. Bajo mi punto de vista, en estos casos, sí sería eficaz si hay una educación nutricional con sus revisiones e incluso acompañamiento psicológico. Ya está más que comprobado que dar una dieta de cajón y recomendar ejercicio no suele funcionar. Se trata de un trabajo de concienciación y educación al paciente, para enseñarle hábitos saludables y sostenibles a lo largo de su vida. No se puede basar su salud en la pérdida de peso de cualquier manera, porque ningún peso atesora salud. Además, este tipo de medicación tiene efecto anorexígeno (que quita el hambre), así que tenemos que estar muy seguros de que no haya un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) de por medio, o que el consumo de este no lo despierte. Y sí, hay trastornos de la conducta alimentaria en cuerpos que no tiene el tamaño típico de los TCA.

El caso es que ningún medicamento, ni operación, ni método (los hay muy variopintos y hasta estrafalarios, como la imposición de banda gástrica por hipnosis) van a conseguir que la pérdida de peso se mantenga si no hay una educación nutricional, ni un cambio de hábitos. Por muy bueno y eficiente que sea el recurso empleado, sin la segunda parte no hay nada que hacer. Desde que me dedico a la nutrición tengo la sensación de que la pérdida de peso se trata siempre de la misma manera que se trata el dejar de fumar: el enfoque es dejarlo sea del modo que sea y tema superado. La diferencia es que uno puede vivir sin fumar, de hecho, es lo saludable, pero no puede vivir sin comer. Habrá que aprender unos hábitos de vida saludables, antes o después.

Puedes seguir a EL PAÍS Salud y Bienestar en Facebook, Twitter e Instagram.

Sobre la firma

Azahara Nieto
Nutricionista clínica, fundadora de la consulta on line 'Se come como se vive'. Graduada en nutrición (UCM), máster en trastornos de la conducta alimentaria (UEM) y especializada en alimentación vegetariana y vegana (INCS).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_