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La inteligencia artificial ya supera a los humanos en el análisis de ecografías de diagnóstico cardiaco

Un ensayo muestra que los cardiólogos no distinguieron qué evaluaciones habían sido hechas por máquinas y les encontraron menos errores que a los humanos

Los diagnósticos por imagen pueden mejorar gracias a la inteligencia artificial
Los diagnósticos por imagen pueden mejorar gracias a la inteligencia artificialIvan-balvan (Getty Images/iStockphoto)

Además de responder a todo tipo de preguntas o generar imágenes que jamás existieron, la inteligencia artificial (IA) también toma relevancia en su aplicación a la medicina. Hoy, la revista Nature publica un estudio en el que la IA mejora los resultados de los humanos en la evaluación de ecocardiogramas, un tipo de imágenes empleadas para diagnosticar dolencias cardiacas. Los autores, un equipo multidisciplinar del Centro Médico Cedars-Sinai de Los Ángeles, realizó un ensayo aleatorizado y ciego (el primero de este tipo con esta tecnología) para evaluar la precisión de la IA analizando 3.495 ecografías empleadas para ver la función del músculo y las válvulas del corazón.

En el estudio, se pidió a cardiólogos que valoraran la evaluación inicial de los técnicos de ultrasonidos que suelen hacer ese trabajo y de las realizadas por inteligencia artificial. Los médicos hicieron correcciones a la máquina en un 16,8% de los casos frente al 27,2% de los técnicos humanos. Además, los cardiólogos no fueron capaces de distinguir cuáles eran evaluaciones hechas por la IA o por una persona. Según resumen los autores, “para los pacientes que se sometieron a una cuantificación ecocardiográfica de su función cardiaca [...] la evaluación por la IA no fue inferior a la de los ecocardiografistas”.

Los responsables del trabajo, liderados por el cardiólogo David Ouyang, no creen que este tipo de tecnología vaya a sustituir el trabajo de los profesionales. “Esperamos que ayude a los especialistas a ahorrar tiempo y minimizar las partes más tediosas del trabajo de diagnóstico por imagen cardiaca”, señala. El cardiólogo, al menos de momento, seguirá teniendo la última palabra.

En Cedars-Sinai también están aplicando la IA a otros aspectos de la prevención cardiaca. Un equipo liderado por Sumeet Chugh ha comenzado un estudio observacional con alrededor de 400.000 personas en busca de un modo más preciso de evaluar el riesgo de fibrilación ventricular, un tipo de arritmia que puede provocar muerte súbita. La acumulación de grandes cantidades de información para entrenar a la IA permitiría, según los responsables de este proyecto, prever con mayor precisión quién debería someterse a una intervención porque su riesgo de fallo cardiaco es elevado. Otros usos de la IA puestos a prueba por esta misma institución permiten mejorar la calidad de imágenes obtenidas por escáneres de menor calidad hasta igualar las de otros obtenidos por aparatos de mayor calidad.

Amparo Martínez, presidenta de la Asociación de Imagen Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardióloga del Hospital Clínico Universitario de Santiago, explica que, ahora, en las estaciones de trabajo de última generación, “ya hay programas semiautomáticos que sirven para analizar diferentes medidas de un ecocardiograma. Es algo que permite ahorrar tiempo, pero sigue siendo necesaria la valoración de un experto”, añade. Este tipo de tecnología, asegura, “está ayudando mucho y va a ayudar más, puede servir para agilizar el trabajo, porque es más rápido que si realizas tú la medida, pero siempre va a ser necesaria la labor del médico”, concluye.

Ouyang cree que su tecnología puede ayudar a hacer más asequible el tratamiento médico, pero sus palabras, al menos en el caso de los técnicos que evalúan las ecografías, no descarta que la IA pueda sustituir el trabajo humano. “Los cardiólogos aún lo examinarían y se asegurarían que está bien hecho. Dicho esto, en nuestro ensayo, los cardiólogos no fueron capaces de distinguir entre el trabajo hecho por los técnicos y la IA y vieron que la evaluación preliminar de la IA era mejor y requirió menos cambios”, resume.

Igual que con tecnologías como ChatGPT, la posibilidad de dejar algo tan sensible como el diagnóstico médico en manos de sistemas cuyo funcionamiento a veces no se comprende del todo ha generado recelos. Sin embargo, expertos como Regina Barzilai, que ha desarrollado algoritmos con los que mejorar el diagnóstico del cáncer, consideran que el peligro está en no aprovechar el potencial de una tecnología que puede mejorar la precisión del diagnóstico médico y abaratarlo. “Hay un énfasis excesivo en los riesgos de esta tecnología, pero si observas los sistemas sanitarios de todo el mundo, no suelen incluirla. Solo está en algunos hospitales donde se hace investigación. Es como hablar de los peligros que tiene una casa en Marte cuando nadie está construyendo casas en Marte”, opinaba en una entrevista con EL PAÍS. “El peligro de la inteligencia artificial”, concluía, “está en retrasar su aplicación a la medicina, porque hay mucha gente que sufre por el cuidado insuficiente, por los errores médicos o los elevados costes de la sanidad”.

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