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Nathalie Poza: “Siempre he sentido que vivir no tiene sentido”

La actriz madrileña, que retoma la gira de la obra 'Prostitución', habla de sus miedos en el escenario

Borja Hermoso

Una secuencia suya en Todas las mujeres (2013) vale más que bastantes pelis. En 2018 ganó un Goya a Mejor actriz por No sé decir adiós. Hace poco ha protagonizado la serie La unidad. Pero Nathalie Poza (Madrid, 48 años) es ante todo un animal escénico. Quien no la vio hace seis años actuar, cantar, tocar el piano y desnudarse en el espectáculo Desde Berlín, puede hacerlo en la extraordinaria Prostitución, donde encarna a dos putas sucesivas, amargas, tiernas y combativas. La gira, interrumpida en marzo por la pandemia, volverá a arrancar en octubre... si la pandemia quiere.

Pregunta. Todavía recuerdo Desde Berlín, aquel espectáculo en torno al disco Berlín de Lou Reed. Me impactó.

Respuesta. Yo en realidad quería ser Lou Reed y cantar sus canciones. Luego ya me inventé que quería ser actriz. Lo que hacía él tenía poesía, belleza y verdad, como Bowie, como Patti Smith, como Nick Cave... Y a veces me pregunto eso, ¿qué tendrá el puto rock’n’roll que no tiene el teatro? Pero es difícil hacer estos espectáculos aquí, ¿eh? Esto es cada vez más solitario.

P. Bueno, nadie dijo que iba a ser fácil.

R. Claro, eso me lo dijo a mí un maestro una vez que yo lo quería dejar todo y estaba harta: “Ah, ¿que tú querías ser actriz y no revisarte nunca? ¡Pero si esto va de estar en crisis!”. Hay que reinventarse siempre, ponerse en blanco.

P. ¿Una actriz es siempre nueva, entonces?

R. Todo el rato. Pero a veces todo esto se nos olvida.

P. Volvamos a Berlín. Un disco que demuestra que hasta el lado más salvaje puede contarse desde lo poético, ¿no cree?

R. Yo, desde muy pequeña, conecté con las letras de Lou Reed… desde demasiado pequeña. Es que hay algo en lo oscuro que siempre me ha llamado mucho. Para bien y para mal. Siempre ha habido ahí una oscuridad peligrosa que me llama. ¿Por qué? Ufff... no sé, siempre tuve como una conciencia del vacío del que venimos. Siempre he sentido que vivir no tiene sentido. ¿Que hay que vivir como si lo tuviera? Pues sí… Por eso yo puedo pasar en el mismo día de la melancolía más absoluta a la felicidad extrema.

Hay algo en lo oscuro que ma llamó siempre, para bien y para mal

P. La eterna balanza, lo oscuro y lo luminoso.

R. Es una balanza, sí. A veces es complicado, ¿eh?, te das cuenta de que no hay salida y… es jodido. Pero no queda otra que querer vivir. Aunque hay veces que voy a empezar un proyecto y me suicidaría un día antes. Literal. Me digo que no va a poder ser, que yo no sé hacer eso. Se sufre mucho.

P. Es más, leí esta frase suya en una entrevista: “Siempre me quiero marchar, pienso que no lo sé hacer”. ¿Le sigue pasando?

R. Cada vez más. Es horrible. Yo he llegado a estar en una habitación de hotel con la almohada en la cara y diciéndome a mí misma: “Me tiro por la ventana”. Luego veo a Meryl Streep diciendo que a veces entra en pánico y pienso que si lo dice esa señora…

P. ¿Echa mano de las heridas del pasado para superar esas situaciones? Lo dijo cuando recogió el Goya: “Abraza tus heridas y conviértelas en obra de arte”.

R. Constantemente. Me daba pudor decir aquello, pero es que a mí me hubiera gustado que me lo contaran. A mí me ayuda saber las mierdas que han pasado los artistas y los cantantes, cuando las cuentan. Yo he tenido problemas, muchos. Y tiro de ellos, es lo único de lo que puedes tirar. No sería como soy si no hubiera pasado por unos cuantos infiernos. Y no sé si es por el puto confinamiento este o qué, pero me ha desempolvado la memoria de manera bestial.

El Congreso es un basurero donde se pelea y ni se huele al ciudadano

P. ¿La memoria de qué, de las cosas peores?

R. A ver, es que se me ha olvidado mucho, no sé si es por todo lo que he consumido, pero se me han ido bastantes cosas de la cabeza. Y de repente, en el confinamiento me han venido mogollón de situaciones, relaciones, detalles...

P. Les pilló la pandemia a punto de empezar la gira de Prostitución. Retomarla ahora debe de ser como una especie de reválida…

R. Retomar esa obra será darle otro vuelo. Es imposible volver a hacerla sin tener en cuenta lo que ha pasado. Es imposible hablar de la prostitución sin saber dónde han estado metidas las putas todo este tiempo.

P. Si las casas de putas han estado abiertas, si han estado cerradas, si habrán actuado como fuente de contagio…

R. Leí un artículo espeluznante sobre un foro de puteros que se habían enganchado al tema de la covid. Les ponía todavía más cachondos contratar a chicas sabiendo que había riesgo de contagio.

P. ¿Usted aboliría la prostitución?

R. Tengo todavía muchas dudas. Estoy más cerca de la idea del abolicionismo, pero tengo dudas. En el teatro había gente, abolicionistas, que nos querían apedrear. Pero es una obra de teatro, es arte, y la obra de arte no puede tomar partido. Es un lugar de reflexión y bastante suerte tenemos de que se nos dé voz en el escenario y que eso genere un debate. Un teatro no es el Congreso de los Diputados, ese basurero donde la gente se pelea y ni se huele al ciudadano. Y eso sí que no va a cambiar hasta que no se incendie, porque un político nunca está en la verdad.

P. Bueno, en cierto modo interpretan un papel, ¿no?

R. Pero no tienen voluntad real de comunicarle algo al otro. Es sólo un mensaje para que tú te creas lo que yo quiero que te creas.

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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