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Muerte y resurrección del Apolo israelí, que ya no volverá a la luna

El ingeniero Diego Saikin, que participó como voluntario en el fallido intento de alunizaje de SpaceIL, repasa su experiencia en el proyecto Beresheet, cuya continuidad no tiene tan clara

Instante del lanzamiento de Beresheet, en l 21 de febrero, a bordo de un cohete de SpaceX
Instante del lanzamiento de Beresheet, en l 21 de febrero, a bordo de un cohete de SpaceXGetty Images

El pasado 12 de abril, Israel llegó a la luna… Pero en trocitos. La sonda espacial Beresheet se estrelló en la superficie del satélite por un fallo técnico. "Hubo un espectro muy grande de emociones. Depende de a quién le preguntes. Fue una montaña rusa", recuerda Diego Saikin, que trabajó como voluntario en el alunizaje truncado de SpaceIL. La montaña rusa no terminó con el aterrizaje fatal. Al día siguiente, el emprendedor millonario Morris Khan proclamó que el proyecto volvía a la vida: renació como Beresheet 2.

No se dieron muchos más datos, pero el comunicado parecía entrañar un segundo intento de alunizaje. "Acá se recibió con muchísima ilusión la posibilidad de intentarlo de vuelta", afirma el ingeniero, que, por su parte, acogió la noticia con cierto escepticismo. "El anuncio se hizo también con toda la emoción del momento del aterrizaje. A mi forma de verlo, declarar Beresheet 2 fue un poco prematuro porque no hay todavía un programa. Por eso es que todavía no se sabe muy bien qué va a pasar".

Tanto es así que ese segundo alunizaje quedó oficialmente cancelado este mismo martes, cuando SpaceIL difundió a través de sus perfiles en redes sociales que Beresheet 2 tiene otros planes: "Esta vez no iremos a la luna. El viaje de Beresheet a la luna ya se recibió como una expedición exitosa y que rompió récords. En su lugar, buscaremos otros objetivos más significativos para Beresheet 2". Tampoco hay muchos más detalles en este segundo comunicado.

“Están un poco en stand by por no ponerse de acuerdo en qué intentar la próxima vez”, explica Saikin, que está estos días en Madrid para el evento Thinking different: In Art, Science and Entrepreneurship: Israel model organizado por The Arthían y la Embajada de Israel. Desde su punto de vista, el cambio de objetivos es un acierto: “Intentar exactamente lo mismo, sería una inversión muy grande para hacer algo que sería un 5% mejor”.

El primer Beresheet supuso una inversión de 100 millones de dólares procedentes mayoritariamente de donaciones privadas. "La gente que puso dinero para la primera misión lo hizo por pura filantropía. Nadie esperaba ver nada de vuelta y muchos ni siquiera sabían si iba a tener éxito", señala Saikin. Conseguir esta financiación fue una carrera de obstáculos para SpaceIL, pero aun así la cifra está muy por debajo de las que habitualmente se manejan en la exploración espacial. "Si se intenta de nuevo, yo creo que se podría hacer un programa de que ya no sea donación, sino una especie de inversión. Esto no es oficial. Es una idea mía. Los que pongan dinero en eso, quizá a largo plazo verán algún dividendo, y la razón es que el concepto ya está probado. Ya probamos que somos capaces de hacer una misión lunar por una fracción del costo de cualquier otra misión que haya llegado a la luna".

Saikin participó en Beresheet en dos periodos, uno al inicio de proyecto y otro en la fase final. Siempre como voluntario. "No recibí ninguna contribución. Recibí una estatuita de "gracias" y, por supuesto, un montón de exposición mediática. Lo hice por puro placer y lo volvería a hacer. Me divertí muchísimo", afirma. El hecho de que el resultado de la primera misión de alunizaje privada esté ahora hecho pedacitos en el espacio exterior no cambia nada: "Por supuesto, me habría gustado tener éxito, pero definitivamente no fue un fracaso".

En los planes de SpaceIL estaba recrear el efecto Apolo entre los jóvenes israelíes. "Esto es algo que se notó en los años subsiguientes al alunizaje de las misiones Apolo cuando todos los chicos que estaban enfrente de la tele ese día crecieron, se fueron a las universidades y eligieron más carreras STEM", explica Saikin. Aún habrá que esperar para ver si el plan da resultado, pero el ingeniero ya hace balance positivo: "La misión de recrear el efecto Apolo también va con demostrar que hay que romper esos estigmas de que el proyecto es muy grande y es imposible y no se puede. Esto lo empezaron tres chicos que se encontraron en un bar, dibujaron la primera misión espacial en una servilleta y terminaron arrastrando a un país entero y llegando de verdad a la luna".

Voluntariado espacial

Space IL comenzó su andadura basado en el trabajo de voluntarios como Saikin. Conforme la misión tomaba forma, estas participaciones se fueron distanciando de los trabajos más técnicos y quedaron centradas en tareas de divulgación, con excepciones como la de Saikin, que siguió contribuyendo al desarrollo del software. "Trabajaba por las noches, durante los fines de semana... Pero no necesariamente con la máxima intensidad. A veces había cosas que eran más urgentes y, bueno, entonces no dormía, o me iba antes del trabajo. Pero otros meses había muy poco que hacer".

La visualización en 3D del ahora desintegrado Beresheet, que fue una de las contribuciones más mediáticas de Saikin al proyecto, salió de una clase de gráfica computacional. "Cuando me lo pidieron, no sabía ni por donde empezar", recuerda. El ingeniero argentino-israelí mató dos pájaros de un tiro: convirtió el desarrollo de estas imágenes en el proyecto final de una de las asignaturas optativas que tenía pendientes en la universidad.

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