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Planeta Futuro
Tribuna
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Por una inteligencia artificial sin sesgos y al servicio de la igualdad de género

Necesitamos presupuesto, voluntad política y más mujeres en los espacios en los que se diseñan estas herramientas, pero también allí donde se debaten las regulaciones

Inteligencia Artificial
Niña usando un ordenador.portishead1 (Getty Images)

Es necesaria una gobernanza ética de los sistemas y herramientas de inteligencia artificial (IA). Si persiste el crecimiento vertiginoso y desordenado de esta tecnología, se agravará la polarización, se perderán libertades fundamentales y se perpetuarán los prejuicios y la discriminación.

Bajo la dirección de la UNESCO se ha desarrollado el marco internacional más completo del mundo para configurar el desarrollo y uso de las tecnologías de la inteligencia artificial. Se trata de la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, adoptada por 193 Estados Miembros en 2021. Es decir, tenemos un consenso internacional, reconocido y adoptado por la mayor parte de los países del mundo. Ahora necesitamos que se pongan en marcha, efectivamente, las partes de la recomendación en las que se exhorta a los gobiernos a establecer marcos institucionales y jurídicos para garantizar que estas herramientas contribuyan al bien público.

No se trata únicamente de advertir sobre los peligros de estos desarrollos tecnológicos sin control ni gobernanza, sino también de exigir que se aprovechen las inmensas posibilidades que ofrecen para resolver algunos de los problemas más acuciantes de la humanidad, como la desigualdad de género, por ejemplo.

La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW67), el organismo de más alto nivel para evaluar los avances en igualdad de género y empoderamiento de las mujeres a escala global, reconoció en su reunión más reciente “el papel fundamental de la tecnología y la innovación para acelerar la igualdad de género”. Allí quedó plasmado un plan para que los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, jóvenes e infancias, promuevan la participación y el liderazgo equitativo de las mujeres y las niñas en el diseño, la transformación y la integración de las tecnologías digitales y los procesos de innovación.

El plan exhorta puntualmente a incorporar una perspectiva de género en el diseño de las tecnologías emergentes y adoptar normativas que garanticen la lucha contra los nuevos riesgos, los estereotipos de género y las violaciones de la privacidad de los datos; y mejorar la transparencia y la rendición de cuentas. Una de las maneras de lograrlo es desarrollar herramientas y servicios digitales para atender las necesidades de las mujeres y niñas, especialmente para su educación, salud, empoderamiento económico y participación en la vida pública, y garantizar que tengan acceso a la alfabetización digital a lo largo de la vida, además de promover políticas para lograr la paridad de género en los campos científicos y tecnológicos emergentes y crear lugares de trabajo y entornos educativos favorables para las mujeres.

Para lograrlo, se necesitan leyes específicas, políticas que aborden desafíos como la capacitación de quienes desarrollan y de quienes usamos estas tecnologías, contenidos digitales y campañas de sensibilización que desafíen los estereotipos de género y las normas sociales negativas, y que involucren, eduquen y empoderen a jóvenes e infancias, para que se conviertan en agentes de la igualdad de género.

También podemos actuar desde otros ámbitos. Muchos modelos de inteligencia artificial (LLMs en inglés) son de código abierto, armados por comunidades de codificadores y no propiedad de empresas y, por lo tanto, adaptables a organizaciones de todos los tamaños y entrenables con insumos acordes a las necesidades y filosofía de cada organización. De modo que se puede hacer mucho desde las empresas tecnológicas, por un lado, y por el otro, desde los gobiernos, la sociedad civil y las empresas para entrenar a las herramientas de inteligencia artificial alimentando los algoritmos, para resultados sin sesgos machistas, racistas o clasistas, como ocurre en la actualidad.

Igualmente, tenemos la opción de los prompts, es decir, las instrucciones que damos a los chats de inteligencia artificial. Si les damos roles femeninos, perspectivas de género, indicaciones desprejuiciadas y sin sesgos, también obtendremos resultados de mejor calidad y más parecidos al mundo que queremos construir.

Para avanzar en esta dirección necesitamos tres cosas: presupuesto, voluntad política y más mujeres en los espacios en los que se diseñan estas herramientas, pero también donde se debaten las políticas y se deciden las normas que han de regularlas.

Como suele ocurrir en las crisis y los momentos de cambio, estamos frente a un riesgo enorme pero también ante una gran oportunidad. Por el rumbo que está tomando esta industria, los LLMs necesitan cada vez más información de calidad que los “eduque”, representativa del mundo diverso en que vivimos, especialmente con una intención proactiva de no reproducir estereotipos ni sesgos.

Es importante que quienes trabajamos por los derechos de las mujeres y las niñas estemos ahí para suministrar esa información, pero también para asegurarnos de estas herramientas contribuyan a su igualdad y empoderamiento. Solo así podremos tener una inteligencia artificial sin sesgos, al servicio de la igualdad de género, y de la construcción de un mundo justo, sostenible y solidario.



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