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Red de Expertos
Tribuna
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Demos al agua el valor que tiene y merece

El acceso a este recurso, no solo para beber, sino también para mantener una correcta higiene y saneamiento, es fundamental para prevenir enfermedades

Agua costa de marfil
Mujeres extraen agua de una fuente segura en Chiépo, Costa de Marfil.Fundación Anesvad / Elssie Ansareo

“No enfermamos a diario de diarreas, nuestra vida es más digna, estamos más limpias, nuestro entorno es más saludable”. “No podemos explicar lo que el agua nos ha dado, una palabra lo puede resumir, nos ha dado la vida”. Estas palabras pertenecen a Chantal y Awa, dos mujeres de Chiépo, un pequeño pueblo de Costa de Marfil en el que la llegada del agua les ha cambiado la vida. Y digo llegada del agua porque sus habitantes vivían, hasta hace dos años, gestionando el agua de lluvia y bebiendo, cocinando y aseándose de esa misma agua estancada en pozas naturales.

A menudo nos llegan noticias relacionadas con el agua vinculadas a grandes desastres humanitarios provocados por el cambio climático: sequías extremas o graves inundaciones que afectan a las poblaciones que, ya de por sí, están en situación de extrema vulnerabilidad y, por tanto, tienen menos recursos. Poco se habla de los millones de personas que se encuentran a diario ante la vulneración de un derecho humano, el derecho al agua.

Estos días se habla y mucho del agua en el marco de la Cumbre de las Naciones Unidas que se celebra en el medio término de la década del agua, que finaliza en 2028. Una cumbre que aborda este derecho humano amplificando su significado a “Gran Agua”, incluyendo saneamiento o la reducción del riesgo de desastres y que quiere evaluar los avances en el desarrollo sostenible y la ordenación de los recursos hídricos para contribuir a los ODS.

Más allá de los datos macro están los pequeños impactos, que sumados uno a uno, generan grandes cambios.

Nadie discute que el agua, el saneamiento y la higiene (WASH, por sus siglas en inglés) son piedras angulares de la salud pública a nivel mundial. Su nexo con las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) cobró relevancia cuando el suministro de agua salubre, saneamiento e higiene se incluyó en la Hoja de Ruta de la Organización Mundial de la Salud sobre estas enfermedades, un grupo de dolencias que afectan a más de 1.600 millones de personas en el mundo que habitan contextos de pobreza y falta de saneamiento. Ese documento, marco y guía para las organizaciones como Fundación Anesvad, que nos dedicamos a trabajar para colaborar en el control, eliminación y erradicación de estas dolencias, establecía la necesidad de ir más allá del enfoque médico e incorporar a nuestra labor elementos relacionados con el contexto en el que viven las personas, como la garantía de acceso al agua, el saneamiento y la higiene para gozar de buena salud.

Se han hecho grandes progresos a nivel mundial desde que la primera estrategia mundial sobre WASH y ETD vio la luz. Pero más allá de los datos macro están los pequeños impactos, que sumados uno a uno, generan grandes cambios.

En Chiépo, allí donde viven Awa y Chantal, con dos años de trabajo en WASH hemos conseguido, junto con la implicación comunitaria, que el 67% de la población acuda al centro de salud. También que el 93% de los casos detectados de úlcera de Buruli —enfermedad de la que no se conoce el modo de transmisión, que afecta a la piel y puede causar desfiguraciones permanentes y discapacidad de larga duración— sigan con su tratamiento. Además, el 88% de sus habitantes disponen de una letrina y más del 68% de una fuente de agua potable. Son datos que nos llegan de una comunidad remota de 5.000 habitantes. Datos que demuestran que el cambio es posible. Sigamos haciendo camino.

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