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Cambio Climático
Tribuna
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Bienvenido 2023, el año del agua

La emergencia climática supone también una crisis hídrica. Con olas de calor cada vez más extensas y virulentas, repensar los mecanismos de gestión de este recurso resulta una tarea ineludible

Cambio climático
Una mujer indígena levanta sus manos en oración pidiendo lluvia en la comunidad Lloko Lloko, en Tihunaco, Bolivia, el 23 de noviembre de 2022.CLAUDIA MORALES (REUTERS)

Dejamos atrás al 2022, un año que ha sido particularmente complejo y ha estado lleno de desafíos desde múltiples perspectivas, incluida la hídrica y la medioambiental, y nos adentraremos en el que, por muchas razones, será el año del agua.

El año que termina nos ha dejado bien clara la importancia y la fragilidad de este recurso. Hemos vivido uno de los veranos más secos registrados en Europa occidental. En España esto se ha traducido como el tercer año hidrológico más seco desde que se tienen registros fiables. En contraste, estos últimos días estamos viviendo una serie de lluvias torrenciales en diferentes lugares del país, pero recordemos que a mediados de diciembre, la reserva hídrica española continuaba en el 37,5% de su capacidad.

Esta sucesión de sequía y fenómenos meteorológicos extremos es una de las consecuencias más claras del cambio climático, que sigue avanzando imparable. Tal y como quedó patente en el XV Foro de la Economía del Agua, la emergencia climática supone una crisis hídrica, que tiene una clara vertiente social: las dificultades de acceso a agua potable en cantidad y calidad suficientes conllevan importantes efectos sobre la salud y la situación económica de las personas.

La sequía y la escasez de agua se han convertido en una cuestión estructural que ya no puede abordarse con medidas de emergencia

La importancia y la gravedad de esta crisis hídrica es lo que ha impulsado a que las instituciones internacionales consideren que el 2023 debe convertirse en el año del agua, el momento en que este recurso se coloque por fin en primera línea de la agenda política. Así, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha convocado en Nueva York, del 22 al 24 de marzo de 2023, la Conferencia por el Agua, que analizará en profundidad la aplicación de los objetivos del Decenio Internacional para la Acción del agua para el desarrollo sostenible, cuando se cumple la mitad de su periodo de vigencia.

Un 2022 lleno de aprendizajes

El año que nos deja ha venido marcado por dos grandes crisis: la climática y la energética, ambas interrelacionadas entre sí. La guerra de Ucrania ha agravado una problemática energética que, más allá de cuestiones coyunturales, va a permanecer en el tiempo, con la escasez de agua como uno de sus componentes clave.

En 2022, la grave sequía que hemos vivido ha traído consigo un descenso de la producción de energía hidráulica, con dos consecuencias fundamentales: un incremento de los precios de la electricidad y del uso de fuentes de energía de origen fósil, lo que a su vez empeora la situación medioambiental en un círculo vicioso que es imprescindible romper.

En este contexto, apostar por las energías renovables es fundamental para impulsar las centrales hidroeléctricas reversibles. Además, las renovables son, al mismo tiempo, un elemento de gran utilidad para incrementar la sostenibilidad de algunas soluciones ligadas al agua como la desalación.

Por lo que respecta a la crisis hídrica, el 2022 nos ha aportado la certeza de una realidad muy preocupante: la sequía y la escasez de agua se han convertido en una cuestión estructural que ya no puede abordarse con medidas de emergencia. El cambio climático está agravando una problemática que en muchos países, como España, no nos resulta nueva, pero para la que en el momento actual se hace imprescindible la puesta en marcha de soluciones a largo plazo.

En esta línea se enmarca la recién creada Alianza Internacional por la Resiliencia ante la Sequía, auspiciada por España en el marco de la COP27, a la que se han adherido 30 países y una veintena de organizaciones, y cuyo objetivo es acelerar la acción y ayudar a los países a estar mejor preparados para futuras sequías.

Concienciación y tecnología

Y, ante esta complicada situación, ¿cuáles son las soluciones? La primera de ellas, quizá la más intuitiva, es la apuesta por la racionalización del consumo. En este difícil escenario se trata de una medida imprescindible, pero que no resolverá el problema por sí sola. Resulta imperativo trabajar además por el incremento de la cantidad y la calidad del agua disponible.

Las dificultades de acceso a agua potable en cantidad y calidad suficientes conllevan importantes efectos sobre la salud y la situación económica de las personas

La concienciación sobre el ahorro de agua a todos los niveles (doméstico, agroalimentario, industrial) es un pilar fundamental para enfrentar el desafío hídrico. Optimizar la demanda de agua para garantizar su uso racional es imprescindible y debe ir acompañado de un aumento de las inversiones para la mejora de las infraestructuras, tanto de distribución como de saneamiento, de modo que se eviten las pérdidas durante todo el ciclo.

Por otra parte, el aumento del porcentaje de utilización de agua regenerada es de gran utilidad política, así como la puesta en marcha de medidas de aprovechamiento y conservación de los acuíferos.

El agua regenerada, es decir, recuperada y tratada para devolverla en mejores condiciones de las que tenía previamente, es una herramienta de provechosa para aumentar la disponibilidad y la calidad de este recurso. Además de su potencial para aumentar la cantidad disponible, su generalización se traduce en una mejora de la gestión de las aguas residuales, que previene la contaminación de suelos y masas hídricas.

Por lo que respecta a las subterráneas, resultan un pilar imprescindible para garantizar la disponibilidad de este recurso a largo plazo, ya que suponen más del 90% del agua disponible en el planeta. Paradójicamente, pese a su potencial como solución a la problemática de la escasez, falta aún mucho camino por recorrer en el estudio de la cantidad y la calidad del agua subterránea. En ese sentido, los sistemas de monitorización basados en inteligencia artificial son un aliado fundamental.

Bienvenido, 2023. Esperamos que este nuevo año se convierta de verdad en el año del agua, que marque un antes y un después en el cuidado de este preciado recurso y sirva para apuntalar su futuro, que es en realidad el de todo el planeta.

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