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Planeta Futuro
Tribuna
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Hacer que las elecciones sean importantes para la gente

Más de 3.700 millones de votantes de más de 70 países se preparan para acudir a las urnas este año en un contexto de desafíos para las democracias, con altos niveles de desconfianza, desinformación y violencia electoral

Escrutinio de votos en las elecciones en El Salvador, el pasado 12 de febrero.
Escrutinio de votos en las elecciones en El Salvador, el pasado 12 de febrero.Rodrigo Sura (EFE)

Los medios de comunicación de todo el mundo se han centrado en 2024 como el “superaño de las elecciones”, en el que cerca de 3.700 millones de personas de más de 70 países acudirán a las urnas. Los comicios son acontecimientos de alto riesgo que requieren una inversión significativa para que la gente pueda ejercer su influencia política, elegir a sus representantes y obligar a los responsables públicos a rendir cuentas.

Aproximadamente uno de cada cuatro países de Latinoamérica y el Caribe celebrará un proceso electoral este año, brindando a más de 140 millones de personas la oportunidad de indicar sus preferencias, con el potencial de remodelar el panorama político de la región.

Las elecciones nacionales o locales que tienen lugar en un contexto de altos niveles de desconfianza en las instituciones públicas y los políticos en general, gestión pública disfuncional, niveles extremos de contaminación de la información, desprecio por el Estado de derecho y un debilitamiento de las instituciones independientes pueden no producir los resultados que interesan a la gente. La desinformación, unida a la violencia electoral en y fuera de internet, están diezmando la confianza de los ciudadanos en los procesos electorales, lo que acelera aún más la preocupación por el retroceso democrático.

Los votantes esperan que sus opiniones estén representadas, que los representantes electos cumplan lo que han prometido y que los ciudadanos puedan pedir cuentas a los cargos electos si no lo hacen.

Los jóvenes de todo el mundo son los que menos fe tienen en la democracia y no confían en que los políticos aborden cuestiones relacionadas con la crisis climática y el aumento de la desigualdad de ingresos

La democracia como ideal conserva altos niveles de apoyo en todo el mundo. El 81% de las personas entrevistadas en la última ronda de la Encuesta Mundial de Valores afirmaban que vivir en un país democrático es importante. Del mismo modo, la encuesta de la Open Society Foundations a más de 36.000 personas de 30 países revelaba que el 80% deseaba vivir en una democracia. Sin embargo, la insatisfacción con el funcionamiento real de la democracia va en aumento. Un sondeo mundial reciente revelaba altos niveles de desilusión entre los más jóvenes sobre el sentido de las elecciones. De todos los grupos de edad, los jóvenes de todo el mundo son los que menos fe tienen en la democracia y no confían en que los políticos aborden cuestiones relacionadas con la crisis climática y el aumento de la desigualdad de ingresos.

Una gobernanza democrática sólida

Las democracias resilientes requieren una buena gestión pública que no puede crearse de la noche a la mañana, sino que se construye sobre instituciones sociales y políticas responsables, con normas, valores y una cultura basada en el respeto a los derechos humanos. Hemos visto numerosos ejemplos de cómo la mala gobernanza puede limitar el desarrollo humano, inhibir el progreso económico y contribuir al sufrimiento y los abusos. En algunos contextos, esta desafección ha propiciado un aumento de los casos de expresiones políticas violentas e intentonas golpistas. De hecho, en septiembre de 2021, el secretario general de la ONU declaraba con preocupación que “los golpes de Estado han vuelto”.

Las elecciones por sí solas no conseguirán las cosas que interesan a la gente ni generarán confianza en la autoridad pública; los cimientos de las instituciones democráticas también tienen que ser sólidos. La experiencia ha demostrado que, para que las elecciones interesen a la gente, deben formar parte de un sistema de gobernanza democrática sólido en el que los ciudadanos experimenten el Estado de derecho, con instituciones que proporcionen controles y equilibrios en el uso del poder y frenen la corrupción. Los ciudadanos también exigen información fiable y oportunidades para hacer valer su voz sobre las cuestiones que les importan en el periodo entre elecciones, así como un acceso sin discriminación a servicios públicos de calidad.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, por sus siglas en inglés), como uno de los mayores proveedores de asistencia electoral, junto con el Sistema de Naciones Unidas, presta asistencia técnica a cerca de 20 países que celebrarán o podrían celebrar elecciones en 2024. Con una inversión de 8,5 millones de euros desde 2021, el PNUD y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) han establecido una alianza mundial de asistencia electoral para que las elecciones sean más inclusivas, fiables y seguras en 21 países de África, Latinoamérica y Asia y el Pacífico. Este trabajo se centra en la preparación de los organismos de gestión electoral ante los nuevos riesgos, como la desinformación y la violencia digital; en el fortalecimiento de la capacidad de las poblaciones excluidas históricamente para participar de manera efectiva en los procesos electorales; y la mejora de las respuestas de toda la sociedad para fomentar la integridad de la información.

El próximo mes de julio, el Foro Político de Alto Nivel (FPAN) de la ONU revisará en profundidad el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 16, que se centra en muchos de los elementos esenciales de la gobernanza democrática y fomenta sociedades pacíficas, justas e inclusivas. El Informe de Progreso Global sobre el ODS 16 advierte de que el progreso en lo que respecta a este objetivo es preocupantemente lento y, en algunos casos, incluso avanza en la dirección equivocada. Cuarenta países, ocho de ellos de Latinoamérica y el Caribe, presentarán sus informes nacionales sobre el progreso de los ODS, incluido el ODS 16.

Ahora que nos encontramos en el primer trimestre de este “superaño de elecciones”, es urgente invertir en sistemas de gobernanza democrática resistentes, para que la gente vea que su voto es valioso y contribuye a obtener los resultados que para ellos son importantes.



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