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‘Mi Comuna 2’: periodismo comunitario por y para la gente desde la periferia de Medellín

Un periódico colombiano lanzado en 2008 por un grupo de jóvenes en una de las comunas más precarias de Medellín denuncia los problemas de sus habitantes y fortalece los lazos de la comunidad

Medellin
El equipo de 'Mi Comuna 2' en el centro cultural del barrio. De izquierda a derecha: Rodrigo Aristizabal, Christian Giovanny Álvarez López, Felipe Machado, Michael Rincón.Carmen Blanco Grigelmo

En Mi Comuna 2, las noticias de última hora son sustituidas por historias como las de las deliciosas hojuelas de Doña Mariela o los poemas de Doña Isabel. “Lo que sale en este medio son las informaciones cotidianas de la gente del barrio. No hay pretensión de tener la primicia ni mercantilizar la información”, afirma Christian Álvarez, de 28 años, director de esta publicación mensual de la Comuna 2- Santa Cruz en Medellín, una de las zonas más marginales de la ciudad colombiana.

Álvarez, junto con Rodrigo Aristizábal (24), Felipe Machado (27) y Michael Rincón (17), todos del barrio, lideran este proyecto comunicativo, que nació en 2008, gracias a una subvención del Ayuntamiento de Medellín que los vecinos decidieron destinar en parte a esta publicación. Primero hicieron solo una versión impresa, pero con el tiempo comenzaron a difundir contenidos online y también de radio y televisión. El equipo periodístico, compuesto por chicos y chicas, trabaja de forma voluntaria y coincide en que, Mi Comuna 2 es mucho más que un periódico, se ha convertido en una fuerza de cambio que desafía prejuicios y fortalece los lazos en la comunidad.

Para hacer realidad el proyecto, estos jóvenes revitalizaron un edificio abandonado en el que las deterioradas paredes disimulan sus grietas con murales y graffitis reivindicativos. En el lugar, mientras los periodistas debaten en torno a una mesa redonda repleta de ediciones de periódicos los próximos temas que publicarán, los niños y niñas corretean por los pasillos. “Aquí no hay casa de la cultura, bibliotecas o parques, algo que tienen la mayoría de comunas de Medellín”, recalca Álvarez. Prueba de ello es que la Comuna 2 posee tan solo 2,75 metros cuadrados de espacio público por habitante, una cifra alejada de los 10 a 15 metros que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Dos palabras se repiten en esta redacción: periodismo comunitario. “Para mí es la posibilidad de que las personas se puedan narrar por ellas mismas porque siempre nos han narrado personas externas. Las noticias sobre esta parte de la ciudad solían reducir a las mujeres a prostitutas y a los hombres a sicarios y ladrones”, explica Machado. Todo ello creó, según este redactor, un estigma importante en la comuna. “Queremos que la señora que cultiva su huerto sea la que pueda escribir la historia de su proceso, mostrar que hay otras posibilidades en este barrio, no solo las cosas negativas”, agrega.

Para el director, este tipo de periodismo es sinónimo de arraigo e identidad. Álvarez insiste además en el proyecto que hay detrás: “Nosotros lo hacemos por la gente, desde la gente y para la gente. Todos los que formamos este proyecto vivimos acá”, subraya. Asimismo, insiste en la pretensión de transformar la narrativa que ha prevalecido históricamente acerca de esta región. “Esta zona siempre se ha mostrado como violenta, precaria, sin futuro… Nosotros nos permitimos mostrar la fuerza, la resistencia, la alternativa y la propuesta”, destaca.

Según la Alcaldía de Medellín, la Comuna 2 no se encuentra entre las más violentas de la ciudad en número de homicidios en 2023, pero a los habitantes les pesa la reputación de lugar violento que arrastra su barrio. “Yo nunca había transitado por esta parte de la comuna porque mis padres no me dejaban”, admite Rincón, el más joven de los redactores. “Sin embargo, empecé a conocer a los ‘parceros’ (compañeros) y me di cuenta de que muchas cosas que me habían contado eran mentira”, agrega.

Además, esta comuna a los pies del río Medellín presenta una de las tasas de dificultades y absentismo escolar más altas de la ciudad. De ahí que este medio también asuma un rol pedagógico. “Como medio comunitario no solo tenemos la función de informar, sino también de formar. Asumimos un papel bastante educativo en relación con muchos temas, porque las condiciones de la comuna obligan a eso”, enfatiza el director del periódico.

En este sentido, también han conseguido que los niños y niñas tomen la palabra en “El Noticiero de Manolo”. En esta sección son ellos los que reflexionan sobre sus propias problemáticas y potencialidades en la comuna.

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Colombia celebrará elecciones municipales el 29 de octubre y este grupo de jóvenes sueña con un Medellín que apueste por los medios comunitarios, alternativos y populares. “Sin duda los comicios influyen en cómo se llevan a cabo los procesos de la ciudad y es evidente que los gobernantes intentan influir en los medios para gestionar su imagen”, opina el director de este periódico. El objetivo de este grupo de jóvenes es que su medio se sostenga muchos años más. “Por ahora lo hemos conseguido y trabajamos duro para que siga siendo así”, explica.

En sus años de existencia, este periódico ha logrado ya generar cambios que a nivel local son importantes y han transformado significativamente la vida de sus vecinos. Un ejemplo es una investigación realizada en el asentamiento del Sinaí, una de las áreas más deprimidas de Santa Cruz. “Este barrio está separado de todos los servicios de salud y educativos por una calle principal. A los niños y niñas les tocaba pasar esa calle para ir al colegio y corrían el riesgo de ser atropellados, por eso solicitaron durante mucho tiempo un semáforo”, relata.

El vecindario del Sinaí, acostumbrado a los desalojos y en permanente riesgo de desplazamiento, se volcó para proteger a su infancia y utilizaron como evidencia las informaciones publicadas por el periódico. Y lo consiguieron. “El papel nuestro es ese, que se puedan utilizar nuestros artículos para lograr cosas”, apunta.

Álvarez destaca que es poco probable que cualquier otro medio hubiera brindado una cobertura similar a esta situación. “Lo consideran cosas menores que afectan a poca población en un barrio que a nadie le ha importado nunca… Si esto ocurriera en un barrio más acomodado sí se cubriría”, lamenta. “Nosotros vivimos en la periferia del periodismo y en la periferia de la ciudad”, añade.

Su esfuerzo merece la pena también por historias como la de Doña Isabel, una poeta de la comuna que solía ser reacia a compartir su obra en público. “Le dijimos que todos tenemos la capacidad de escribir; algunos cultivan más esa habilidad que otros, pero todos podemos hacerlo”, recuerda Álvarez. Ahora Doña Isabel no solo organiza recitales en el barrio, sino que ha publicado su primer libro y ya está pensando en el segundo. O la para contar la vida de Doña Mariela, que sacó adelante a sus cinco hijos vendiendo hojuelas, un dulce tradicional. Su hija Daniela creció siendo testigo de la persistencia de su madre y Doña Mariela le revelará su receta secreta cuando crezca para que pueda continuar su legado. “Cuando su hija vio el artículo que escribimos, nos contactó y nos dijo. ‘Esa es mi mamá, muchas gracias’”, cuenta Álvarez emocionado. Otras personas también les dijeron que en el relato de Mariela veían a su madre, su abuela y a muchas mujeres de su entorno. “La gente se ve reflejada y eso es muy bonito”, recalca Álvarez.

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