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La cooperación española en salud aumenta, pero más de la mitad se destina a la covid-19

La concentración de recursos destinados a la pandemia frena avances y genera retrocesos en vacunación infantil y enfermedades como la tuberculosis. El objetivo de que en 2023 mil millones de personas más pudieran acceder a servicios de salud solo se alcanzará en un 27%, alerta un informe anual de Médicos del Mundo y Medicusmundi

A Kabir Ahmed, que sufre de ictericia, le trasladan a casa después de ver a un médico, en Cox's Bazar, Bangladés.
A Kabir Ahmed, que sufre de ictericia, le trasladan a casa después de ver a un médico, en Cox's Bazar, Bangladés.Allison Joyce (Getty Images)
Lucía Foraster Garriga

La covid-19 sigue siendo una amenaza a la salud mundial: desde la confirmación de los primeros casos hasta octubre de 2022, se han notificado 580 millones de contagios en el mundo y más de 6,4 millones de muertes. La pandemia ha colapsado los sistemas sanitarios, pero además ha concentrado gran parte de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que se destina a cuestiones sanitarias, revirtiendo los avances alcanzados en otras enfermedades como la tuberculosis o en la vacunación infantil. En el caso de la cooperación española, los fondos en la partida de salud aumentaron un 260% en 2021 respecto al año anterior, para alcanzar la cifra más alta jamás aportada en este capítulo: más de 526 millones de euros. Pero el 59% de esa cantidad se destinó a la lucha contra la covid-19.

En el mundo, el patrón fue parecido. Los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE destinaron 170.000 millones de euros al desarrollo el año pasado, lo que supone un aumento del 10,3% respecto a 2020. Sin embargo, de esa cantidad, el 10,5% se destinó a acciones relacionadas con la pandemia. Una concentración de recursos que revela que otras luchas sanitarias han quedado relegadas a un segundo plano, según el informe anual realizado por Medicosmundi y Médicos del Mundo presentado el pasado lunes en Madrid y titulado La salud en la cooperación al desarrollo y la acción humanitaria 2022. Los autores destacan que para 2023 se esperaba aumentar en 1.000 millones las personas con acceso a servicios esenciales de salud, pero solamente se conseguirá alcanzar el 27% de esa cifra.

“No solo se han paralizado los avances que estábamos teniendo que, aunque no eran suficientes, eran progresos. Además, se están produciendo retrocesos. Por ejemplo, el número de menores no vacunados en 2020 fue de 25 millones, una cifra que no veíamos desde 2009. Y por primera vez desde 2005 han aumentado las muertes por tuberculosis”, ha desarrollado Carlos Mediano, miembro del Consejo Ejecutivo de Medicusmundi, en la presentación del estudio.

El número de menores no vacunados en 2020 fue de 25 millones, una cifra que no se veía desde 2009. Y por primera vez desde 2005 han aumentado las muertes por tuberculosis

En los últimos 20 años, confirma el informe, ha habido muchas mejoras, pero aun así, “sigue siendo inaceptable el escaso avance en algunos de los indicadores de salud”. La mortalidad materna ha disminuido un 37%, pero 810 mujeres siguen muriendo cada día debido a complicaciones durante el embarazo y el parto. Y a pesar de mejorar cada año, la tasa de mortalidad de menores de cinco años en el mundo es de 37 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, 13.700 al día.

Algunos indicadores incluso empeoran, como el de las enfermedades no transmisibles, que matan a 41 millones de personas cada año, tres cuartas partes de los fallecimientos globales. Además, reseña el documento, la covid-19 ha disparado los problemas de salud mental. En 2021, más del 13% de los adolescentes de 10 a 19 años ha sufrido un trastorno mental, lo que equivale a 116 millones de jóvenes afectados. También la lucha contra la malaria se ha resentido: en 2020 se registraron 241 millones de casos y 627.000 muertes en todo el mundo, lo que supone un incremento en un año del 6,1% y del 12,3% respectivamente.

“Nos alejamos cada vez más del cumplimiento de las metas previstas para el tercero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) [el que habla de garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades]”, ha lamentado Mediano. “La pandemia, la recesión económica y la crisis energética provocada por la crisis ucraniana están poniendo en jaque la consecución de los ODS”, ha añadido Daniel López, profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) y exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la presentación.

Las necesidades aumentan; la financiación también, pero no lo suficiente

En 2021, la AOD española fue de 3.123 millones de euros, un 15% más que el año anterior, y eleva el esfuerzo presupuestario para el desarrollo al 0,25% de la renta nacional bruta (RNB). Pese al aumento, el porcentaje está muy alejado del 0,5% comprometido para final de legislatura, del 0,33% de la media del conjunto de donantes del CAD, del 0,49% de la media de los países de la UE y del compromiso del 0,7% adquirido hace más de 50 años en el seno de las Naciones Unidas, critican los autores.

El sector salud fue en gran medida responsable de este incremento: recibió el 16,8% del total de la ayuda, un porcentaje que duplica con creces al del ejercicio anterior (7,5%) y que representa casi 527.000 millones de euros, la cifra más alta destinada por la cooperación española a salud en su historia. Si bien, una parte importante de este crecimiento se debe a la covid-19, a la que se destinó el 59% de estos fondos.

235 millones de personas necesitaron ayuda y protección humanitaria en 2021; es decir, 1 de cada 33 personas que habitan el planeta

Si se habla de acción humanitaria, España también incrementó su presupuesto en esta partida: 11 millones de euros más que en 2020, hasta alcanzar los 107 millones. Esta cantidad supone el 3,5% del total de la AOD, de nuevo muy lejos de la media de los países del CAD (10,5%). Un esfuerzo que, además, las organizaciones responsables del estudio consideran insuficiente ante la magnitud de los desafíos en este sentido.

El informe detalla que 235 millones de personas necesitaron ayuda y protección humanitaria en 2021; es decir, 1 de cada 33 personas que habitan el planeta. Mientras las necesidades aumentan, la financiación apenas lo hace, denuncia el documento. El llamamiento humanitario de Naciones Unidas para 2021, que ascendía a casi 38.000 millones de dólares, solo ha sido financiado en 29.000 millones, el 53%.

No solo se han desatendido las enfermedades

“Los ODS funcionan, al final, como pequeños parches. Tan pequeños que al destinar fondos a la covid-19 se han restringido los fondos al resto de llamamientos internacionales. Antes se conseguía el 60% de lo solicitado, ahora el 53%, y el año que viene será entre el 40 y el 50%”, ha explicado José Félix Hoyo, vicepresidente de Médicos del Mundo. El mundo funciona, ha continuado, no como “un mecanismo global engrasado”, sino como “un mecanismo que va poniendo parches”.

Desde su punto de vista, no hay una intención pactada global de resolver los problemas de la humanidad. “El aumento de la inseguridad alimentaria, los conflictos, la violencia y los desastres naturales en todo el mundo, exigen de la comunidad internacional una respuesta proporcional a las enormes necesidades humanitarias que generan y que ponen en riesgo la vida de millones de personas”, ha afirmado.

“Si me preguntan cuál es el problema de salud que he visto cada año”, ha denunciado Mediano en la presentación, “no es una enfermedad, es la inequidad, la desigualdad injusta y evitable”. Lo que, según él, ha confirmado que “estamos muy lejos de apostar por una sanidad global”. López ha coincidido con Mediano y con Hoyo: “Los países siguen sin creer de verdad en una gestión conjunta de problemas globales de salud, repitiendo los mismos errores que se cometieron con la pandemia”. Y ha asegurado: “Es necesario fortalecer los sistemas de salud. La seguridad sanitaria mundial es un bien público global que requiere colaboración multilateral”.

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Sobre la firma

Lucía Foraster Garriga
Reportera en Sociedad y Planeta Futuro desde 2021. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Blanquerna - Universitat Ramón Llull y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Cubre temas migratorios, de género, violencia sexual y derechos humanos. Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2022 por la investigación de abusos sexuales en la Iglesia española.

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