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COLUMNA
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Cataluña sin Presupuestos

Lo más grave de la decisión de En Comú Podem es que desprotege precisamente a la gente común por razones de tacticismo partidista de vuelo corto

La diputada Jéssica Albiach, junto con Ernest Urtasun y Jaume Asens en un acto del partido
Los principales dirigentes de En Comú Podem (el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; la líder de la formación en el Parlament, Jéssica Albiach, y el candidato a las elecciones europeas, Jaume Asens), en un acto de la formación.Toni Albir (EFE)
Jordi Gracia

Confieso que no se me alcanzan las razones que explican que una formación de izquierdas como En Comú Podem haya dejado caer los Presupuestos de ERC y PSC por no ceder el voto de uno de sus diputados: sin duda eran unos Presupuestos imperfectos y seguramente mejorables, pero estaban claramente sintonizados con políticas de la izquierda. Los había negociado un Gobierno muy débil con la formación política que ganó de calle las últimas elecciones generales en Cataluña, el PSC. La operación de los comunes rezuma tacticismo político e incapacidad para discriminar las urgencias reales de la población y la misma situación socioeconómica (y estatal). Eso ha propiciado además otra decisión igualmente grave del presidente Aragonès: emplazar antes de las elecciones europeas de junio al ruido que generarán unas nuevas elecciones ―las catalanas del 12 de mayo― inmediatamente después de las vascas. No parece traducir demasiado respeto por la trascendencia de las europeas en las que no estará en juego si se hace un proyecto tan despreciable como el Hard Rock o no. Lo que estará en juego es si Europa se decanta claramente hacia una potencial alianza de la derecha y la ultraderecha. Y España es uno de los pocos países que puede contribuir a frenar esa tendencia detectada por múltiples sondeos.

Se me escapa también, por tanto, la urgencia de provocar la convocatoria de unas elecciones en Cataluña en plena tramitación parlamentaria de la ley de amnistía, con una campaña desatada de los medios de la derecha contra el Gobierno de coalición y cuando los indicadores económicos dicen que va a ser difícil repetir unos Presupuestos expansivos por el muy previsible regreso de las reglas fiscales. La ocasión perdida solo puede pasar factura a En Comú Podem, sin reflejos y sin frescura para ceder un diputado que propiciase la aprobación de unos Presupuestos que los comunes aprueban y su votante también. La falta de imaginación política que revela esta descomunal equivocación resulta más preocupante todavía porque solo puede estar justificada por razones tacticistas que nunca se sabe cómo acaban saliendo. Los cálculos basados en la debilidad relativa del adversario y la potencial prosperidad de uno mismo llenan el infierno de las decisiones presuntamente astutas.

Las causas justas para aprobar estos Presupuestos están, excepto el Hard Rock, aliadas con los principios que explican la existencia de En Comú Podem como fuerza de izquierda. El discurso de defensa de esa decisión era además poderoso y cargado de decencia: sacrificar un asunto crucial de su agenda política en favor de ser consecuente con las causas mayores de la sociedad catalana y las necesidades contrastadas de la población (desde la sequía a la educación pasando por los pobres de misericordia). Poner por encima la exigencia de fortalecer los mecanismos para reducir las desigualdades y el mismo Estado de bienestar es una cuestión política determinante para el votante de esa izquierda. Que las negociaciones en el Ayuntamiento de Barcelona no vayan como les gustaría a los comunes no es razón de peso para justificar esa decisión que afecta la mayoría de la población. El error es estratégico, pero sobre todo devalúa el sentido del voto a esa formación cuando ha estado en su mano respaldar cuentas que les cuadran perfectamente, y no lo han hecho por un pretexto justo pero radicalmente insuficiente. Lo dijo al cuarto de hora Javier Pacheco, de CC OO, y es especialmente doloroso al dirigir su comentario a En Comú Podem: de algunos sectores de la clase política puede entenderse que estén lejos de la respiración de la calle, pero de los comunes es lo último que debía esperarse, y es lo que ha pasado. Han pesado razones partidistas de vuelo corto frente a las razones precisamente comunes para favorecer un Estado de bienestar más sólido y capaz.

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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.
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