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COLUMNA
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El adelanto en Cataluña le conviene a Sánchez

Junts va a estar atado al PSOE hasta que la ley de amnistía salga adelante y la apliquen los tribunales

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante su comparecencia de este miércoles en la que ha anunciado el adelanto de las elecciones catalanas.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante su comparecencia de este miércoles en la que ha anunciado el adelanto de las elecciones catalanas.Quique García (EFE)
Estefanía Molina

A Pedro Sánchez le conviene el adelanto electoral en Cataluña. Aunque el presidente tenga que esperar para aprobar los Presupuestos Generales de 2025, el anuncio de comicios para el 12 de mayo le augura un apoyo más estable de Carles Puigdemont para agotar la legislatura. Y es que Junts amagaba con escenificar alguna ruptura con el Gobierno para cuando hubiera comicios, en su eterna estrategia de desmarcarse de ERC. Pero eso no es ya posible: ambos están atados al PSOE mientras la ley de amnistía no culmine su aprobación en las Cortes.

El calendario iguala ahora a Puigdemont y ERC en su relación con el Ejecutivo. Es una casualidad que la ley salga previsiblemente del Congreso este jueves y vaya a pasar 60 días en el Senado por la decisión del Partido Popular de dilatar los plazos —casi el mismo tiempo que falta hasta las elecciones del 12 de mayo—. Es decir, que Sánchez y sus socios volverán a verse las caras en el Congreso muy pronto, y ninguno puede tensar demasiado la cuerda en estos dos meses que faltan porque el apoyo del PSOE y Sumar será necesario para rubricar definitivamente la medida de gracia.

Así que Pere Aragonès ha neutralizado la campaña de Puigdemont en parte. Llevar al PSOE al límite es lo que había permitido a Junts no desplomarse en las encuestas, como le ocurrió a los republicanos en el ciclo de 2023, tras regresar al ruedo pactista. En cambio, Junts estará mucho más relajado para acordar unos Presupuestos tras los comicios porque no tendrá miedo a las fugas de voto. Las siguientes elecciones quedarán entonces muy lejos, y una vez se asume el riesgo de volver a la gobernabilidad el coste de echarse para atrás es más elevado.

El problema lo tendrán ahora Puigdemont y ERC ante el llamado cuarto espacio. Existen una serie de formaciones —la ANC, la exconsejera Clara Ponsatí, Aliança Catalana…— que amagan con presentarse al Parlament con el discurso de que los partidos del procés han enterrado la independencia a cambio de pactar su salvación judicial vía indultos o amnistía. Para paliarlo, Junts sigue teniendo un as en la manga: el intento de presentar a Puigdemont como candidato —algo que aterra a los republicanos—.

Con todo, el frente menos preocupante para el Gobierno sigue siendo el de las elecciones en Euskadi del 21 de abril. Sánchez tomó hace meses una decisión salomónica para contentar a sus socios vascos. El PNV seguirá mandando en el País Vasco con el apoyo del PSE si dan los números, asumido que ya gobiernan en las tres capitales y las diputaciones forales. Bildu llegó a la alcaldía de Pamplona con el respaldo socialista, y la izquierda abertzale está más preocupada aún por institucionalizarse y normalizar su relación con el PSOE que en aterrizar mañana mismo en Ajuria Enea.

Por tanto, el horizonte catalán es más inestable. Pero aunque el próximo president fuese Salvador Illa, ERC seguirá apoyando al PSOE en Madrid más allá del 12 de mayo. Y para amarrar a Puigdemont, los tiempos judiciales de la amnistía seguirán siendo el talismán de Sánchez: Junts estará atado hasta la publicación de la ley en el BOE, y también hasta que la apliquen los tribunales.

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Sobre la firma

Estefanía Molina
Politóloga y periodista por la Universidad Pompeu Fabra. Es autora del libro 'El berrinche político: los años que sacudieron la democracia española 2015-2020' (Destino). Es analista en EL PAÍS y en el programa 'Hoy por Hoy' de la Cadena SER. Presenta el podcast 'Selfi a los 30' (SER Podcast).
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