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Columna
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Ni con Manolete

Si nos molestamos en sacar esa varilla del depósito de Vox y la colocamos sobre un trapo blanco, veremos entonces que su aceite está sucio, es viejo, escaso y no es de fiar

Vicente Barrera
Vicente Barrera, designado vicepresidente de la Comunidad Valenciana por Vox, en una corrida en Valencia en 2006.Tania Castro
Berna González Harbour

Vox está a favor del agua. También está a favor del orden público, la seguridad, las señas de identidad, la libertad, la natalidad, las familias y tantos valores de buena fe que es imposible no comulgar con tan saludable declaración de intenciones. ¿Cómo no se le había ocurrido antes a nadie? Si además incluimos la bondad y la paz mundial, programa redondo.

Bajemos sin embargo al detalle. Aparquemos el coche político en llano, cojamos la varilla del depósito de aceite e introduzcámosla para medir el nivel. Veamos la realidad. Y elijamos un ámbito del acuerdo de PP y Vox para gobernar en la Comunidad Valenciana para hacer esa cata: el agua.

El pacto promete ampliar los regadíos y defiende el trasvase de agua desde el río Tajo al Segura para abastecer un flujo que se ha venido reduciendo por orden judicial.

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Problema: para analizar esto hace falta algo más de atención que la que cabe en un meme o un tuit. Veamos: el trasvase Tajo-Segura, una de las obras hidráulicas de ingeniería civil en España, ha permitido desde 1979 trasladar agua desde la cabecera del Tajo hasta campos de la Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía. Aquello se ideó y rindió enormes servicios en tiempos de abundancia, cuando el calentamiento no había hecho mella, pero varias sentencias del Tribunal Supremo han defendido un caudal mínimo para que el río pueda mantenerse en condiciones. Porque hay unas normas. Podemos hartarnos de defender el trasvase, pero no hay agua suficiente para regar campos de tres comunidades si eso va a estrangular el río que las nutre. Y eso nos obliga a contener el flujo y, qué pesadez, también a idear fuentes alternativas de agua, mejora de tuberías, racionalización de regadíos y combatir el cambio climático. Se llama gobernar. No populismo. Es más aburrido.

La proclama de Valencia recuerda la ley recién aprobada en Andalucía por PP y Vox para legalizar regadíos en el entorno de Doñana y contentar a los agricultores que están robándolo mientras secan el acuífero. O la normativa aprobada en Castilla y León para relajar los controles a las vacas en contra de toda exigencia sanitaria y contentar así a los ganaderos afectados.

Si nos molestamos en sacar esa varilla del depósito de Vox y la colocamos sobre un trapo blanco, veremos entonces que su aceite está sucio, es viejo, escaso y no es de fiar. Y que emprender un viaje en esas circunstancias nos llevaría al desastre aunque condujera el mismísimo Manolete. Que lo sepa Feijóo. Y olé.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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