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Columna
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Que viene la Fox

¿Qué es el periodismo?, se siguen preguntando algunos. Y la respuesta se condensa en la fusión de todos estos espantos, de la heroicidad a la mezquindad, del asco a la armonía, de la oscuridad a la luz

Un hombre pasea frente a la sede de Fox News en Nueva York.
Un hombre pasea frente a la sede de Fox News en Nueva York.Mary Altaffer (AP)
David Trueba

El acuerdo judicial por el que la cadena de noticias Fox pagará 787,5 millones de dólares a la empresa Dominion Voting Systems podría servir para zanjar, de una vez por todas, la alegación de Donald Trump según la cual su derrota electoral en las pasadas elecciones fue producto de un fraude. O no. En apariencia, si una empresa informativa paga tal cantidad de dinero acusada de daño reputacional, solo puede deberse a que albergaron, ampliaron y expandieron una mentira como una catedral de grande. Y así fue. Pero el ladino Trump, como ha hecho a lo largo de casi toda su carrera de hombre sin pelos en la lengua, esquiva toda culpa porque él, en sus acusaciones de fraude, no cita nombres de empresas, no da detalles, acumula vaguedades y salva su culo de cualquier refriega legal. A eso se le llama habilidad en el manejo de los matices. Verdadero funambulismo. Lo que resulta patético es que una cadena dirigida por un zorro bregado como el Murdoch de 92 años pueda funcionar como acompañante deslenguado de la descabellada agenda de un político. El resultado de esa alianza desigual y grotesca es, nada más y nada menos, un país dividido de manera atroz, bajo una atmósfera guerracivilista.

Los periodistas encarcelados en Rusia, perseguidos en China, asesinados en México, ejecutados en Irán, merecerían mejor hermana que la vesánica Fox. ¿Qué es el periodismo?, se siguen preguntando algunos. Y la respuesta, por más que parezca sencilla, se condensa en la fusión de todos estos espantos, de la heroicidad a la mezquindad, del asco a la armonía, de la oscuridad a la luz. A medida que el mundo avanza no se hace peor, como podría parecer, sino tan solo más complicado. No hay más que ver los prospectos de las medicinas, nunca antes una cosa en apariencia beneficiosa necesitó de más literatura para eludir sus posibles consecuencias negativas. Y así nos pasa con todo. Ahora incluso los hijos, que antes llegaban al mundo como la mejor bendición imaginada, traen bajo el brazo no tanto un pan como un millón de amenazas. Me quitarán la libertad, la autonomía, el tiempo, el dinero, la esperanza, el sueño y la calma, se dicen los padres, que ahora son cobardicas y pusilánimes.

El comunicado de la Fox tras el acuerdo monetario es un monumento a la ironía. Literal: “Refleja nuestro continuado compromiso con los más altos estándares periodísticos. Esperamos que nuestra decisión para resolver esta disputa amigablemente con Dominion, en lugar de un agrio juicio en confrontación, permita a nuestro país dejar atrás estos asuntos”. Parece redactado por la madre de Psicosis disfrazada de Katharine Graham. Para quienes aprecian como valiosos los límites del rigor informativo da pie a especular con dos opciones. O bien el arreglo económico es una victoria de la verdad sobre la mentira. O sencillamente es una inyección de oxígeno a quienes pretenden seguir mintiendo bajo la agujereada bendición de la libertad de expresión. Agarremos el asiento porque vienen curvas. En democracia, la falta de preparación intelectual en los ciudadanos es algo así como un fútbol teledirigido desde el palco. Al menos, en las dictaduras la brutal potencia de la represión se ejerce de manera clara y ejemplarizante. Ya se ha dicho, lo nuestro no es peor, tan solo más complicado. Ojalá tengamos suerte. Dice el refrán: Cuando la zorra predica, no están seguros los pollos.

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