Lo que dice y lo que calla el EZLN
El hermetismo mediático del zapatismo da paso a un movimiento inusual: 19 comunicados en dos meses que parecen el prólogo de una época de cambios coincidiendo con el 30 aniversario del alzamiento el próximo 1 de enero
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) es una guerrilla extraña. No le gusta mucho pegar tiros ni las guerras. Prefiere las reflexiones sosegadas —aunque duren años— a la inmediatez; la calma a la prisa: la práctica política a los debates estériles —la metateoría, dirán ellos, el camino que se hace al andar—. “Siempre es más lo que callamos que lo que decimos”, avisaba recientemente el capitán insurgente Marcos, anteriormente llamado subcomandante Galeano, más conocido mundialmente como subcomandante Marcos, el gran ideólogo encapuchado de la organización que puso en jaque al Gobierno mexicano el 1 de enero de 1994. Todo apunta, sin embargo, a que se avecinan tiempos de cambio. Un murmullo empieza a tomar forma entre el silencio.
Durante más de una década, un relativo silencio mediático se ciñó sobre el zapatismo. Sus pocas apariciones públicas se limitaban a los comunicados en Enlace Zapatista, la página web a través de la que difunden sus (pocas) noticias y su visión sobre México, el capitalismo y el mundo. También algún evento, como el seminario internacional El pensamiento crítico frente a la Hidra Capitalista, en 2015. Dos años después, el EZLN apoyó la candidatura independiente de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, a las elecciones presidenciales de 2018 que ganó Andrés Manuel López Obrador. Y en 2021, cuando se cumplían 500 años de que Hernán Cortés desembarcara en México, una de sus delegaciones zarpó rumbo a Europa en un velero para realizar “una conquista a la inversa” que buscaba sembrar el viejo mundo de ideas y aprendizajes en vez de muerte y saqueos.
Más allá de las contadas excepciones, la discreción extrema se convirtió en la norma. Pero desde este octubre, algo se cocina en las entrañas de la organización, que ha recuperado cierta presencia en la agenda pública con 19 comunicados —replicados por la prensa nacional e internacional—en poco más de dos meses, un prólogo que anuncia vientos de cambio, quizá un relevo generacional, coincidiendo con el 30 aniversario del alzamiento, el próximo 1 de enero. Por el momento, se sabe que su andamiaje ha sufrido una reorganización: el EZLN ha eliminado los “Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas y las Juntas de Buen Gobierno”, la estructura civil del movimiento, por una nueva forma de gestión basada en una democracia más directa y desde abajo, donde las comunidades serán la base de la toma de decisiones.
El EZLN otorga un gran peso al simbolismo y las efemérides. Y estamos en fechas claves para la historia de la organización. El 17 de noviembre se cumplieron 40 años de su fundación, un secreto guardado en las profundidades de la selva Lacandona hasta más de una década después: el 1 de enero de 1994, cuando, coincidiendo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte —símbolo de una nueva era en el país: la de la irrupción de la globalización y el neoliberalismo extremo— miles de campesinos encapuchados se alzaron en armas en San Cristóbal de las Casas y otras seis cabeceras municipales para sacudir el tablero político mexicano, gobernado entonces por el presidente Carlos Salinas de Gortari. Es la fecha más importante en la historia del movimiento y uno de los días marcados a fuego en el calendario de la izquierda altermundista mundial.
Rubén Darío y la segunda muerte de Marcos
El cambio de ritmo comenzó con la publicación de un poema, el 22 de octubre. Como pasa con los buenos textos, a pesar de estar datado en diciembre de 1913, su contenido apelaba al México de hoy. Escrito por el nicaragüense Rubén Darío, Los motivos del lobo es la alegoría de un animal hambriento que trata de domesticarse frente a los humanos, pero acaba alejándose de ellos, horrorizado por el maltrato y la violencia. Finalmente, el lobo se aísla, como los guerrilleros, en la montaña. El siguiente comunicado constituyó la segunda muerte simbólica de Marcos —que en 2014 ya mató a su personaje y se renombró Galeano, en homenaje a un profesor zapatista asesinado—, su forma de decir que da un nuevo paso atrás y se aleja de la primera línea.
Los 17 comunicados que han venido después varían en su forma y contenido. El subcomandante Moisés, actual mando del movimiento, firma los dos que abordan los cambios estructurales. Marcos redacta otros 11, textos más reflexivos: más filosóficos, poéticos, algunos solemnes, otros de un humor ácido. Otros cinco incluyen videos que muestran los preparativos para el 30 aniversario.
A pesar de que los textos firmados por Moisés contienen la información concreta, los de Marcos tienen esa cualidad de la que hablaba el antiguo subcomandante: dicen más con lo que callan que con lo que afirman, aunque interpretar el silencio nunca es fácil. Por ejemplo: en el octavo comunicado, titulado P.D. Que hay que leer para saber de qué trata, cuenta una leyenda que, como el poema de Rubén Darío, puede servir de alegoría para lo que está por venir. En “los tiempos en que el tiempo no importaba”, se fue la luz y el mundo quedó a oscuras. “En ese entonces sólo había hombres, mujeres y otroas de maíz, de muchos colores eran y cada quien tenía su modo. No había religiones, ni naciones, ni Estados, ni partidos políticos, ni todo eso que nació después como semillas de la guerra”.
Entre dioses fanfarrones que no consiguen encontrar la solución, la diosa madre, Ixmucané, decide escuchar a las personas de maíz en una suerte de asamblea primigenia. “Como apenas está naciendo el mundo y le estamos poniendo nombre a cada cosa o caso, según, para no confundirnos, a esto que hicimos le vamos a llamar ‘en común’, porque todos participamos: unas dando unas ideas, otros proponiendo otras, y hay quien da la palabra y hay quien lleva el apunte de lo que se dice”. Es la fábula de una mujer sabia que prefiere escuchar y resolver los problemas en común, frente a hombres que pontifican entre ellos, pero no llegan a nada. Una alegoría, quizá, de un mayor peso de las mujeres zapatistas en la toma de decisiones a partir de ahora, en una nueva estructura que, como ya anunciaron, apuesta por una democracia más directa desde las comunidades.
Aun así, Marcos vuelve a cerrar la carta callando más que diciendo: “Sí, yo también quisiera saber qué pasó con la luz perdida. Tal vez luego, en otra posdata, lo vamos a saber. Por ahora, pues tenemos que aprender a caminar y vivir así en la oscuridad. Ni modos”.
El derecho a los corridos tumbados
Sus a veces enigmáticos comunicados han generado multitud de interpretaciones en la prensa, algunas más desafortunadas que otras, que se han convertido también en diana de la ironía de Marcos. Algunos medios vieron en el cambio de estructura una prueba de la desaparición del EZLN ante el avance del crimen organizado en Chiapas. Otros fueron un paso más allá y hablaron de una pérdida de identidad indígena ante la hegemonía cultural de la estética norteña o los corridos tumbados. Marcos se revolvió desde el sarcasmo: “Ya nada más falta que las indígenas jóvenes usen pantalones o que, ¡horror!, jueguen fútbol y manejen vehículos, en lugar de servir a las señoras coletas. Incluso que se atrevan a bailar cumbias y ska en lugar del Bolonchon, y a cantar rap y hiphop en lugar de salmos y odas a los finqueros. Y que, como otra señal de la pérdida de su identidad indígena, se llegue al absurdo de que sean subcomandantes, comandantes ¡y comandantas! Y que se gobiernen a sí mismos”.
Más allá de la ironía, la realidad es que Chiapas vive un maremágnum de violencia desde distintos frentes: la presencia cada vez mayor de los carteles y, con ellos, del consumo de drogas en las comunidades; la supervivencia de grupos paramilitares desde hace tres décadas —muchos surgidos al calor de la contrainsurgencia estatal al zapatismo—; el aumento de la militarización y una lógica depredadora del medioambiente alimentada por la especulación y los macroproyectos como el Tren Maya. El resultado es una población civil, en su mayoría indígena y campesina, que se enfrenta a un auge de masacres, feminicidios, secuestros, violencia sexual, desapariciones o desplazamientos forzados.
En concreto, el EZLN ha soportado repetidos ataques de grupos paramilitares como la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao), uno de los comandos más activos a pesar del camuflaje de su nombre. El 22 de mayo, un ataque contra la comunidad Moisés Gandhi, parte del municipio autónomo Lucio Cabañas, acabó con un zapatista herido por un balazo, Jorge López Santíz. La agresión fue un revulsivo que llevó a los zapatistas a lanzar una suerte de ultimátum en el que denunciaban que Chiapas se encuentra “al filo de una guerra civil”, ante la inoperancia de las autoridades federales y estatales, cuya estrategia ha consistido en enviar más militares mientras públicamente minizaban el problema.
Aun así, el EZLN es contundente: la organización no va a desaparecer, el zapatismo no se ha replegado contra el avance del crimen. Simplemente, defienden, estaban pensando una nueva estrategia para enfrentarlo. “Nuestro silencio de estos años no fue, ni es, señal de respeto ni aval de nada, sino de que nos esforzamos por ver más lejos y buscar lo que buscan todos, todas, todoas: una salida de la pesadilla. Conforme vayan conociendo, por los escritos subsiguientes, lo que hemos estado haciendo, tal vez entiendan que nuestra atención ha estado en otro punto”, escribe Marcos.
Después de los encontronazos con la izquierda mexicana, las promesas rotas, la enemistad de los sucesivos Gobierno, las marchas multitudinarias al Zócalo de la Ciudad de México, las comparecencias estériles en el Congreso, el EZLN decidió volver a Chiapas y trabajar en “su autonomía”, erigir escuelas y hospitales, afianzar su autogobierno. La principal pregunta ahora es cómo evolucionará el movimiento tras el 1 de enero, mientras continúa el asedio del crimen organizado y el espionaje estatal, en un cerco a la guerrilla y la población civil que semana a semana se torna cada vez más insostenible.
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